Daniel Villafañe y el miedo a “perderlo todo”: “Si hubiese nacido en Estados Unidos, sería campeón mundial”
Daniel Villafañe fue el ganador de la prueba de anillas de gimnasia artística y recibió ...
Daniel Villafañe fue el ganador de la prueba de anillas de gimnasia artística y recibió una de las 58 medallas de oro que obtuvo la delegación argentina en los Juegos Suramericanos de Asunción en 2022, que ubicaron a la Argentina en el tercer lugar detrás de Brasil y Colombia. Cuando subió al podio para recibir el premio se llevó las manos a la cara intentando disimular la emoción, pero fue imposible. El recorrido previo a esa competencia se le instaló en la mente de inmediato.
“Cuando me vi en el podio sabiendo en las condiciones que había logrado ese medalla me dio mucha impotencia y exploté. Durante todo ese año estuve luchando contra ataques de ansiedad, la plata no me alcanzaba y tuve que pedir prestado a mis viejos. La pasé muy mal, a pesar de eso me seguí entrenando y no bajé los brazos. En ese momento la bronca se mezcló con la alegría y fue mi manera de expresar lo que sentía”, le dice a LA NACION Daniel Villafañe, integrante de las Águilas, la selección masculina de gimnasia artística que competirá en los Juegos Panamericanos de Santiago de Chile 2023.
Le realidad que enfrenta un atleta de alto rendimiento es compleja y contradictoria. Por un lado, los éxitos deportivos son aplaudidos y muchas veces usados para expresar parte de la identidad del país, pero la retribución económica por conseguirlos es muy baja y además está cargada de incertidumbre. Las becas que otorga la Secretaría de Deportes y el Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Enard) están atadas a los buenos resultados, lo que implica que una mala racha, un período largo de lesión o un bajón anímico, probablemente desemboque en la pérdida del apoyo económico.
“A veces me resulta demoledor manejar el desgaste del día a día, de no llegar con la plata, de ver que resigno muchas cosas de mi vida personal, y en paralelo la preocupación permanente de saber que si no logro los resultados se me corta el chorro”, afirma Daniel, quien cosechó buenos resultados en las Copas del Mundo de Hungría y París 2023. “Gestionar el nerviosismo o las situaciones previas a las competencias no es una dificultad porque a eso estoy acostumbrado, la presión es la incertidumbre por lo que puede pasar en el futuro y la falta de recursos”.
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El Enard se creó en 2009 a partir de la ley 26.573. Es un ente bipartido por el Comité Olímpico Argentino (COA) y la secretaría de Deportes de La Nación. Brinda apoyo económico a los atletas través de las becas que otorga, que se suman a las que también entrega, justamente la secretaría y es el encargado de proveer equipamiento deportivo para el desarrollo de cada disciplina, además de coberturas médicas y otras necesidades.
Villafañe, que obtuvo este año una medalla de bronce en la Copa del Mundo en Szombathely en Hungría, fue también medalla de oro en anillas en los Juegos Suramericano 2022 y de bronce en salto; medalla de oro en anillas en el Campeonato Panamericano de Gimnasia Artística de Medellín 2022 y bronce en all around por equipo en los Juegos Suramericanos Cochambamba 2018. Recibe una beca de la secretaría de Deportes y otra del Enard, pero entre las dos no alcanzan una cifra para él suficiente.
“A partir de la creación del Enard la situación de los deportistas mejoró mucho, pero en lo últimos años, con la crisis del país, el dinero que recibimos fue cada vez menos. El año pasado no se actualizaban los montos y lo que recibía era el equivalente a 200 dólares”, explica Daniel, que estudia profesorado de Educación Física en el Instituto Romero Brest.
El sistema de becas y el apoyo que se implementó desde 2009 para que los atletas de alto rendimiento compitan a primer nivel funciona correctamente pero es insuficiente y obliga a los deportistas a vivir perseguidos por lograr un resultado para no perder las becas. Por otra parte no contempla un mayor apoyo de acuerdo a acumulación de logros o por una reiteración de objetivos alcanzados. “Un deportista de 17 años, que recién ingresa a una selección o que gana una medalla, recibe lo mismo que yo, que tengo más de diez años en el primer nivel y con medallas panamericanas, sudamericanas y en copas del mundo”, resalta mostrando lo que él considera como algunas de las falencias del sistema.
Otro aspecto que muchos deportistas marcan es la dificultad que representa para los atletas del interior del país no contar con los medios necesarios cuando solo existe un centro de alto rendimiento en Buenos Aires, lo que deja afuera a muchos. “Es cierto que el Enard ayuda y que contamos con algunas herramientas, pero al deporte de alto rendimiento le falta mucho apoyo, si lo que pretendemos es tener buenos resultados y atletas para toda la vida, que luego de competir mantengan el legado y le enseñen a los que vienen atrás”, analiza Daniel. “Yo creo que el sistema se aprovecha de la vocación de los deportistas y de los entrenadores y se sostiene, sobre todo por eso”.
Villafañe es una excepción en el mundo de la gimnasia artística porque a los 30 años sigue compitiendo en el primer nivel y logró su explosión deportiva a los 23, cuando muchos otros atletas abandonan la actividad. “La gimnasia es una disciplina muy demandante y además comenzamos desde muy chicos. Practico este deporte desde los siete años y a partir de los 11 comencé a entrenar diariamente, pero los buenos resultados llegaron de grande. Creo que eso me ayudó porque en ese momento estaba más maduro, y el sacrificio y la dedicación tan exigente fueron una elección mía. Muchos chicos entran en esto sin entender el costo. Se saturan y abandonan el deporte prematuramente. Para mí, el éxito tardío fue una gran ayuda”, cuenta el gimnasta, que mantiene una mirada crítica pero a la vez reflexiva acerca del deporte.
Los Juegos Panamericanos, la Copa del Mundo del año próximo y la ilusión por estar en París 2024 son los objetivos que tiene por delante, aunque busca escaparle a la presión. “Prefiero mirarlo desde la perspectiva del deseo y mis propias ganas, y no sentirlo como una presión, porque a veces los resultados no se dan como esperamos y es muy duro lidiar con eso. Creo que no le debo nada a nadie y que lo hago por mí”, dice, mientras explica que sueña con ganar medallas allí y plantea cómo es el proceso de preparación para una rutina que dura un minuto. “La gimnasia tiene algo bueno y es que te entrenás durante mucho tiempo para algo que difícilmente te sorprenda con circunstancias inesperadas. Eso si lo comparo con los deportes de equipo donde se generan cientos de combinaciones y eventos repentinos donde hay que improvisar”.
La gimnasia artística es una actividad donde el espectáculo se genera a partir de una rutina en la que el atleta busca acercarse a la perfección y en la que la sorpresa solo se presenta expresada a partir de la ausencia del error. Esto conforma un espectáculo estéticamente sorprendente pero también previsible, lo que le quita cierta masividad y lo acota en término de concurrencia.
“Para estar entre los mejores del mundo tenés que vivir en una situación de presión permanente, porque el entrenamiento es muy doloroso e incómodo. La dieta, la intensidad de la rutina, la cantidad de horas, conforman un escenario de stress y llevarla adelante me genera una pesadez mental importante. Me pone en una situación límite. Cuando me subo a las anillas, lo doy todo, pero termino y no puedo más. Tengo que huir para espantar los demonios que me invaden”, explica.
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A su dedicación de tiempo completo como gimnasta le agrega su rol de profesor en el Club Comunicaciones y además suma una tercera actividad que ejerce ad honórem: “Soy representante de atletas ante la Confederación Argentina de Gimnasia. Mi objetivo es que ellos no pasen por algunas cosas malas como me tocó vivir a mí, evitar obstáculos innecesarios asociados a la desinformación. Yo fui al nutricionista porque se me ocurrió a mí, lo mismo a un psicólogo a pesar de que tenía una obra social que me lo cubría”.
Y sigue: “La primera vez que consulté a un nutricionista tenía 27 años y ya había ganado varias medallas en Juegos Suramericanos y Panamericanos. Empecé a mejorar cuando me di cuenta que me ganaba gente menos fuerte que yo y ahí me di cuenta que no alcanza solo con entrenar. El tema es que se me pasó mucho tiempo”, sostiene Daniel y remata con una afirmación que deja clara su mirada acerca de las dificultades que enfrentan los deportistas: “Si hubiese nacido en Estados Unidos sería campeón del mundo”.
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El entorno cercano al deporte amateur se encuentra en un estado de alerta por la medidas que pueda tomar el próximo gobierno. Pocos quieren expresarse al respecto y la mayoría prefiere no aventurar una opinión, pero las expresiones de Javier Milei y sus gestos grandilocuentes con la motosierra son una señal de alerta para los atletas de alto rendimiento que se sostienen a partir del sistema de becas de la secretaría de Deportes y del Enard. “No tengo idea de lo que puede pasar, pero te aseguro que estoy preocupado porque si me quitan la beca, igual que el 95% de los atletas, tengo que dejar la gimnasia y buscar un nuevo trabajo”, afirma, dejando en claro que para los deportistas la idea de recorte de gastos podría significar la agónica muerte de los deportes que no se sostienen con un modelo de mercado.
Durante los Juegos Panamericanos de Santiago 2023, irá en busca de una nueva medalla porque cree que no alcanzó su techo y todavía puede superarse. Para llegar al sueño olímpico, que todavía parece lejano, le resta conseguir alguna presea en Chile (y con ello una de las plazas que da su deporte a la máxima cita multidisciplinaria del próximo año): “Voy paso a paso e intento disfrutar de cada una de las competencias y si todo va bien mi ambición es llegar al Mundial de 2025″, un compromiso que todavía no tiene sede definida.
“Podría retirarme hoy y estaría casi conforme con lo que hice, porque soy conciente de las condiciones en las que lo logré, y siento que no le debo nada a nadie. Sin embargo, todavía quiero un poco más. Creo que tengo nivel mundial y quiero materializar mi deseo en un resultado concreto”, cierra.