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El cuarto, más oscuro

“La suerte está echada”, cuenta el historiador Suetonio que dijo Julio César antes de cruzar el río Rubicón, que separaba las Galias de los territorios de Roma. La decisión suponía desafi...

“La suerte está echada”, cuenta el historiador Suetonio que dijo Julio César antes de cruzar el río Rubicón, que separaba las Galias de los territorios de Roma. La decisión suponía desafiar al gobierno de la República y, posiblemente, provocar una guerra civil. Julio César lo atravesó y las consecuencias son materia de la historia. Pero la frase quedó y se incorporó a nuestro lenguaje habitual para expresar que se ha tomado una decisión que no tiene vuelta atrás, que es irreversible y donde el arrepentimiento no tiene lugar. Implica hacerse cargo, tomar valor y enfrentar al toro.

Las fórmulas presidenciales argentinas cruzaron su río a la medianoche del 24 de junio sellando parte de su futuro. Queda agosto, para algunas también octubre y, potencialmente, noviembre para solo dos. Es indudable que esta carrera supondrá el fin, la marginación o el éxito político definitivo de quienes estén en competencia. La pregunta crucial es acerca de lo que tienen para ofrecer a un electorado apático, esquivo al mundillo político y que está mostrando baja participación en las elecciones que se van sucediendo en distintas provincias. ¿Qué novedad traen?, ¿las ideas que expresan se pueden poner en práctica?, ¿cómo contagiar entusiasmo?, son interrogantes que deberían preocuparse en responder las fórmulas presidenciales en disputa, que, excepto quienes representan los extremos, no solo no parecen diferenciarse mucho, sino que, además, no se sabe exactamente qué opinan de la realidad presente y futura.

El tiempo es escaso y las fórmulas en carrera son el resultado de la cesión o el silencio sobre serias discrepancias conceptuales entre quienes las integran, más que de acuerdos sustantivos. Las listas que las acompañan son sábanas con espacios y huecos que se ocuparon, y no en menor proporción, para devolver apoyos y favores con escasa o nula articulación programática. ¿Entonces? Salvo los creyentes, el electorado asiste a las distintas citas electorales casi a ciegas, sin saber a ciencia cierta qué programa de gobierno avalará finalmente con su voto. Plataforma que será la implementada por el dúo que eligió a regañadientes, si es que este llega al gobierno. El cuarto, en esta ocasión electoral, parecerá realmente oscuro.

Estas elecciones tendrán mucho de atípico. La primera novedad es que no hay liderazgos aglutinantes. La segunda es que una fórmula participante representa, muy competitivamente, a la antipolítica. Esta opción carece de estructura y, rasgo singular, pocas veces menciona el concepto democracia en sus presentaciones mediáticas, algo que dice mucho más lo que es que sus explicaciones de alquímica económica. Y como si lo anterior fuese insuficiente, estamos ante a un sistema político donde los partidos políticos tienen poca relevancia como procesadores de diferencias y hacedores de programas. Esas fórmulas políticas, en este contexto de desinterés y crisis, con un sistema asediado y fragilizado, nos llevarán inexorablemente a cruzar el Rubicón que separa (¿quién lo sabe?) el atraso y el estancamiento del potencial desarrollo. Será, sin dudas, un cruce irreversible y sus consecuencias, una incógnita.

Nos queda, al menos, un tiempo brevísimo de exigencia de explicitación de programas, de información más profunda y, de manera especial, en el año en que celebramos 40 años de democracia, un espacio para comenzar a renovarla, salvaguardando su futuro de aventuras que terminarían dañando gravemente su sentido y destino.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/el-cuarto-mas-oscuro-nid01082023/

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