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Cambió Merlo por el Mediterráneo y a los 56 logró reinventarse con un éxito impensado: “Hasta el aire era diferente”

Para Néstor, la euforia del nuevo milenio se vio opacada por la realidad de un país que sentía que cerraba las puertas del progreso. Uno a uno, observó cómo varios de sus amigos dejaban tierra...

Para Néstor, la euforia del nuevo milenio se vio opacada por la realidad de un país que sentía que cerraba las puertas del progreso. Uno a uno, observó cómo varios de sus amigos dejaban tierra austral, mientras él luchaba por salir adelante. A veces, cuando podía, buscaba abrir ventanas a través de la televisión, pero lejos de consumir canales de aire, su imaginación volaba junto a las secuencias que le llegaban de EuroNews, un canal que le mostraba que, más allá de las fronteras argentinas, existía otro mundo. Su barrio en Merlo, oeste de Buenos Aires, poco se parecía a esas postales de ensueño que despertaban en él un sinfín de conversaciones internas: ¿Qué estoy haciendo acá? ¿Acaso debo conformarme con vivir por el resto de mi vida allí donde me tocó nacer? Él, que tenía un espíritu creativo, necesitaba más, y las noticias que atravesaban el océano parecían decirle que, tal vez, podría darle vida a otro yo en un lugar diferente de la tierra.

35 años eran bastantes, pero aún así era lo suficientemente joven, se dijo Néstor cierto día. Con una familia propia ya conformada, juntos decidieron que era tiempo de volar y buscar el nuevo comienzo en otra latitud. España, por afinidad, parecía ser la entrada al viejo mundo, donde las amistades contaban que las oportunidades abundaban.

Fue así que Néstor emprendió el camino del buscavidas. A España llegó para reescribir su historia sin rendirse y sin imaginar que veinte años después, a sus 56, lograría atravesar una metamorfosis profunda, reinventarse y alcanzar el éxito como jamás lo había soñado.

Enamorarse de Torrevieja: “Hasta el aire era diferente”

Torrevieja, en la Comunidad Valenciana, amaneció radiante. Néstor arribó atrapado por el estado exquisito de quien anhela dejarse conquistar por lo nuevo. La etapa del enamoramiento, esa inicial que atraviesan muchos emigrados, predominó durante un tiempo prolongado. Todo a su alrededor exhalaba una belleza que acompañaba su estado de ánimo a flor de piel: “Hasta el aire era diferente”, recuerda. “Me encontré con un clima donde casi todo el año se respiraba primavera o verano. Ya eso solo me ponía de buen humor”.

Desde el comienzo, Néstor tuvo la fortuna de vivir cerca del mar. Cambiar las estaciones del tren Sarmiento por el mar Mediterráneo lo movilizaba y lo conmovía cada día, sin excepción. Al observar el imponente escenario de su nuevo hogar, simplemente no podía creer haber logrado un cambio tan significativo en su vida.

“Otro gran impacto a mi llegada vino de la mano de la comida, de la cocina mediterránea. Significó descubrir nuevos sabores y redescubrir otros que habían quedado perdidos en la infancia”, revela conmovido. “También me llamó mucho la atención que en todos los pueblos se siguieran (y siguen) conservando las tradiciones ancestrales y las festividades”.

Vivir de buscavidas y reinventarse a los 56

En Torrevieja, a pesar de las costumbres centenarias tan propias, Néstor pronto descubrió a una comunidad diversa y cosmopolita. A lo largo de los años, llegó a contabilizar más de cien nacionalidades conviviendo en diferentes períodos de tiempo. Al igual que él, hombres y mujeres habían llegado de tierras lejanas en busca de nuevos aires y todas ellas fueron su mayor y más significativa escuela de vida. A través de cada cultura, aprendió acerca de lo particular y lo universal, y comprendió que en el intercambio humano habita el enriquecimiento constante: “Gracias a cada una de estas personas crezco cada día”, afirma. “Cada uno de ellos me aporta historias nuevas, comidas nuevas y otras miradas”.

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Durante casi dos décadas, Néstor halló el camino para ganarse la vida, entre trabajos temporarios, participaciones en ferias artesanales -donde vendía libros y objetos usados-, y otras actividades con las que lograba dar sustento a su familia, que se había acomodado a una vida sencilla a la vera del Mediterráneo: “Siempre llevamos una vida simple y cuando necesitamos asistencia médica, servicios hospitalarios o cualquier servicio que brinda la comunidad, jamás tuvimos problemas. La calidad de vida es muy buena”, asegura.

Todo cambió, sin embargo, cuando el mundo se paralizó y el universo de Néstor quedó en pausa junto a él. Con 56 años, la pandemia significó el encuentro obligado con el ser y la soledad, lo retrotrajo a su infancia, allí donde habita lo esencial y completo. Fue entonces que en un impulso tomó un lápiz y un papel y comenzó a esbozar algunos dibujos, que pronto tomaron forma para crear un mundo que él denominó “El universo imaginario de Baigorri”, nombre inspirado en aquel ingeniero argentino nacido en Concepción del Uruguay en 1891, quien inventó La máquina de hacer llover.

Luego, el lápiz dejó entrar a las tizas, para transformarse finalmente en un mix de materiales. Néstor Fabián Capasso había quedado atrás para darle vida a Baigorri, una reinvención que cambió su vida para siempre.

Y así, cuando el confinamiento llegó a su fin, Baigorri tomó coraje y mostró su arte a la gente en el mercadillo de los domingos, junto a sus objetos de reventa. Para su sorpresa, llegó una primera venta, luego otra y tantas más. ¡Su arte salía como pan caliente!

Y un buen día, los ojos de expertos en el camino se detuvieron ante sus obras, alguno le anunció que lo suyo era “el nuevo arte del Mediterráneo”, y casi en un abrir y cerrar de ojos, sus cuadros llegaron a galerías y exposiciones nacionales e internacionales.

Cuando los sueños pierden la razón…

Más de veinte años pasaron desde que el buscavidas curioso dejó Merlo atrás para vivir en España sin más expectativas que ser feliz a la vera del Mediterráneo. Veinte años de luchas y caminos sinuosos, hasta aquella metamorfosis que aconteció cuando dejó que su niño interior vuelva a brillar con plenitud.

En los años en los que muchos creen que ya es tarde y en una pandemia que revolucionó al mundo y a su alma, la transformación de Néstor llegó a los 56 y hoy, con casi 60 años, es Baigorri, un hombre que no solo traspasó el mercadillo del domingo, sino que expone su arte en Bélgica, Países Bajos, Rusia e Inglaterra, entre otros países, sin abandonar su querida Costa del Sol, ni dejar de llevar en su corazón al país que lo vio nacer.

“Yo no puedo escribir el manual del buen inmigrante, pero puedo citar una frase que alguna vez escribí: Cuando los sueños pierden la razón caen en un profundo vacío, se pierden en el tiempo y se los devora el olvido”, concluye.

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Destinos Inesperados es una sección que invita a explorar diversos rincones del planeta para ampliar nuestra mirada sobre las culturas en el mundo. Propone ahondar en los motivos, sentimientos y las emociones de aquellos que deciden elegir un nuevo camino. Si querés compartir tu experiencia viviendo en tierras lejanas podés escribir a destinos.inesperados2019@gmail.com . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/cambio-merlo-por-el-mediterraneo-y-a-los-56-logro-reinventarse-con-un-exito-impensado-hasta-el-aire-nid15112023/

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