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Botero, voluminoso habitante del mundo e inefable cómplice de Buenos Aires

Colombiano de nacimiento (Medellín, 1932) y de corazón, Fernando Botero fue un hombre cuya inquietud no se limitó a la creatividad y las temáticas de su obra. Vivió entre Latinoamérica, Europ...

Colombiano de nacimiento (Medellín, 1932) y de corazón, Fernando Botero fue un hombre cuya inquietud no se limitó a la creatividad y las temáticas de su obra. Vivió entre Latinoamérica, Europa y Nueva York e hizo historia también como un trashumante. “Yo descanso cambiando de estudio y de país. Me acostumbré a esos cambios, que tienen mucho que ver con mi trabajo”, había confesado hace unos años en una entrevista con LA NACION en Italia, justamente en la Toscana, una de las hermosas regiones del mundo donde el artista, que murió esta mañana en Mónaco, alternaba su residencia.

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“Los meses que paso aquí, en Pietrasanta, están marcados por mi actividad como escultor -explicaba entonces, en 2006-. Este es un lugar mágico, donde están las mejores fundiciones. El lugar del mármol, donde uno se olvida hasta de que existe la pintura”. Botero tenía allí una casa típica del lugar, con la piedra como protagonista y rodeada de vegetación, construida en el siglo XVIII. Por supuesto, junto a una estatua romana, tenía sobre la chimenea una pequeña escultura de mujer desnuda y tumbada, y en el dormitorio dos grandes figuras una de hombre y otra de mujer (Adán y Eva).

Sus estancias en París, en contraposición, estaban dedicadas a su faceta de pintor de gran formato. Residía allí en un departamento ubicado en Saint-Germain-des-Prés. Otra vez mimetizándose con el lugar y su historia, la decoración incluía muebles Napoleón III en el living, que acompañaban con retratos del propio Botero y de su esposa, Sofía Vari.

“El arte debe dar placer”, aseguraba en la misma entrevista, antes de su visita a Buenos Aires para exponer en el Museo Nacional de Bellas Artes un recorte de su frondosa obra. “La mayor parte de las obras maestras de la pintura se hicieron sobre temas más bien amables. A veces, los temas dramáticos son un paréntesis en la producción de un artista, como ocurrió con Goya (los fusilamientos). Así que creo que es posible conjugar, pasar de un tema dramático a uno amable, siempre que el artista sea fiel a su estilo y siempre que su obra produzca placer estético”.

Los 27 dibujos y 24 óleos que en 2006 Botero trajo a Buenos Aires fueron realizados entre 1999 y 2004: “en nada se parecía ese conjunto al mundo alegre que refleja en muchos de sus trabajos. El narcotráfico, la guerrilla, los paramilitares, estaban allí, en sus gordos, con el desgarro y la angustia”, señalaba Valeria Shapira en su nota en LA NACION Revista. Hoy el presidente de Colombia, Gustavo Petro, lo recordó también por todo ello: “Fue el pintor de nuestra violencia y de la paz. De la paloma mil veces desechada y mil veces puesta en su trono”, escribió en redes sociales.

Botero ya había expuesto, también en el Bellas Artes, doce años antes. Tras su visita de 1994 donó a Buenos Aires un Torso masculino desnudo que es a esta altura un ícono de esta ciudad, en la avenida Del Libertador al 2000. Alzado en el Parque Thays, de estilo neorrenacentista contemporáneo, el colosal musculoso de bronce está emplazado sobre una base de mampostería: mide 3,90 metros de alto por 2,49 de ancho y 1,65 de profundidad. Por el mismo corredor se llega al Malba, que guarda en su colección el óleo El viudo, de 1968. Las principales ciudades del mundo exhiben su obra, desde la Quinta Avenida de Nueva York a la mano de 500 kilos de bronce en el Paseo de la Castellana de Madrid. Célebre entre célebres es otro Torso, de mujer, popularmente conocido como La gorda, en su ciudad: Medellín.

Hace apenas días, en la última edición de arteba, la galería Maman volvió a poner un Botero en el centro de atención. Mujer con espejo se vendió por 350 mil dólares durante la fructífera edición de la feria de arte contemporáneo. A pesar de su belleza, no hizo tanto ruido como la llegada de aquel Hombre que camina (2000), valuado en tres millones de dólares, que en 2017 necesitó de una grúa para hacer pie en el Patio de los Maestros, en la sección principal.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/cultura/botero-voluminoso-habitante-del-mundo-e-inefable-complice-de-buenos-aires-nid15092023/

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