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Crímenes y abusos contra los palestinos: esto tiene que acabar

Escribo estas palabras con un profundo dolor en el corazón. Llevo más de 15 años viviendo en Israel, un país que se ha convertido en mi hogar. Me duele porque, antes que todo, soy padre, hijo y...

Escribo estas palabras con un profundo dolor en el corazón. Llevo más de 15 años viviendo en Israel, un país que se ha convertido en mi hogar. Me duele porque, antes que todo, soy padre, hijo y hermano. Soy humano. Me duele porque creo en la democracia, la coexistencia y la paz.

Escribo estas líneas tras haber pasado casi tres años en el corazón del conflicto, encontrándome día a día con civiles palestinos. Con ellos compartimos reflexiones sobre la vida y el futuro, sobre sus sueños y nuestras realidades. Los acompañé a recibir tratamientos médicos en hospitales israelíes y estuve con ellos cuando celebraban sus fiestas religiosas.

Hoy digo con firmeza y dolor: esto tiene que acabar.

Pero no. No me refiero a la justa guerra de Israel contra la organización terrorista Hamas.

Me refiero al sufrimiento de los palestinos como consecuencia del control opresor de Hamas. El futuro trágico que Hamas ha creado para los palestinos por su obstinada obsesión de alimentar su maquinaria terrorista y de anteponer el odio a Israel sobre el amor a su propia gente.

Pero el primer responsable del sufrimiento de gran parte de la población civil en Gaza es la comunidad internacional.

Desde que Hamas tomó el control de la Franja de Gaza en 2007, la comunidad internacional ha mirado para el otro lado cuando Hamas pisoteaba de forma descarada cualquier regla establecida.

Para todos es sabido que Hamas lleva años profundizando su utilización de escudos humanos – colocando lanzaderas de cohetes y almacenes de armamento en casas, hospitales y escuelas; construyendo túneles subterráneos bajo zonas residenciales para efectuar sus actividades terroristas; disparando cohetes desde centros urbanos.

Las pruebas eran claras e innegables para quien las quisiera ver. Pero en lugar de condenar de forma contundente este flagrante crimen, la mayor parte de la comunidad internacional permaneció en silencio, permitiendo que los terroristas se atrincheraran en medio de los habitantes de Gaza. Lastimosamente ningún organismo tomó medidas claras para evitarlo, e incluso amarraron las manos de Israel cuando intentaba tomar acción contra este crimen

Durante años la comunidad internacional donó miles de millones de dólares en ayuda humanitaria destinada a proyectos para el bienestar de la población civil. Hamas secuestró esta ayuda y la desvió para el beneficio de sus actividades terroristas. Nuevamente, a pesar de que las pruebas eran claras e innegables, la comunidad internacional hizo poco y nada.

¿Cuántas escuelas, hospitales y casas podían haber construido en Gaza con miles de toneladas de concreto que entraron a la Franja en los últimos años? En lugar de eso, Hamas construyó cientos de kilómetros de túneles subterráneos.

Todo esto mientras en las calles, el Hamas controlaba con puño de hierro lo que ocurría en la Franja. Las minorías y los opositores eran perseguidos y oprimidos, los medios eran censurados frente a cualquier asomo de crítica a Hamas, las mujeres eran tratadas como seres de segunda clase al tiempo que en la TV del Hamas explicaban cómo deben ser las “palizas terapéuticas” del hombre a la mujer. Y las mismas organizaciones que dicen abogar por los derechos básicos de las minorías, las mujeres, los niños y la prensa, permanecían en silencio. Un silencio cómplice.

Pero a veces las organizaciones internacionales eran incluso parte activa del problema.

En las escuelas de la UNRWA (agencia de las Naciones Unidas para los refugiados palestinos) se incitaba al terrorismo y al odio contra Israel y los judíos. Los libros escolares glorificaban abiertamente el terrorismo, por ejemplo llamando “guerreros de la Yihad” a quienes asesinaban israelíes. En las clases los profesores utilizaban mapas de la región donde “Israel” brillaba por su ausencia y la milenaria historia judía era borrada por completo. Algunos maestros de la escuela, cuyos sueldos son pagados por la UNRWA, publicaban abiertamente en las redes sociales su admiración por terroristas que habían asesinado civiles israelíes. Poco y nada hizo la UNRWA para evitarlo o corregirlo.

En otro triste ejemplo reciente, el pasado 16 de octubre, la UNRWA había publicado en su cuenta de X que las autoridades de Gaza (es decir, Hamas) habían robado combustible de instalaciones de la ONU en la Franja. Poco tiempo después borraron el tuitt, intentando ocultar una realidad que está a la vista para quien desea ver: Hamas acapara los recursos de Gaza y los desvía para sus actividades terroristas.

UNRWA es un síntoma claro de la pérdida de brújula moral de la ONU y sus agencias. Una ONU que ha pasado a ser un organismo irrelevante, sesgado y hasta ridículo donde, por ejemplo, el representante del régimen de Irán preside el Foro Social de Derechos Humanos. Un régimen que, además de financiar a organizaciones terroristas en todo el mundo, es conocido por sus violaciones constantes de derechos humanos como la persecución de mujeres por incumplir sus reglas de “recato” o la opresión de manifestaciones en contra del régimen.

Pero por sobre todo, para que el futuro de Gaza y quienes ahí habitan pueda ser mejor, hay que acabar con los principales culpables: la organización terrorista Hamas. Una organización que cuando recolectaba cientos de millones de dólares al año en impuestos de los propios palestinos (además de las millonarias donaciones que recibía de la comunidad internacional), invertía el dinero en su maquinaria terrorista. Mientras el suministro eléctrico en Gaza era limitado y la calidad del agua era deplorable, en lugar de invertir fondos en el mantenimiento de plantas de tratamiento de agua o en la construcción de plantas para generar energía, invertían millones de dólares en terrorismo y armamento.

Incluso el combustible, del que tanto se habla en estos días, que solía entrar de a cientos de miles de litros a Gaza día tras día, en lugar de ser utilizado para alimentar debidamente las plantas eléctricas, era utilizado para ventilar los túneles subterráneos y armar miles de cohetes que eran disparados desde Gaza hacia Israel.

Hamas arruina el presente de los gazatíes al mismo tiempo que se asegura de que el futuro sea aún peor. Miles de niños y jóvenes de Gaza, por ejemplo, eran llevados año tras año a campamentos de verano donde les enseñaban a odiar a los judíos, los adoctrinaban para “cortar las gargantas de los judíos” y les lavaban el cerebro para que quieran matar y morir en nombre de Alá. Y tras 16 años de control de Hamas en la Franja de Gaza, la mayoría de la población palestina en Gaza hoy nació o creció siendo educados bajo esta ideología de odio.

La nula importancia que da Hamas a la vida de los palestinos se ha visto acentuada aún más en esta guerra.

Mientras Israel pasó más de dos semanas pidiendo a los civiles palestinos que evacúen el norte de la Franja de Gaza para que salgan de la zona de combate y se alejen del peligro, Hamas hizo todo lo que pudo para que permanezcan ahí y seguir utilizándolos como escudos humanos.

Cuando Israel pedía a los civiles del norte de Gaza evacuar por todas las vías posibles –lanzando miles de folletos en Gaza, haciendo llamados en redes sociales y en televisión abierta e incluso llamando a algunos residentes de Gaza – Hamas hacía todo lo posible para evitarlo. Hamas difundía comunicados oficiales pidiendo a los civiles del norte de la Franja que no se muevan, bloqueaban rutas para impedir físicamente la evacuación e incluso dispararon morteros y misiles antitanque hacia la ruta que se había establecido como corredor humanitario para permitir el paso de miles de personas.

Los líderes de Hamas dicen ser defensores del pueblo palestino, cuando la realidad es que el Hamas es la organización más antipalestina sobre la faz de la tierra.

El propio Ismail Haniyeh, cabecilla de Hamas, reconoció en 2020 en una entrevista con el medio qatarí Lusail, que rechazó recibir 15.000 millones de dólares en proyectos para la Franja de Gaza, incluida la apertura de un puerto y un aeropuerto, ya que a cambio le exigían renunciar a las armas y “en especial a los cohetes que impactan en Tel Aviv”.

Su odio a Israel es más grande que su amor por los palestinos.

Todo esto mientras Haniyeh vive cómodamente en Qatar con un patrimonio personal de millones de dólares, al igual que la mayoría de los cabecillas de este grupo terrorista.

Quien se considere a sí mismo “pro-palestino” o quien tenga un atisbo de humanidad en su corazón, debe decirlo fuerte y claro: esto tiene que acabar. Hamas secuestra la “causa palestina” y en su nombre masacra a más de 1.400 israelíes, viola mujeres, quema bebés, rapta a más de 240 personas y dispara más de 9000 cohetes contra Israel. Esto debe acabar.

La opresión del pueblo palestino, la utilización cínica de los civiles palestinos como escudos humanos, el adoctrinamiento masivo para convertir a niños y jóvenes en peones en el juego de la guerra santa, la forma en la que Hamas hipoteca el futuro de los palestinos para saciar su sed de sangre, todo esto debe acabar.

La organización terrorista Hamas debe desaparecer.

Más allá de que Israel tiene derecho a defenderse y garantizar que una masacre como la del 7/10 nunca vuelva a ocurrir, la acción decidida de Israel contra el Hamas debe seguir hasta desmantelar por completo a aquellos que han convertido en tragedia la vida de la mayoría de los palestinos en Gaza.

Venezolano residente en Israel, comunicador, exportavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel en los territorios en la unidad Cogat

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/crimenes-y-abusos-contra-los-palestinos-esto-tiene-que-acabar-nid08112023/

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