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El difícil viaje de candidato a presidente

El presidente cree ver una imagen de Jesucristo en un limonero de la Quinta de Olivos. Decide encerrarse en un convento de clausura en Los Toldos. El país, para variar en medio de una descomunal c...

El presidente cree ver una imagen de Jesucristo en un limonero de la Quinta de Olivos. Decide encerrarse en un convento de clausura en Los Toldos. El país, para variar en medio de una descomunal crisis, se estremece.

Tomás Eloy Martínez escribió esa escena en El vuelo de la reina, la novela que publicó en 2002 como parte de una trama más compleja y diversa, que une lo peor de la política, el periodismo, amores, desencuentros y violencia.

¿Es acaso esa ficción una invención imposible de convertirse en realidad? Por razones ajenas a la mística, los tres protagonistas del gobierno que se va parecen haber decidido recluirse lo más lejos posible de la situación que generaron.

Aunque nada es para siempre, Cristina Kirchner eligió correrse del centro de la escena y permanecer en una especie de exilio interno a merced de sus problemas judiciales, pero con la intención de dirigir a la distancia a su gente. Alberto Fernández se mudará a Madrid y Sergio Massa estudia radicarse por un tiempo en los Estados Unidos. Ambos hicieron trascender que se disponen a dar clases. ¡Qué profesores!

Ni el mejor novelista imaginó esta fuga colectiva; faltaba este final para terminar de conocerlos.

No se sabe demasiado sobre cómo se maneja Milei más allá de la demoledora capacidad para captar votos en poco tiempo, al extremo de convertirse en un fenómeno que hizo colapsar al sistema político tradicional

Apagados estos tres faros del peronismo, ahora la Argentina se dispone a conocer a su nuevo presidente. Descubrió primero al irascible candidato Javier Milei y lo convirtió en el más votado en las PASO. Luego un tercio de los votantes impulsó al libertario a la segunda vuelta. Y al fin, una suma de propios y cambiemitas lo hizo presidente.

Los argentinos contemplan cómo Milei se descubre siendo presidente. Todo ocurre al mismo tiempo con la intensidad de la primera vez. Nunca antes los argentinos habían votado a un outsider; nunca Milei ocupó una función ejecutiva relevante.

No se sabe demasiado sobre cómo se maneja Milei más allá de la demoledora capacidad para captar votos en poco tiempo, al extremo de convertirse en un fenómeno que hizo colapsar al sistema político tradicional.

En las primeras dos semanas como presidente electo fue celebrado y puesto en duda por una misma situación: el zigzagueante armado del gabinete. Unos destacaron su pragmatismo para sumar dirigentes ajenos a su partido; otros hicieron notar que trabaja sin método ni orden.

Nadie, sin embargo, puede sorprenderse de lo que fue uno de los motivos que llevaron a Milei a la presidencia: es nuevo, y casi todos los dirigentes que integran el núcleo original de La Libertad Avanza también están debutando en el máximo nivel de la política.

Para el presidente en ciernes es todo un desafío no convertir en un problema lo que hasta las elecciones fue un mérito. Milei necesita centenares de funcionarios para organizar su gobierno, mucho más allá de la motosierra con la que prometió podar el abultado organigrama que le dejará el kirchnerismo. No los tiene y carece de relaciones como para elegir entre ellas a quienes podrían ser sus ministros.

Todo es flamante mientras se trasluce un cierto pragmatismo frente a lo necesario y ante lo imposible

Un juego de presiones e intermediaciones se abrió ni bien se supo que había derrotado a Massa. En la primera fila de esa danza están los primeros dirigentes del PRO que se cruzaron a su vereda para ayudarle a trasladar votos opositores en la segunda vuelta. Pero ni Mauricio Macri ni Patricia Bullrich están en condiciones de exponerse como armadores de algo que todavía no les resulta propio.

¿Tiene Milei un método para armar un gobierno a partir de un pequeño núcleo de seguidores? Durante la campaña, en sus escasas salidas de gira, conoció a quienes eran sus candidatos a legisladores nacionales. Todavía no puede identificarlos ni por su nombre ni por su origen. De nuevo, el electorado celebró con sus votos que Milei llegara acompañado de desconocidos ajenos a la “casta”.

Todo es flamante mientras se trasluce un cierto pragmatismo frente a lo necesario y ante lo imposible. Milei retiró a los economistas que le estaban preparando una dolarización y postergó sin fecha el cumplimiento de una de sus promesas esenciales: terminar con la inflación eliminando el peso por la vía de eliminar la autoridad monetaria, el Banco Central. El nuevo presidente irá en primer lugar por la generación de las condiciones básicas para dolarizar: hacer viable por medio de un canje el endeudamiento local en moneda argentina. Y salir del furioso rojo en el que están las reservas en dólares mediante el ingreso de divisas por exportaciones genuinas y de algún fondeo de algún organismo internacional de crédito.

Otra señal de sentido común fue reemplazar los insultos en contra de presidentes y mandatarios de izquierda por el envío de mensajes institucionales y de conciliación a los dos grandes compradores de productos argentinos: Brasil y China.

Más complejo e incierto es el tejido de alianzas en el Congreso, ahí donde La Libertad Avanza apenas si asoma como la tercera minoría en ambas cámaras. Milei necesitará algo más que aliados de circunstancia para aprobar leyes, tal como a un costo normalmente alto obtuvo Macri haciendo acuerdos con los gobernadores opositores.

Milei se dispone a un histórico ajuste de las cuentas públicas que derramará su efecto sobre las administraciones provinciales. Es por eso que los bloques de gobernadores peronistas y de Juntos por el Cambio rehúyen ser aliados, pero ofrecen colaboración.

En la desesperación por tener los votos que nunca consiguió, Massa eliminó el impuesto a las ganancias para los trabajadores y modificó el cobro del IVA. Esa maniobra electoralista alegremente votada en el Congreso tanto por Milei como por los gobernadores peronistas, supone como mínimo para cada provincia un mes y hasta dos meses de pago de salarios.

El ajuste que hará Milei lo había iniciado ya el ministro y candidato, para desesperación de los mismos gobernadores. El nuevo presidente tiene en esas necesidades una oportunidad para hacer funcionar el Congreso. El dilema será cuánto le concederá a la “casta” y si terminarán pagando el precio de desteñir los valores que lo llevaron al poder.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/ideas/el-dificil-viaje-de-candidato-a-presidente-nid01122023/

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