Generales Escuchar artículo

ADN del crimen. El rastro de una historia clínica, clave para sostener la acusación contra varios comisarios

A casi un año de la última vez que Lucas Escalante y Lautaro Morello fueron vistos con vida por última vez con vida, la investigación por la desaparición del primero de ellos y el homicidio de...

A casi un año de la última vez que Lucas Escalante y Lautaro Morello fueron vistos con vida por última vez con vida, la investigación por la desaparición del primero de ellos y el homicidio de su amigo, tiene siete policías bonaerenses acusados; tres de ellos por encubrimiento y cuatro por la presunta participación en ambos crímenes.

A excepción de la investigación por la denominada Masacre de Wilde, en la que fueron condenados siete efectivos, no existen muchos más casos con tantos integrantes de la policía bonaerense acusados por dos homicidios. Aunque Lucas Escalante nunca apareció, para la Justicia existen indicios de que habría sido asesinado. En la carátula del expediente judicial en el que se investiga la desaparición de Lucas, se lee: “Escalante Lucas, sobre averiguación paradero, con presunción de fallecimiento”.

Cuatro de los efectivos de la fuerza de seguridad provincial acusados son oficiales jefes, uno de ellos se desempeñaba como comisario mayor de Dirección Departamental de Investigaciones (DDI) Quilmes y el otro, como comisario inspector, era el interventor en la seccional de Bosques, con jurisdicción en la zona en la que ambos jóvenes desaparecieron. El Ministerio Público del Departamento Judicial Quilmes pidió que dos de los cuatro jefes policiales acusados, identificados por fuentes judiciales como Luis Zaracho y Sergio Argañaraz, sean sometidos a juicio oral debido a que se los consideró presuntos responsables de encubrimiento agravado, ocultamiento y destrucción de pruebas.

El comisario mayor Zaracho se desempeñaba como titular de la DDI Quilmes, mientras que Argañaraz, era el comisario inspector designado como interventor de la seccional de Bosques, donde quedó radicada la denuncia por averiguación de paradero de Lautaro y Lucas, el 9 de diciembre pasado.

Pero estos no son los únicos jefes policiales acusados por su presunta vinculación con el homicidio de Lautaro y la desaparición de Lucas. El comisario mayor Francisco Centurión quien estuvo a cargo de la División Narcotráfico de Lomas de Zamora y del Departamento de enlace de la policía bonaerense con Interpol aparece más complicado que sus colegas.

El fiscal de Berazategui, Daniel Ichazo, consideró que, a partir de pruebas e indicios detallados en 19 páginas de la resolución de 120 fojas en las que se dictó la prisión preventiva del jefe policial, habría sido presunto responsable del “homicidio agravado para procurar la impunidad, para sí o para otro”.

ADN del crimen. Los condenados por el asesinato de Báez Sosa hacen tareas de jardinería mientras esperan aislados la resolución de Casación

Centurión tiene tres procesamientos con prisión preventiva en su contra. Además de las resoluciones por su presunta responsabilidad en la participación secundaria en el homicidio de Lautaro, fue acusado como supuesto coautor de la desaparición y presunto asesinato de Lucas.

El tercer procesamiento fue por la supuesta comercialización de vales de nafta que estaban destinados para cargar combustible en los móviles de la fuerza de seguridad provincial que debían ser utilizados para patrullar la zona de Florencio Varela. La resolución que confirmó la prisión preventiva del jefe policial había sido dictada por la Cámara de Apelaciones y Garantías de Quilmes.

Los vales para nafta

Lucas y Lautaro fueron vistos con vida por última vez el 9 de diciembre pasado cuando, supuestamente, el primero de ellos pasó a buscar a su amigo a tres cuadras de su casa, en Florencio Varela, para ir a festejar el triunfo del seleccionado argentino sobre el conjunto de Países Bajos, por los cuartos de final del mundial de fútbol de Qatar.

A partir del seguimiento de las cámaras de seguridad y los mensajes que Lucas mandó a dos amigos, los investigadores determinaron que la noche que desapareció buscaba que alguien lo acompañara a la casa del mencionado Cristian Centurión a buscar vales para cargar combustible que le entregaría el hijo del comisario mayor.

“Pero, qué onda, ¿cómo es la movida, que es nafta gratis? ¿Por qué tiene eso? ¿Porque compró mucha nafta o porque le dieron vales de cortesía?”, le preguntó por mensaje el amigo al que Lucas le pidió que lo acompañara.

“No, no. El padre trabaja en la policía, pero en un cargo muy alto y le dan nafta. A mí me pasa siempre $15.000 en vales. Bueno, con eso zafo. Ahí me acordé, el padre trabaja en el lugar ese que persiguen a los narcos y eso tiene un nombre en la policía. Seguro que vos sabés”, respondió Lucas. Debido a que el amigo al que le mandó esos mensajes no lo acompañó, Lucas se comunicó con Lautaro y lo pasó a buscar a dos cuadras de su casa.

ADN del crimen. Violentos menores de gatillo fácil causan terror en el conurbano y conocen todas las trampas para eludir a la justicia

Se estableció en el expediente que Lucas y Lautaro llegaron con vida a la quinta de los Centurión. Allí los habrían matado. El cuerpo de Lautaro fue hallado una semana después, abandonado e incinerado, a pocos metros del cruce de la ruta 53 y la obra de ampliación del Camino del Buen Ayre.

En cambio, el destino de Lucas actualmente, constituye un misterio. De nada sirvió la propuesta de recompensa de más de $ 5.000.000 que el gobierno nacional ofreció para quien aportara datos que permitieran encontrar a Lucas. No obstante, después de casi un año, para la Justicia existe una presunción de fallecimiento.

“El 10 de diciembre de 2022 aproximadamente a las 20 el acusado identificado como Francisco Alejandro Centurión con el concurso de al menos Maximiliano Centurión y Cristian Centurión, en el interior del domicilio situado en la calle 1538 N°628, esquina Ruta 53 de Florencio Varela, ejerciendo violencia privaron de su libertad personal a Lucas Escalante, quien había llegado el día anterior junto con Lautaro Morello al domicilio mencionado, a fin de retirar vales de nafta que le obsequiaría Cristian Centurión. En esa circunstancia se produjo el homicidio de Lautaro Morello por parte de Cristian y Maximiliano Centurión”, sostuvo el fiscal en su acusación contra el comisario mayor.

Según consta en las pruebas incorporadas en el expediente, después del 10 de diciembre pasado, el mencionado jefe policial modificó sus hábitos y costumbres: apagó su teléfono celular para evitar que lo rastrearan mediante el sistema de geolocalización y dejó de usar su vehículo particular para comenzar a moverse a bordo de un Toyota Etios asignado al Departamento Enlace con Interpol que Centurión comandaba.

La investigación tuvo un cambio de impronta a partir del momento en que se hicieron cargo los detectives de la División Homicidios de la Policía Federal, luego de una reunión que mantuvieron los familiares de Lautaro y su abogado, Carlos Guillermo Diéguez, con el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández.

“Queda en evidencia con las pruebas arrimadas que Francisco Centurión asumió una participación activa en los hechos analizados y primordialmente accionó para que Lucas no sea encontrado luego de la muerte de Lautaro. Así se infiere la sobrevida de Lucas a partir de haberse activado su celular el 12 de diciembre, por lo contrario, de no ser así su cuerpo tendría que haber aparecido junto al de Lautaro”, describió el fiscal Ichazo en los lineamientos de su acusación.

A partir del análisis de las pruebas y de los cruces de las comunicaciones que realizaron los integrantes del entorno del jefe policial se estableció que este ejerció su influencia dentro de la fuerza de seguridad provincial para coordinar con algunos funcionarios el desvío de la investigación y entorpecer la pesquisa. No pasaron inadvertidas para el fiscal una serie de anotaciones halladas en uno de los allanamientos en un domicilio del comisario mayor Centurión, en los que se refería a dos bidones de nafta y hacer pasar la muerte de Lucas como el desenlace de un supuesto brote psicótico que habría sufrido. Nadie explicó, hasta el momento, cómo fue que el jefe policial acusado obtuvo la historia clínica de Escalante en la que figuraba que tenía antecedentes psiquiátricos.

Además, entre los documentos hallados en uno de sus domicilios había detalles sobre el country El Carmen donde vive Hilario Escalante, el padre de Lucas y datos sobre la familia de la víctima y los vehículos que usaban.

En el ítem “16″ de uno de los documentos encontrados en poder del comisario mayor Centurión, consignó: “Evaluar un brote psicótico de Lucas y el desenlace fatal informe y testimonio al médico psiquiatra y psicólogo, informe psiquiátrico y psicológico de Lucas”.

Para el representante del Ministerio Público, dicho documento “permite suponer que Francisco Centurión no solo ya conocía el desenlace fatal, además tenía documentación e información sensible sobre él, lo que demuestra un particular interés por la intimidad de Lucas y su círculo familiar”.

La red de engaños

Los jefes policiales sobre los que habría ejercido su influencia el mencionado comisario mayor tienen requerimientos para que sean sometidos a juicio oral por presunto encubrimiento y destrucción de pruebas.

Uno de los cuestionamientos que la Justicia le hizo al comisario inspector Argañaraz fue que no aplicó las medidas necesarias para realizar un allanamiento en el momento en que la familia de Lucas le entregó un mensaje de audio del joven desaparecido, en el que le decía a un amigo que esa noche se encontraría con el hijo de un comisario que le daría vales de combustible que se usan para los móviles policiales.

Mientras que Zaracho, fue mencionado en su declaración indagatoria por Argañaraz quien lo señaló como uno de los jefes policiales que le habría ordenado desviar la investigación. A estos dos jefes policiales se sumó en las últimas horas la imputación contra el comisario inspector del escalafón administración Juan Manuel Britos, que habría comprado cinco chips de telefonía celular que habrían sido utilizados por Centurión para ordenar una serie de maniobras con el objetivo de borrar pruebas y favorecer la situación procesal de su hijo Cristian y su sobrino Maximiliano.

No obstante, se ignora hasta ahora cuál habría sido el móvil de ambos homicidios. Se sabe que Lautaro estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado. Se presume una venganza por una supuesta disputa entre Centurión y el padre de Lucas. Aunque, por el momento, nadie rompió el pacto de silencio.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/seguridad/adn-del-crimen-el-rastro-de-una-historia-clinica-clave-para-sostener-la-acusacion-contra-varios-nid25112023/

Comentarios
Volver arriba