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Después de la guerra. Enfrentó el silencio, traumas, se reinventó varias veces y hoy luce un emprendimiento de alta gama cerca de Talampaya

Como tantos conscriptos vio cortada su juventud con la guerra. Sebastián es hijo de un súper deportista que lo intentó todo: Eduardo Angel Contini quedó viudo con 5 hijos cuando Dalia Croci m...

Como tantos conscriptos vio cortada su juventud con la guerra. Sebastián es hijo de un súper deportista que lo intentó todo: Eduardo Angel Contini quedó viudo con 5 hijos cuando Dalia Croci murió a los 5 años de Sebastián. Eduardo sacó solo a todos adelante, los 5 siguieron estudios universitarios.

Sebastián había comenzado la universidad y el servicio militar interrumpió la cursada. Soldado conscripto de la clase 62, tuvo dos meses de instrucción en Punta Indio y pasó luego al departamento de suministro de la Armada. Cuando faltaban 10 días para la baja lo destinaron al destructor Bouchard para trabajar como radio operador y radio mensajero. La guerra de Malvinas se había desatado. El destructor Bouchard participó en la recuperación de las islas. Más tarde, el primero de mayo, junto con el destructor Piedrabuena, escoltaban al General Belgrano al momento del hundimiento. Durante los cuatro días siguientes participó con sus compañeros de navegación en el rescate de los náufragos. “El destructor Bouchard fue un barco que tuvo un rol destacado en ese tiempo y se conoce poco -relata-. Era un barco del año 1944. Tenía un poder de fuego muy importante conocido por sus cañones y otros armamentos, contaba con 30 torpedos aproximadamente, erizos, ametralladoras y cañones de 127 MM. No estábamos demasiado acostumbrados a una navegación en los mares del Sur con olas gigantes y con vientos enormes y con mucho frío. Sentí miedo cuando escuché del propio comandante nuestra primera arenga de guerra que nos tocó vivir”.

La vuelta a casa: “Uno se sentía perdido”

Sebastián fue muy afortunado. Sobrevivió, volvió a casa. Bajó un día en Buenos Aires, de regreso y con lo poco que traía encima se tomó un tren a su casa, en Bella Vista, como un oficinista que regresa al atardecer luego de un día de oficina.

El reencuentro fue inimaginable, pero luego llegó el vacío. El silencio donde no se podía hablar de ser excombatiente. Fue un año al menos en el que a Sebastián le costó mucho acomodarse. Aunque siempre fue intrépido y decidido, fuerte y resiliente, volver de una guerra cuando apenas había salido del cascarón y encima tener que pasar desapercibido, no fue tarea fácil. ¨Fueron tiempos oscuros, donde uno se sentía perdido -relata-. ¿Cómo volver de ese hecho? ¿Cómo retomar tu vida? Había una parte de uno que se volvió autómata y subsistía, pero sobrevivir no era un buen plan para un grupo de jóvenes que aún no había empezado a vivir”.

Ocho años después detectó que había perdido gran parte de la audición producto de su trabajo en el destructor Bouchard. Hoy convive con un sonido permanente en sus oídos.

Sus amigos de la facultad lo rescataron. Lo convocaron a estudiar en grupo, lo arrastraron a recibirse, y así terminó la carrera de ingeniero agrónomo en la Universidad de Buenos Aires. Al poco tiempo le surgió una oportunidad en La Rioja. “Un empresario que quería hacer las cosas bien -recuerda-. Me convocó para hacer un plan de desarrollo de plantaciones de olivares y trabajamos tan profesionalmente que nos convertimos en los mayores productores de la región, con los más altos estándares de calidad y producción”.

La excursión a La Rioja tiene más de 30 años. “Dejé todo en Buenos Aires y me emprendí casi ciegamente a hacer de ese proyecto algo modelo -afirma-. Sin embargo me faltaba algo. A mis amigos allí les decía que yo quería armar una familia y que no se estaban dando las cosas. Me di una semana de plazo y si no pasaba nada me volvía a Capital”.

El destino empieza a ser boutique: entre el amor y los olivares

Como medido al milímetro, esa misma semana alguien le contó que acababa de volver a Nanogasta, cerquita de Talampaya, donde se había ido a vivir Sebastián, era una jovencita que estaba temporalmente trabajando en una tienda. A ella le contaron también del candidato. Él pasaba con el auto por la puerta y relojeaba el interior. Ella se preguntaba quién era ese que pasaba como dando la vuelta al perro con el auto por la esquina cada 3 minutos. En menos de una semana había encontrado al amor de su vida en Yanina González.

Se casaron, compraron un terreno en la misma ciudad y armaron un espacio soñado que incluye un estanque, un puente, una arboleda gigante y ese clima apacible del corazón de La Rioja donde se hace vergel antes de convertirse en macizos colorados.

La belleza del pago mirando a los cerros, fue elogiado por cada visitante, de modo que se animaron a convertir parte del espacio lindero en el primer hotel boutique de la provincia. La posada del Olivo tiene una estética que mezcla la calidez de la Provenza con los colores ocres típicos de la zona. Cada habitación tomó el nombre de una variante de olivo: aberquina, cortina, picual, frantoio, colándose entre arauco y manzanilla. El restaurante sirve comida gourmet casera, con un menú amplio y sabroso, apostando a toda la gama de paladares viajeros: las fuertes ensaladas, las clásicas milanesas, el risotto cremoso y el imperdible tiramisú. Ahora se viene una duplicación de la estancia.

“Nos interesaba diseñar un espacio único, con personalidad, donde cada detalle cuenta y donde el amor por lo que hacemos hace que te sientas en casa cuando nos visitas”, relata Sebastián, hoy un baquiano que ha ofrecido asesoramiento como ingeniero agrónomo a la mitad de la provincia, y que puede ofrecer hasta el mínimo detalle de una excursión, haciendo llegar al turista por el rincón exacto donde lo va a deslumbrar el paisaje, sólo visto como él lo cuenta por dónde recomienda pasar.

Un recorrido que empieza en Talampaya

La ruta de los clásicos de Sebastián se inicia en el Parque Nacional Talampaya, una reserva natural y uno de los siete Patrimonios de la Humanidad declarados por la Unesco en Argentina. Se encuentra ubicado en el centro-oeste de la provincia. Fue creado en 1975 como parque provincial con el objetivo de proteger importantes yacimientos arqueológicos y paleontológicos de la zona, y en 1997 pasó a depender de la Administración de Parques Nacionales. Ocupa 215.000 hectáreas. Su paisaje, la flora y la fauna son característicos del bioma del monte. Es el resultado de movimientos tectónicos, a los que durante milenios se han sumado la erosión del agua y el viento en un clima desértico, con grandes amplitudes de temperaturas, intenso calor de día y bajas temperaturas de noche, con lluvias torrenciales en verano y vientos fuertes en primavera. La altura promedio del terreno es de alrededor de 1300 msnm, y el clima es continental.

La Cuesta de Miranda es un sinuoso tramo en el que la Ruta Nacional 40 atraviesa el paso entre las Sierras de Sañogasta y Famatina, entre las localidades de Villa Unión y Chilecito, siguiendo luego el profundo valle del río Miranda.

La cuesta es uno de los pocos pasos transitables en esta zona y es la única recorrida por una carretera, que permite conectar la zona del Valle de Chilecito, Famatina e incluso el Arauco, con Cuyo hacia el Suroeste y con la vecina ciudad Chilena de Copiapó a través del paso fronterizo en nuestra provincia denominado Pircas negras, al cual se accede luego de transitar a través de uno de los paisajes más maravillosos: Laguna Brava.

La Mejicana es una mina aurífera ubicada en el Cerro Famatina a 4.600 msnm y a 34 km de la ciudad del mismo nombre. Para transportar la gran cantidad de mineral hacia Chilecito se construyó lo que para la época era una de las mayores obras de ingeniería del mundo, el Cablecarril que fue terminado en 1905 con una longitud de 35 km y en la actualidad forma parte de los lugares históricos de la zona.

Los Colorados es un sitio arqueológico de gran valor histórico y científico que custodia un legado patrimonial de la cultura Capayan. El arte rupestre –figuras geométricas y abstractas- se refleja en bloques de 90 metros de altura.

A 22 km de Patquía, y a 85 de Nonogasta, corazón de la provincia por su estratégica ubicación en el Valle de Chilecito, se accede a este lugar por la ruta provincial 74. Es un atractivo natural inolvidable. Historia y naturaleza se conjugan para enriquecer cada recorrido por un depósito de sedimentos con un alto contenido de óxido de hierro, otorgándole un color rojo intenso al conjunto de elevaciones sedimentarias.

Enclavado en el corazón de la Sierra del Famatina a 2600 msnm, y atravesado por el cauce de un río dorado: el Amarillo, espera Las Placetas, un reducto impecable con albergue de montaña y una explanada cerquita del cielo para comer al aire libre.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/despues-de-la-guerra-enfrento-el-silencio-traumas-se-reinvento-varias-veces-y-hoy-luce-un-nid20092023/

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