Cuando a River se le apagan las luces futbolísticas sale a flote con dos N° 9 que se reparten minutos y goles, sin egoísmo
Séptimo partido consecutivo en el que River suma y se consolida como puntero de la Zona A de la Copa de la Liga con goles de sus centro-delanteros. Miguel Borja y Salomón Rondón comparten la hab...
Séptimo partido consecutivo en el que River suma y se consolida como puntero de la Zona A de la Copa de la Liga con goles de sus centro-delanteros. Miguel Borja y Salomón Rondón comparten la habitación en la concentración y mantienen una relación afable y cordial, más allá de que compiten por un puesto, ya que Martín Demichelis rara vez los hace coincidir en la formación. Es uno u otro, dentro un esquema en la que la superpoblación está dada por los media-puntas.
Borja venía de marcar cuatro goles en los dos cotejos anteriores (Colón e Independiente). Suficiente para ganarse un lugar ante Gimnasia que no pudo defender con una eficacia similar ni con intervenciones colectivas destacadas. Fue una de las víctimas del embotellamiento que era el juego de su equipo, mientras Gimnasia estaba arriba en el marcador y bloqueaba todos los intentos.
Anulado el colombiano, Demichelis le dio pista a Rondón, determinante en el resultado al generar el empate y marcar el 2-1 con un bombazo. Noveno gol en 30 partidos (1265 minutos) para el refuerzo pedido expresamente por el entrenador, con quien compartió equipo en Málaga.
“Hay momentos en los que hay que ganar así”, reconoció Demichelis tras el encuentro. “Ganar así” debe leerse sin tener un buen rendimiento futbolístico. Por eso el entrenador rescató otras virtudes: “Dimos una muestra de valentía y carácter en la adversidad”.
Lo más destacado de Gimnasia 1 - River 2
A River se le atragantó su juego interno de elaboración, mérito de Gimnasia, que en el duelo táctico impuso su estrategia en el primer tiempo: presión cerca del círculo central con dos líneas de cuatro bien comprimidas y salida rápida y punzante para los dos delanteros. La fórmula le dio rédito temprano, a los 4 minutos, cuando Borja fue anticipado cerca de la línea media y a partir de ahí el Lobo gestó un avance por la izquierda que encontró a la defensa rival desacomodada y llegando tarde a cada duelo individual. Cristian Tarragona, atacante que suele darle satisfacciones a Gimnasia, tomó el despeje de Armani al remate de Abaldo y puso el 1-0. “Con su juego directo e intenso, Gimnasia nos hizo un partido muy equiparado”, admitió Demichelis.
La apertura del marcador no modificó los planteos porque en la naturaleza de River está asumir la iniciativa. Su circulación de la pelota por adentro se congestionó en el sistema de ayudas y coberturas que desplegaba Gimnasia. Entre Saravia y De Blasis quedaban varios de los intentos del equipo de Demichelis. Por ese sector, a Enzo Pérez y Aliendro les costaba meter el primer paso; Lanzini se enredaba, y Nacho Fernández y Barco trajinaban para encontrar algún margen de maniobra, que el Lobo no concedía.
River dejó las bandas para las subidas de los laterales, pero Simon no llegaba al fondo con desborde, sino que a la altura del área grande sacaba centros que encontraban bien parada a la defensa local. Del lado izquierdo ocurría algo parecido con Enzo Díaz, titular esta vez en lugar de Casco. La posesión le pertenecía a River, pero Gimnasia era más incisivo. Ramírez y González Pirez sostenían un mano a mano en el que se sacaban chispas, con saldo favorable para el delantero local, explosivo y muy exigente para cualquier defensor.
River estaba lento de reacción en defensa, distraído ante un rival muy concentrado y aplicado. Desabastecido por los generadores de juego, Borja quedaba desconectado, encerrado entre los zagueros centrales. El equipo de Demichelis se hizo previsible, repetitivo. Gimnasia jugaba con un punto de intensidad más alto, con los cinco sentidos puestos en cada pelota. Hacía un trabajo muy completo, sin sobrarle mucho en recursos técnicos, pero con un criterio colectivo superior al de su rival.
Gimnasia casi sorprende nuevamente en el arranque de la segunda etapa, con una tapada de Armani a un tiro de De Blasis dentro del área. Demichelis mantenía a los 11 titulares, pero ante la evidencia de que no había reacción posible metió tres modificaciones antes de los 15 minutos. Cambió al centro-delantero (Rondón por Borja) y sumó otros dos atacantes (Solari por Aliendro y Colidio por Nacho González). Lanzini pasó a ser el escudero más cercano de Enzo Pérez. “Por suerte los cambios entraron bien. Esta vez, la tenencia no terminaba de gravitar”, agregó Demichelis.
El desarrollo seguía siendo trabado para River. En una tarde en la que la inspiración parecía ausente, una cuota de fortuna se alió con el líder la Zona A para llegar al empate. El córner de Barco fue conectado de cabeza por Rondón, que le ganó la posición a Morales; tras el rechace de Durso, la definición de Colidio se desvió en los glúteos de Paulo Díaz. No es el primer gol al estilo fliper de River en la copa; Rondón en un par de oportunidades y Borja también convirtieron de rebote.
La igualdad representó un golpe anímico para Gimnasia. Aflojó por un momento y Rondón se iluminó como no lo habían hechos sus compañeros con un derechazo cruzado que se estampó en un ángulo. “Un golazo”, dijo luego el venezolano, sin falsa modestia. El Lobo se revolvió con furia ante la derrota imprevista. Armani le tapó a Abaldo, mientras Demichelis armaba una línea de tres zagueros con la entrada de Funes Mori. Leonardo Madelón se desbordó en la protesta por supuesto penal de Enzo Díaz a Abaldo y se fue expulsado. Del otro lado, Rondón dio otra muestra de lucidez con una habilitación a Solari que tapó Durso. Final caliente en el Bosque, donde River estaba perdido y encontró el atajo al triunfo en cuatro minutos, con la guía de Rondón.