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¿Cómo saber si estamos o estaremos en hiperinflación?

Los argentinos tenemos experiencia en materia hiperinflacionaria. Tuvimos la hiperinflación desatada durante el segundo trimestre de 1989, y las que surgieron a comienzos de 1976, 1990 y 1991 que,...

Los argentinos tenemos experiencia en materia hiperinflacionaria. Tuvimos la hiperinflación desatada durante el segundo trimestre de 1989, y las que surgieron a comienzos de 1976, 1990 y 1991 que, estadísticamente, no fueron tan significativas como la de 1989, pero porque fueron abortadas antes. Algunos países europeos en la década de 1920, China a fines de la década de 1940 y Bolivia a mediados de la década de 1980 experimentaron catástrofes similares. Hoy, algunos afirman que en la Argentina ya estamos en una hiperinflación, y otros (que se la dan de más prudentes) dicen que estamos al borde de la caer en ella. ¿Cómo saberlo?

Al respecto, consulté al inglés Peter James Niven Sinclair (1946 - 2020), quien estudió en la Universidad de Oxford y enseñó en su alma mater y también en la Universidad de Birmingham. Dirigió el Centro de Estudios de la Banca Central, en el Banco de Inglaterra. En una monografía que escribió con Bill Allen afirmó que la política monetaria tiene que ser inspirada en principios, de los cuales el más importante es: ¡no ocasiones daño! “Era notable su habilidad y su interés para hablar con sus alumnos en sus idiomas nativos. Su calidez y amabilidad eran legendarias. Nunca se burlaba de un error estudiantil. Si alguien decía que las curvas de oferta tenían pendiente negativa, él explicaba que la pendiente podía tener la inclinación contraria a la normal, antes de corregir lo que era un error evidente”, afirmó Diane Coyle.

Falleció víctima del Covid-19. Tengo identificados a 21 colegas que también perdieron la vida por el coronavirus, entre ellos los argentinos Manuel Luis Cordomí, Carlos Vido Kesman, Antonio Ignacio Margariti y Simón Teitel.

–¿Cómo sabemos si los habitantes de un país padecen hiperinflación?

–En 1956, Philip David Cagan publicó una monografía titulada La dinámica monetaria de la hiperinflación, basada en las experiencias hiperinflacionarias sufridas por Austria, Alemania, Grecia, Hungría, Polonia y Rusia. El episodio más conocido es el de Alemania, donde durante la primera quincena de noviembre de 1923 los precios al consumidor aumentaron 20%... ¡por día! Para tener una idea de lo que esto significa, hay que considerar que en julio de 1989 en la Argentina los precios al consumidor subieron 4% por día, y quienes vivieron la experiencia la recuerdan con horror.

–Son episodios muy breves, en términos del calendario.

–Como también lo son los terremotos y los pozos de aire que atraviesan algunos aviones, pero se trata de eventos tan intensos, que su duración parece “eterna”, y dejan secuelas. En el caso de las hiperinflaciones, una extrema sensibilidad por parte de la población.

–¿Cómo propuso Cagan definir un evento como hiperinflacionario?

–A través de un indicador numérico. Un país sufre hiperinflación si durante cierto período la tasa de inflación supera 50% mensual (1,5% equivalente diario). Indicador que nunca hay que utilizar en términos literales; a nadie se le ocurriría, seriamente, decir que si la tasa de inflación de un país pasó de 49% a 51% mensual, “cruzó la barrera de la hiperinflación”. De cualquier manera, hoy la cuestión se mira desde otra perspectiva.

–¿Cuál es?

–La de las razones que pueden originar el referido aumento de los precios. Me refiero, concretamente, a la evolución de la oferta y la demanda de dinero. Desde este ángulo, la hiperinflación se ausculta a partir de saber que la población huye de manera significativa, de la demanda de moneda local, tanto en efectivo como en depósitos denominados en la referida moneda. No es un criterio numérico y, por consiguiente, está sujeto a mayores polémicas, pero es más adecuado.

–En la Argentina, ¿estamos en hiperinflación? ¿Estaremos en hiperinflación?

–La hiper es como el tsunami. No avisa de manera nítida, pero cuando llega, como dicen ustedes, “agarrate Catalina”. Antes de que comprendiéramos a los tsunamis, cuando estábamos pasando un momento agradable en una playa y veíamos a un perro correr de la orilla del mar hacia adentro de la tierra, pensábamos: “Que perro tonto, perderse este momento tan lindo”. Y minutos después moríamos ahogados. Ahora que los comprendemos, cuando vemos a un perro alejarse de la playa, corremos a la par del canino.

–Buenísimo. Entonces, ahora sí sabemos cómo saber si estamos en una hiper o si se viene una.

–No tan rápido. Porque así como no cualquier viento u ola de mayor tamaño es el anticipo de un tsunami, no cualquier deterioro de los indicadores económicos es el anticipo de una hiperinflación. Y, mucho menos, como se dice, que el fenómeno aparecerá de manera “inexorable”. Recuerde aquello de que nunca digas nunca, ni nunca digas siempre.

–Lo de “agarrate Catalina” tiene que ver con la intensidad de una hiperinflación.

–Efectivamente. Los números de 1989 son elocuentes al respecto. El dólar libre pasó de 17 australes en enero a 40 a fines de marzo, y a ¡650! cuando, el 8 de julio de ese año, la presidencia de la Nación pasó de Raúl Ricardo Alfonsín a Carlos Saul Menem. Si a comienzos de abril de 1989 se hubiera hecho una encuesta entre los economistas, preguntando por la cotización del dólar en julio de dicho año, probablemente el más pesimista habría dicho 150, y habría sido criticado por exagerado.

–Lo cual explica algunos comportamientos precautorios, por parte de algunos oferentes.

–Menos masivos y más transitorios de lo que sugieren los medios de comunicación. Desabastecer un mercado en el nombre de que no se sabe cuál es el precio que hay que cobrar es una decisión extrema y muy transitoria. La enorme mayoría de los negocios sigue operando, utiliza la moneda local (aunque no tiene inconvenientes en recibir moneda extranjera, como medio de pago). La moneda local será una porquería, pero los tachos de basura no están llenos de ella.

–La tasa de inflación de aquí a noviembre afectará el arranque de la política económica del próximo gobierno.

–Muy probablemente, porque en el diseño y la implementación de la política económica con la cual comienza cualquier gobierno, las circunstancias con las que recibe la famosa “herencia” son un elemento fundamental para fijar los objetivos y encolumnar los instrumentos. Recordemos, al respecto, que la política económica es una sola, que existe dominancia fiscal, y que la política económica inexorablemente forma parte de la política-política.

–¿Qué quiere decir esto último?

–Que el primer “cliente” de una política económica es el presidente de la Nación, quien tiene que comprar lo que su ministro de Economía piensa hacer. Y tiene que hacer suyo el programa económico, no porque lo entienda en el plano técnico, sino porque tiene que respaldar a su ministro, para que haga frente a las presiones de los diputados, senadores, dirigentes sectoriales y regionales, etcétera.

–Don Peter, muchas gracias.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/economia/como-saber-si-estamos-o-estaremos-en-hiperinflacion-nid22102023/

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