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Boca vs. River: el súper en la fecha de los clásicos, que puede definir buena parte del futuro de ambos

Si un extranjero sin sensibilidad futbolera arribara ahora mismo a la Argentina y tomara nota de que Boca y River se reencuentran este domingo, a las 14, en la Bombonera, espiara la tabla y todo lo...

Si un extranjero sin sensibilidad futbolera arribara ahora mismo a la Argentina y tomara nota de que Boca y River se reencuentran este domingo, a las 14, en la Bombonera, espiara la tabla y todo lo que lo rodea, exclamaría que es un superclásico más. Uno de tantos, para engalanar la estadística de ganadores y vencidos, amores y odios. No mucho más. Sería, sin dudas, un error de principiante: este superclásico (en apariencia, sin la efervescencia de otros), puede dejar secuelas irreconciliables. Puede, al mismo tiempo, ser la plataforma de despegue. Un partido. En realidad: muchísimo más que un partido.

El escenario que invita al pensamiento de un visitante ocasional tiene lógica. Se trata de la séptima fecha de la Copa de la Liga, falta un mundo para confirmar los clasificados para el tramo decisivo: River se mantiene cuarto en la Zona A, Boca está afuera de los cuatro elegidos de la Zona B. El equipo millonario es el campeón actual (qué poco que quedó de aquella brillante versión del título de la Liga Profesional) y le ganó en el Monumental por 1 a 0 con un final de película por un penal que marcó Miguel Borja, con revuelo antes y después. El conjunto xeneize tiene la cabeza casi en modo exclusivo en la Copa Libertadores: el 0-0 del jueves pasado al próximo capítulo, el otro jueves, contra Palmeiras, en San Pablo. Y, sin embargo…

Se juegan mucho. Demasiado. River necesita dar un golpe sobre la mesa, en la Bombonera, con las heridas de las eliminaciones de la Copa Argentina, Copa Libertadores (que sigue sin cicatrizar) y ciertos murmullos internos que lo nublaron todo. Martín Demichelis, en ese contexto: con poco por jugar desde ahora hasta fin de año (pareciera que los torneos locales no conforman el paladar de la mayoría de los integrantes del fútbol argentino), la camiseta de Boca se ofrece como un botín. Una derrota significaría un palazo para la hipótesis de su continuidad, pero atención: las figuras (queridas por el público, sabuesos de otras etapas gloriosas), como Lanzini, Funes Mori y hasta Pity Martínez serán observadas con retrovisor. Es “el” partido del semestre (casi) perdido, con un plantel excesivo en cantidad y excesos en puestos puntuales, como del mediocampo hacia arriba.

“Vamos a redoblar esfuerzos para trabajar, ir a jugar y ganar en la Bombonera. Vamos a ir bien predispuestos al sacrificio, al esfuerzo y la disciplina que esto conlleva. No tengo dudas de que vamos a estar preparados para esa situación. No tengo dudas que el plantel va a dar una gran muestra de carácter en los momentos importantes. Trabajamos en armonía en el River Camp para poder ganar en La Bombonera, porque hace tiempo que River no lo consigue ahí”, decía Demichelis.

A veces con ciertos condimentos innecesarios en sus palabras, el DT recordó una señal que mortifica, en parte, al Mundo River. El Millonario no gana en la Ribera desde el 23 de septiembre de 2018, cuando se impuso 2-0 con goles de Gonzalo Martínez e Ignacio Scocco, por la Superliga.

Se juegan mucho. Demasiado. Boca necesita dar un golpe sobre la mesa, en la Bombonera, en donde le cuesta ganar (y marcar goles) en la Copa Libertadores y en la copa local. Jorge Almirón, de pronto, después de un mar de volantazos (cambia tanto que confunde hasta a sus propios jugadores, también durante los partidos), descubrió la mejor versión desde el juego en el empate sin goles frente al elenco brasileño. La Copa es la obsesión; el superclásico es una obligación. Y en su casa, con su gente, que hace rato que no lo ve ganar: el 18 de agosto, un 3-1 frente a Platense. Casi un mes y medio.

¿Reservar algunas piezas, por la lógica de la prioridad? ¿Jugarse la vida, con el riesgo de que pase alguna factura? El fútbol es un deporte maravilloso y cruel. Un triunfo sería la plataforma ideal para que la certeza de la final en el Maracaná se sienta, se palpe, más cerca. Una derrota sería para el Mundo Boca… algo más que una caída. “No vale mucho mi prioridad. La gente va a pedir ganar el domingo, eso lo tengo muy claro. Lo que yo priorice lo tendré que evaluar con mis jugadores. El domingo tenemos que ganar, acá, en casa. Es el superclásico”, decía el conductor.

“El partido que me tocó jugar en cancha de River todos sabemos que fue un robo. Ni siquiera fue visto en el VAR nuevamente, situación bastante difícil de aceptar. Fue hace mucho, pero lo tenemos pendiente todavía. Esperemos ganar el domingo”, reflexionaba el DT, con un mensaje interno, más allá de la polémica.

No hay nada definido, pero es posible que en River vuelva Herrera al lateral derecho (un problema sin solución), que González Pírez se reencuentre con Paulo Díaz y que Enzo Pérez quede excesivamente solo en el círculo central, rodeado de volantes audaces. La certeza xeneize es que Marcos Rojo no va a jugar, por una molestia seria, que no le impediría actuar en Brasil. Si es por Almirón, mayoría de relevos. Si es por la presión, mayoría de titulares. Nada garantiza el éxito: con suplentes, Boca jugó muy bien en Santiago del Estero, en el 3-0 sobre Central Córdoba.

En la fecha de los clásicos (el mejor invento de un torneo insostenible, por cantidad de equipos y sospechas de todos), el clásico. El que todos quieren jugar, el que todos quieren ver. Siempre juegan por algo. Por mucho, en realidad. Por el futuro.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/deportes/futbol/boca-vs-river-el-super-en-la-fecha-de-los-clasicos-que-puede-definir-buena-parte-del-futuro-de-ambos-nid01102023/

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