De la “resistencia con aguante” a la “oposición tiempista”, el peronismo ya discute cómo se para frente a Milei
Mientras elabora el duelo político, visible en los rostros de sus principales dirigentes, por tener que dejar el poder mucho antes de lo que hubieran pensado, se va haciendo palpable al interior d...
Mientras elabora el duelo político, visible en los rostros de sus principales dirigentes, por tener que dejar el poder mucho antes de lo que hubieran pensado, se va haciendo palpable al interior del peronismo un cruce de opiniones sobre cómo debe pararse la fuerza frente al inicio del gobierno de Javier Milei. Están los que casi por inercia insisten con la lógica kirchnerista de la “resistencia con aguante”, ejecutada a rajatablas contra Mauricio Macri desde 2016, y los que ahora proponen moldear una “oposición tiempista”, que incluye la posibilidad de dejar avanzar al nuevo presidente, sin bloquearlo en lo inmediato.
Según pudo saber LA NACION, esta segunda postura sería mayoritaria dentro del espacio que se denominó Unión por la Patria en la campaña presidencial y conlleva la intención de sus jerarcas de no ser acusados de boicotear al nuevo gobierno pero, a la vez, de exponer enteramente a Milei con el costo político y social del ajuste que -están seguros Cristina Kirchner, Sergio Massa y Axel Kicillof- sobrevendrá en los próximos meses. Casi una forma de decir que los argentinos que votaron al libertario necesitan sentir en carne propia los efectos de una política económica que, de antemano y sin autocrítica, consideran “catastrófica”.
En ese tren, no sería de extrañar que los bloques del PJ de la Cámara de Diputados y el Senado colaboren con la aprobación del Presupuesto 2024 -si es que el nuevo gobierno no considera más beneficioso prorrogar el actual- y la reforma de la Ley de Ministerios, proyectos con los que Milei piensa recortar las cuentas públicas y no dejar la motosierra de la campaña en el baúl de los recuerdos. En un peronismo que regresa herido a la oposición, porque el nuevo presidente le arrebató votos propios, la estrategia que se va delineando en conversaciones informales es esperar a que las políticas libertarias decanten en la consideración popular.
Como sucedió en 1983 después de la derrota con Raúl Alfonsín o en 1999 cuando perdió con Fernando de la Rúa, el peronismo regresa a la oposición sin un liderazgo excluyente. En la década del ´80 alumbró la renovación que derivó en una interna en la que Carlos Menem derrotó a Antonio Cafiero en 1988, mientras que en 2003 Néstor Kirchner llegó al poder con pocos votos y recién pudo consolidarse en las intermedias de 2005, tras doblegar al duhaldismo. En 2015, luego de la derrota de Daniel Scioli con Macri, Cristina Kirchner volvió al llano pero mantuvo el liderazgo del PJ. Sin embargo, su predicamento interno ya no tiene la misma potencia.
Cristina Kirchner ya avisó que no piensa retirarse de la actividad tras sus últimos cuatro años como vicepresidenta de Alberto Fernández -una experiencia que la frustró políticamente- y luego de algunas semanas en El Calafate, se instalará en la oficina principal del Instituto Patria, a solo dos cuadras del Congreso. La expresidenta tuvo en la transición con Victoria Villarruel un par de gestos simbólicos que no la ubicaron en el lugar de una oposición cerrada: no solo recibió a su sucesora en el Senado, sino que además envió a los legisladores kirchneristas -que solo responden a sus órdenes- a que se reunieran con ella. Como si quisiera enmendar el error que cometió con Macri en 2015.
“Pero Cristina ya no será la fronting del peronismo”, deslizó un dirigente de la primera línea del PJ que ve a la expresidenta más en el papel de consejera y articuladora, que en el de primera figura de cara a las elecciones legislativas de 2025. A su vez, un sindicalista de la mesa chica de la CGT amplió ese desplazamiento de los primeros planos de la fuerza al resto del kirchnerismo y a La Cámpora. “Todavía nos tienen que explicar por qué espiaban a los propios compañeros”, sostuvo con acidez, en referencia al caso de Fabián “Conu” Rodríguez. Tal vez, dentro de ese sector del peronismo el que mejor parado quedó tras la oleada libertaria fue el reelecto gobernador Kicillof.
Casi como un acto reflejo, los kirchneristas comenzaron a mirar a La Plata como una postal del desamparo que les provocó la ausencia de Cristina y el papel secundario que cumplió Máximo Kirchner en la reciente campaña electoral. Pero el gobernador bonaerense, que podría encabezar un recambio generacional, tiene sin embargo escaso margen para hacer kirchnerismo explícito. De hecho, en la transición privilegió su acercamiento a Guillermo Francos, el ministro del Interior de Milei, que tendrá un rol preponderante en el contacto con los gobernadores y los intendentes. Y acaba de confirmar a Gabriel Katopodis, un hombre del peronismo antes que del kirchnerismo, como su nuevo ministro de Infraestructura.
Con la sombra de Máximo proyectada en distintos resortes de poder en la Provincia, como lo demostró el nombramiento de Alejandro Dichiara como presidente de la Cámara de Diputados, Kicillof tendrá en Katopodis a un dirigente que traspasó las fronteras bonaerenses y que tiene buena relación con intendentes y gobernadores del PJ. Pero “Axel está más preocupado por pagar los aguinaldos, que por el futuro del peronismo”, ironizó uno de los pocos funcionarios de Alberto Fernández que no cayó en la irrelevancia en el último año. En la discusión económica que viene, Kicillof tendrá mucho para decir por su expertise en la materia. Ya colaboró en el armado del proyecto que impulsó el entrerriano Rogelio Frigerio para que las provincias tomen la mitad de la recaudación del impuesto al Cheque.
La nueva etapa de Massa“Por sí o por no ¿Te vas a radicar en el exterior?”, le preguntaron la última semana a Massa, luego de que dejara trascender que dos fondos de inversión estadounidenses y un tercero de origen británico le hicieron propuestas para contratarlo de cara a 2024. La respuesta de quien fuera el funcionario más fuerte del Frente de Todos -y luego candidato presidencial de Unión por la Patria- fue que la actividad privada le demandará algunos días al mes fuera del país, pero que en rigor piensa instalarse en su oficina de Avenida del Libertador 850 -actual sede del Frente Renovador- para armar desde allí la Fundación Encuentro, con la ayuda de dirigentes y técnicos que lo acompañaron en la gestión.
En coincidencia con el tiempismo político que perfila el PJ en su regreso al campo opositor, Massa asegura a sus interlocutores que transcurrirá los próximos meses alejado de los primeros planos, pese a que su personalidad le demanda protagonismo y siempre ejerció el liderazgo de manera natural. Su encuentro reservado con Milei el domingo pasado, una semana antes de la asunción del libertario, marcó no solamente la agenda de la transición económica sino que le sirvió al jefe renovador para semblantear al nuevo presidente y hacerse una idea de sus planes en forma directa.
“¿Vamos al combustible con precio liberado sí o no? ¿Vamos a la eliminación de los subsidios por completo sí o no?”, lo escucharon preguntar a Massa en un encuentro a puertas cerradas en el quinto piso del palacio de Hacienda, en el que pasó los últimos 14 meses de su vida y en el que convivió, este año, con la candidatura presidencial. “Si Milei elimina los subsidios -razonó Massa en ese ámbito-, tiene la legitimidad para hacerlo porque lo dijo en la campaña, pero lo que habrá que ver después es cómo reacciona la gente”. Ahí estará el quid de la cuestión para el peronismo en la oposición.
Más allá del saldo neto institucional por el que pudimos retener el poder en provincias, municipios y bancas, @SergioMassa merece un reconocimiento político y simbólico especial, por su esfuerzo, por la campaña, y por lo que significa para Argentina 🇦🇷 la unidad del peronismo.
— Sebastian Galmarini (@SebasGalmarini) November 29, 2023En el entorno de Massa, donde Sebastián Galmarini tiene un espacio propio, destacan que más allá de haber perdido la elección presidencial, el tigrense regresa al campo de la oposición con “capital político y simbólico” en sus alforjas. Uno de ellos, sino el principal, es haber hecho una buena elección el 22 de octubre, en la que salió primero con el 37% de los votos y contribuyó a que el peronismo mantuviera bloques numerosos tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado. “Ese día estuvimos a solo tres puntos de ganar en la primera vuelta; la verdad no lo planificamos así y pudimos haber hecho algo más”, reconoció un ministro nacional saliente, que podría recalar junto a Kicillof en la Provincia.
“Sí, es por ahí”, dijo por su parte una diputada de UP luego de que el bloque propio de la Cámara baja consiguiera mantener su unidad y alejara el “morbo de la ruptura”, según definió. Claro que, para lograr eso, los bonaerenses que son preponderantes en el peronismo a nivel nacional accedieron a integrarse a una “mesa federal” en la que seguramente tendrán peso específico los gobernadores, que son quienes deben afrontar en primera línea la relación política y económica con la administración de Milei. No es para menos: elección tras elección queda comprobado que al PJ ya no le alcanza con ganar en la provincia de Buenos Aires.
El papel de los gobernadores¿Cómo jugarán los gobernadores peronistas y sus aliados en la etapa que viene? “En principio están en pánico porque ven desorden e imprevisibilidad”, alertó un dirigente que sigue de cerca sus movimientos. De hecho, la idea de que el peronismo no haga una oposición cerrada en el comienzo de la gestión de Milei responde también a la necesidad de los gobernadores de mantener una sintonía con la Casa Rosada y el ministerio de Economía en busca de financiamiento. El contacto directo de Kicillof con Francos -a quien invitó a una reunión con sus pares en el Banco Provincia- es una clara muestra de ello.
En materia de liderazgos, Kicillof deberá saltar la valla histórica de los mandatarios bonaerenses, dominada por la resistencia de sus pares del interior del país a seguir los lineamientos de “los porteños”. Aunque el peronismo del interior del país viene de sufrir un duro golpe electoral este año: perdió provincias en las que siempre gobernó, como San Luis, y otras con fuerte predicamento histórico como Santa Cruz, Chaco y San Juan. La derrota en Santa Fe anticipó que la región central y productiva de la Argentina era favorable a un cambio, que finalmente terminó encarnando Milei.
En ese punto, no asoma un jefe natural entre el peronismo de las provincias: algunos empiezan a mirar al cordobés Martín Llaryora, por sus características personales y políticas, pero la alianza de Juan Schiaretti con el presidente Milei aleja por el momento esa posibilidad. En cambio, el que seguramente tendrá predicamento en el futuro del PJ será Gildo Insfrán, el formoseño que encabeza el Congreso nacional del partido.
Insfrán no encarna, por cierto, la renovación del peronismo, pero siempre está en una segunda línea defensiva que se torna importante en momentos como el actual. A tal punto, que José Mayans -su hombre de confianza en Buenos Aires- seguirá liderando uno de los bloques del PJ en el Senado, donde ya queda claro que Cristina Kirchner no teledirigirá a esos legisladores desde el Instituto Patria. De los 33 senadores que le quedan a UP, solo una docena de ellos responden directamente a la expresidenta.
Más allá de lo que ocurra en las alfombras del palacio legislativo, para el peronismo se abre también una etapa de movilización, que será primero encarnada por las organizaciones sociales y luego -llegado el caso- por los sindicatos. “La CGT dependerá, como siempre, de las circunstancias. Nosotros podemos dialogar, pero hasta un límite”, avisó un hombre de la mesa chica de la central obrera, que no le hizo ni un solo paro a Alberto Fernández en los últimos cuatro años. En ese grupo algunos ya le ponen una ficha a Jorge Sola, vocero cegetista y del ramo del Seguro, como un recambio potable a mediano plazo.
“Entre los trabajadores formales, nosotros ganamos 53 a 47. Pero el problema lo tenemos entre los informales”, admitió un dirigente sindical al que no deja de llamarle la atención que Milei haya alcanzado tanto predicamento entre los precarizados. Ese fenómeno, que en algún momento caracterizó a Carlos Menem -apoyo de sectores populares, a la vez que una alianza con grupos dominantes- es observado en el peronismo con una marcada preocupación. ¿Cuál será su límite político? “La venta de Vaca Muerta, la paralización de la obra púbica, el aumento indiscriminado de las tarifas”, respondió un ministro al mismo tiempo que empezaba a sacar sus cosas del despacho que ocupó en los últimos cuatro años.