El sábado 7, Portugal celebró su primera boda real en veintiocho años: la infanta María Francisca de Braganza (26) –hija de los duques de Braganza– y su novio, el abogado Duarte María de Sousa Araújo Martins (30) –nieto del arquitecto y pintor Joao de Sousa Araújo– dieron el “sí, quiero” en la basílica del Palacio Nacional de Mafra, en una ceremonia que fue retransmitida por televisión y convocó a mil doscientos invitados entre royals, celebridades y el presidente del país, Marcelo Robelo de Sousa. Espléndida con un vestido creado por la diseñadora Luzia do Nascimento –inspirado en el que lució su madre, Isabel de Braganza, en su propia boda–, la novia llegó a la basílica del brazo de su padre, Duarte Pío de Braganza (pretendiente al trono portugués), y deslumbró con la elección de la tiara, una pieza del cofre real confeccionada por los joyeros Leitão & Irmão en 1887 a pedido del rey Luis I para su nuera, Amelia de Orleans –última reina de Portugal– para su boda con el príncipe Carlos. Compuesta por ochocientos diamantes engastados en oro y plata, con motivos de flores de lis y varias filas de collares de diamantes, Amelia la lució también cuando su marido fue proclamado rey e Isabel la llevó en su casamiento con Duarte Pío de Braganza, en 1995. Por la noche, cuatrocientas personas de las más cercanas a la pareja festejaron junto a los recién casados en la residencia de los duques en Sintra.