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Boca y el mérito de los que patean los penales: el otro lado de una serie exitosa en la Libertadores y la Copa Argentina

Los caminos de Boca y los penales se entrelazan, incluso, cuando el equipo de Jorge Almirón juega bien, supera con amplia diferencia a su rival y tiene a su merced infinidad de situaciones claras....

Los caminos de Boca y los penales se entrelazan, incluso, cuando el equipo de Jorge Almirón juega bien, supera con amplia diferencia a su rival y tiene a su merced infinidad de situaciones claras. Parece su marcado e insólito destino. Con el patrón, además, de terminar victorioso siempre. Sergio Romero se lleva el protagonismo máximo y merecido por el desvío de dos ejecuciones que suele garantizar. De hecho, hasta se habla del arquero en noches como las del domingo, en la que Talleres intentó ajustar los remates bien arriba para impedir chocarse con esas manos, pero lanzó dos afuera y le compró al elenco xeneize el pasaje a semifinales de la Copa Argentina. Ahora bien, el proceso de los doce pasos también lo sufre menos a raíz de la efectividad de quienes rematan. Pueden errar alguno, por supuesto, pero se impone la seguridad: hasta el momento, son once ejecutantes que van alternando las jornadas y la forma de patear.

Son cinco las series afrontadas desde que el actual entrenador asumió el pasado abril. De hecho, ya es historia: es la primera vez en su historia que la institución de la Ribera se adueña, en el mismo año, de esa cantidad de tandas. Encima, con el cien por ciento de eficacia. Las tres instancias de eliminación directa que tuvo en la Copa Libertadores las superó de esa manera: Nacional, de Uruguay, por los octavos de final (4-2), los cuartos frente a Racing (4-1) y venció a Palmeiras en la semifinal (4-2). Además, en el certamen federal está entre los cuatro mejores tras superar las últimas dos barreras desde los once metros: Almagro, en octavos (4-3), y la última con los cordobeses (4-1).

Como se observa, en cada una de ellas la diferencia la hace “Chiquito”, pero también los pateadores llegan a convertir cuatro veces, con el dato extra de que en ninguna le dieron la posibilidad al adversario de llegar al mano a mano. ¿Entrenan en el predio que Boca tiene en Ezeiza? ¿Almirón decide los cinco nombres de la lista e impone un orden innegociable?

Tanto desde la visual de Romero como la de los futbolistas que luego ponen la pelota en el punto penal, la práctica que puedan llevar a cabo durante las semanas no les causa la misma chispa. Entonces, se lleva adelante, pero no frecuentemente ni con tanto interés en afilar la mira para ganar una costumbre. Por eso, cuando lo encaran, suele ser muy informal, manteniendo caliente el pie. No más que eso.

“A veces se ponen a patear penales, pero generalmente no. No es que se ponen a practicar penales serios. No hablan entre ellos sobre dónde y cómo ejecutar. Para nada, no le dan mucha importancia, pero cada uno sabe dónde se siente más cómodo pateando y también van variando en función de las últimas ejecuciones”, le relataron a LA NACION desde las entrañas del plantel. Y agregaron más detalles: “Está siendo la calidad de ellos, están pateando muy bien. Quizás, son más de patear tiros libres, un ratito después de los entrenamientos, y hacer competencias así”.

La clave, sienten, pasa por otro lado. La firmeza del momento. La tranquilidad de pararse ante semejante escenario, a veces con el aliento azul y oro detrás del arco y, en otras, con el público rival queriendo atemorizarlos. La capacidad para aprovechar cada aire que les aporta el animal que los potencia atajando y atajando.

La efusiva arenga del capitán Marcos Rojo, previa a los penales en el Cilindro de Avellaneda, es una muestra: “¡Vamos ahora, eh, vamos todos juntos! ¡Con confianza, hay que patear con confianza!”.

Y Boca va, con esa seguridad. En ninguna serie repitió los cinco protagonistas, una mejor sensación todavía. Más aún: ningún ejecutante fue imprescindible en cada tanda. Almirón no tiene especialistas por los cuales limitarse a mantener en la cancha o a forzar su ingreso: con los que quedan en el campo, arma la lista (hasta Darío Benedetto, que quedó en el banco, se involucró ante la “Academia”) y los jugadores van decidiendo el orden. De los 23 remates que el equipo realizó entre las cinco definiciones, apenas tres fueron contenidos o desviados: Guillermo Fernández con Nacional, Miguel Merentiel ante Almagro y Edinson Cavani frente a Palmeiras.

Exequiel Zeballos siempre levantó la mano para ser el ‘1′ las noches con el “Bolso”, Racing y el “Tricolor”. Benedetto solía ir segundo, pero este domingo prefirió ser el primero. Nicolás Figal recién apareció en una lista a partir de la tercera definición, yendo cuarto ante Almagro y Palmeiras, pero fue el segundo con Talleres. Salvo el resultado, todo puede cambiar. Incluso, la forma de patear.

La vibrante noche de la Bombonera ante el elenco charrúa tuvo a Zeballos, Benedetto, Nicolás Valentini, “Pol” y Valentín Barco entre los primeros pateadores. “Changuito” (ahora con la grave lesión de ligamento cruzado y meniscos) pateó bajo y cruzado como luego hizo ante Almagro, pero diferente a la vez con Racing: pie abierto al costado derecho. “Pipa” siempre pateó fuerte, pero varió los lugares: al centro aquella noche, pero frente a Almagro y Talleres lo ajustó a media altura sobre el palo derecho del arquero. Valentini optó por un remate centrado, al ras y potente, pero con los brasileños sólo mantuvo el remate bajo: abrió la zurda hacia la izquierda. Pol erró por intentar definir fuerte, al medio y arriba, forma que modificó apenas en la potencia cuando cerró el triunfo en San Pablo.

¿Qué decir del “Colo” Barco y su manera? Esa vez con Nacional sorprendió cómo saltó antes del disparo y le dio un pase a la red. El domingo lo repitió: “Pateo así. Espero a que el arquero se mueva y pateo al otro”, contó su receta sin temor a que lo conozcan.

En Avellaneda aparecieron Lucas Janson, Cavani y Rojo. Los tres eligieron el costado derecho, con diferente manera: el exVélez abrió el pie para esquinarla, el “Matador” no abrió tanto el remate y el capitán decidió hacerlo raso y muy potente.

El uruguayo repitió el mismo tiro en Brasil, encontrándose con Weverton, y ante la “T” en el penal que convirtió en los 90 minutos, pero en la tanda cambió: la cruzó fuerte a media altura. Rojo pateó de la misma manera con Almagro: Aracena lo había estudiado, pero sólo pudo desviarla hacia el ángulo.

Ante ese arquero no pudo Merentiel la única vez que pateó: fue tan alto y potente que impactó el travesaño. Sí lo venció Figal, que suele pegar con cara interna, pero modifica las zonas: ante el equipo del ascenso la colocó sobre la esquina baja derecha; en Allianz Parque, la cruzó al ras y esquinada; en Mendoza volvió al palo derecho, pero a media altura.

Por último, Bruno Valdéz ante Palmeiras ejecutó su único penal: muy seguro, el paraguayo la centró al ras.

Con Jorge Almirón al mando, además del mencionado que convirtió Cavani el fin de semana, apenas tuvo otro penal en tiempo reglamentario: Benedetto, siempre potente, eligió el medio y José Devecchi, arquero de Sarmiento, detuvo el empate sobre la hora.

Los penales, el arma letal de Boca. A través de las manos firmes y el espíritu de “Chiquito”, pero también la convicción de futbolistas que se van colgando el cartel de especialistas de penales, pero –sobre todo- de contextos fuertes en definiciones en las que no deben errar.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/deportes/futbol/boca-y-el-merito-de-los-que-patean-los-penales-el-otro-lado-de-una-serie-exitosa-en-la-libertadores-nid17102023/

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