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De la fiesta a la desazón: los hinchas de Boca ganaron en las tribunas, pero no se quedaron a saludar al subcampeón

La fiesta de Boca durante todos estos días previos en Copacabana. Las historias increíbles de miles de hinchas, entre los que viajaron a Río de Janeiro por tierra, por aire, desde diferentes par...

La fiesta de Boca durante todos estos días previos en Copacabana. Las historias increíbles de miles de hinchas, entre los que viajaron a Río de Janeiro por tierra, por aire, desde diferentes partes del planeta, con un auto desde Argentina, solos o en grupo y hasta caminando a medida que el dedo pedía la ayuda de los autos para movilizarse hasta pasar la frontera. Todo quedará entre los recuerdos de la Copa Libertadores de 2023, pero del lado de Boca será sólo eso. La tristeza en los hinchas vuelve a ser grande: otra vez la séptima se hizo esquiva.

Conmovió el movimiento azul y oro en Río de Janeiro. La espera se hizo larga, ya que desde el lunes pasado llegaron hinchas, desde pequeñas porciones hasta llegar el grupo masivo que se vio en el banderazo del viernes, y otros muchos fanáticos en la mañana del propio sábado.

Pasado el mediodía el estadio Maracaná abrió sus puertas y los privilegiados que tenían tickets comenzaron a ingresar. Muchos volvieron a sufrir la represión policial de los últimos días, esta vez por el amontonamiento frente a las vallas. Lo que parecía controlado y ordenado pasó a recibir palazos contra hinchas que solamente caminaban o se posicionaban en el lugar indicado. También estuvieron los infaltables gases lacrimógenos para dispersar a la gente. Incluso, algunos ya habían padecido un nuevo ataque de simpatizantes de Fluminense, aparentemente los barrabravas, en este caso en una de las salidas de la estación de subte.

Así y todo, el pueblo boquense que pudo entrar al estadio armó una verdadera fiesta. No constante, es cierto. La tribuna cabecera se colmó con mucha anterioridad al encuentro y el alarido se hizo sentir. En muchos momentos, la Bombonera se trasladó a Río de Janeiro. El grupo musical Yerba Brava tocó su tema La cumbia de los trapos, del que Boca casi se adueñó, y con él aumentó la furia de cada garganta xeneize.

Durante un gran tramo del primer tiempo el público azul y oro le ganaba en potencia al carioca. En el estadio que suele utilizar el rival, Boca fue el que le puso más color a lo que pasaba fuera del campo. Claro que los nervios fueron apagando tanto fervor: aumentaron desde el gran gol de Germán Cano y el ambiente xeneize pasó a ser de absoluta tensión.

Así como, en contrapartida, llegó la explosión con el golazo que inventó Luis Advíncula. La red se movió a los 27 minutos del segundo período. Quedaban 22 minutos –incluido el tiempo adicional– por desarrollarse y el tanteador estaba equilibrado. Los cantos cobraron vida, pero también la angustia mantuvo a mucha gente limitada a mirar las acciones de su equipo, sin emitir palabra.

Y más aún en el tiempo suplementario. El suspenso era muy grande. Y la frustración pasó a ser mayor que éste cuando el remate de John Kennedy sacudió la red custodiada por Sergio Romero a los nueve minutos. Toda una decepción, que Boca no supo revertir. Así como el hincha fue llenándose de desazón, en el campo los jugadores fueron quedándose sin piernas ni caminos.

Por orden policial, pero también por la decepción que llevaban a cuestas, miles de hinchas de Boca no se quedaron a reconocer al plantel subcampeón y dejaron las gradas muy pronto. A muchos otros, fuera del estadio, no les importaba tanto no tener entradas, pero sí estar en el sitio en el que el club levantaría eventualmente la Copa Libertadores tras 16 años. La séptima sigue haciéndose rogar. Por lo menos, un año más.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/deportes/futbol/de-la-fiesta-a-la-desazon-los-hinchas-de-boca-ganaron-en-las-tribunas-pero-no-se-quedaron-a-saludar-nid04112023/

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