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De la K a la W: qué cruel puede llegar a ser el destino

Hay que decirlo: a fuerza de golpes, Cristina aprende. La vez pasada se inventó una fórmula para ganar las elecciones, ganó y le fue espantosamente mal. Ahora acaba de parir una fórmula para pe...

Hay que decirlo: a fuerza de golpes, Cristina aprende. La vez pasada se inventó una fórmula para ganar las elecciones, ganó y le fue espantosamente mal. Ahora acaba de parir una fórmula para perder, y le va a ir bien: va a perder.

Pero como en cualquier caso el cristinismo iba camino de una catástrofe, mejor “morir con la nuestra”; con uno de los nuestros, Wado, Wadito, representante cabal de la generación diezmada: diezmada de candidatos. Ya pasar de la mítica K, sinónimo de poder y fortuna, a la desvaída y extranjerizante W, que solo se usa en palabras originarias de otras lenguas, supone un dramático descenso a las zonas menos glamorosas del abecedario político. En estos tiempos, la W remite a Wikipedia, la enciclopedia a la que medio país estará consultando para ver quién corno es este tipo. No hace falta, yo les cuento: es línea fundadora de La Cámpora y orgulloso miembro de la patria sojera; ministro del Interior de Alberto y francotirador de los Kirchner que lleva cuatro años haciendo blanco en Alberto; franelero de sindicatos y, diez minutos después, de las cúpulas empresarias; contertulio de jóvenes para la liberación y del embajador yanqui; un moderado que convalida el levantamiento terrorista de Jujuy. En fin, alguien especialmente dotado para el arte siempre complejo de la contradicción. Ah, es copia fiel de Esteban Lamothe; tremendo actorazo este Wado.

Lo acompaña en la fórmula el tucumano Juan Manzur, porque después del escándalo de Chaco se imponía una reivindicación del feudalismo peronista. Juan fue jefe de Gabinete de este gobierno, donde dejó su impronta: llegaba a la Casa Rosada a las 6 de la mañana solo para importunarlo a Alberto, que llegaba a las 6 de la tarde. Dejaba trascender que también los ministros eran unos holgazanes, y que su designación buscaba darle musculatura política al cargo. Pero perdió todas las pulseadas y tuvo que irse; ganaron los vagos. Volvió a su tierra y, aunque la Corte le impidió ser candidato a vicegobernador, fue un eficiente organizador del programa de asistencia directa al votante; dicho en tucumano, “plan platita dulce”.

A mí me da mucha lástima lo de Massita, por varios motivos. El principal: si la ambición de ser candidato era su principal estímulo para bajar la inflación, ahora, a llenar rápido los changuitos; mete miedo lo que puede pasar con un Sergio con la guardia baja, derrotado, tristón. Segundo, me preocupa el destino de los dólares que su gente venía recaudando gracias a los permisos de importación: resentido como está, podría fugar esas divisas al exterior, o fugarse con ellas, o poner una cueva en la City, o aparecer en un video contando money en un departamento de Puerto Madero, o instándola a Malena a renovar su vestidor; porque a Malena de alguna forma hay que compensarla: hace rato que se venía haciendo los rulos. Tercero, nos perdimos la posibilidad de que Massita llegara a la presidencia y orquestara el más feroz lawfare contra Cristina que se haya visto jamás; seguramente Cris lo sabía y por eso no fue el señalado por su dedo. Igual, aprovecho para desmentir que se le pueda aplicar al Mago eso de que en estos momentos “todos los bondis lo dejan bien”. El hombre tiene sus principios: no está dispuesto a ser candidato a vicepresidente en una fórmula con Scioli. Con la simpática perfidia que le han dado los años, Scioli sería muy capaz de ofrecérselo; para hacerla completa, lo anunciaría en un tuit.

Hablando del querido Daniel, buenísima idea llevarlo a Hugo Moyano al frente de la lista de diputados: el Congreso anda necesitando aire fresco, renovación, gente no contaminada y, sobre todo, una task force de matones poniendo orden en las bancas. Casta sindical mata casta política.

Sobre los acontecimientos de Jujuy me gustaría decir que este gobierno no se preparó para gobernar, pero sí para ser oposición. Un kirchnerismo opositor no puede dejar de tener un delivery de 500 tipos entrenados en insurgencia urbana. En la asonada de esta semana se vieron algunos desajustes: mochilas con millones de pesos, whatsapps incriminadores, porteños disfrazados de coyas, camiones con mano de obra contratada en Bolivia, una chica que se autolastima sin percatarse de que la estaban filmando, incendios que se apagan… Morales reprimiendo a forajidos: le dieron la plataforma soñada para el anuncio de su candidatura a vice de Larreta. Muchachos, tienen que ser más profesionales. Tomémoslo como un ensayo: van a tener cuatro años para afinar esta modalidad de democracia directa, que se expresa en las calles y en las plazas. Así fue en el origen. Quién iba a decirlo: Atenas como fuente en la que abreva el kirchnerismo salvaje.

En Chaco las cosas no van bien: asistimos al espectáculo atroz de una madre que acusa a su hijo, y del hijo que acusa a su madre. Ahí la inspiración no es tan remota: Cristina y Alberto. ß

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/de-la-k-a-la-w-que-cruel-puede-llegar-a-ser-el-destino-nid24062023/

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