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El feudo de Insfrán, con ojos de “forastero”

Bastó una lista corta con dos direcciones: Italia casi Ayala y Paraguay, cerca de la fábrica de tanino. Con ese dato, de una fuente siempre interesada, el equipo de LA NACION, integrado por el re...

Bastó una lista corta con dos direcciones: Italia casi Ayala y Paraguay, cerca de la fábrica de tanino. Con ese dato, de una fuente siempre interesada, el equipo de LA NACION, integrado por el reportero gráfico Fernando Font, que manejó desde su Tucumán natal, y este cronista, buscó documentar una de las claves del eterno triunfo de Gildo Insfrán en Formosa.

Era viernes de veda electoral, pero la maquinaria política no para. En Italia casi Ayala quedó en evidencia. Un galpón blanco, con una gigantografía del gobernador, escondía un depósito donde militantes armaban bolsones de mercadería. En la puerta entreabierta una chica se llevó un paquete de boletas azules de Insfrán. Pedimos boletas, también. Por sobre el hombro de la chica se veía una mesa de casi cinco metros de largo con paquetes de arroz, de yerba. Una decena de chicos los embolsaban. “¿Podemos hacer la foto?”, preguntamos. “¡No!, ¿Para qué? Estamos armando viandas para los comedores”, dijo la chica enojada. Fue la señal para salir corriendo. Los embolsadores de comida corrieron a la puerta a ver si ubicaban a los periodistas. Huimos. Desde la esquina, el teleobjetivo registró una camioneta Fiat que arrastraba un chinchorro tipo tráiler. Se estacionó en la vereda y los chicos del galpón la llenaron de bolsones de comida. La boleta de Insfrán y las fotos, alcanzaban. El mismo viernes, la segunda dirección imprecisa, permitió ubicar un depósito donde cargaban mercadería en camiones del Ministerio de la Comunidad. “¡Que sacas foto, foto, que sacas¡¡, gritó el chofer cuando descubrió al equipo de LA NACION. Sus bíceps, gruesos como dos garrafas, fueron un argumento persuasivo para abandonar la guardia.

Una de las principales herramientas que tenemos los periodistas para contar historias es la observación directa. El estar ahí y volver para contarlo forma parte de la definición de la actividad periodística. Los cronistas trabajamos de eso en una sesión legislativa, un partido, o la elección de Formosa. Ir a ver es una definición de periodismo. La idea de viaje contiene la noción de separación: una persona sale de un mundo anterior para penetrar en otro nuevo. El viajero, como el periodista, es un ser “en tránsito”.

En el periodismo, el viaje es entrar en fenómenos inéditos y forzar el camino, explorar en busca de revelaciones no manifiestas, causas y pronósticos. ¿Por qué gana siempre Insfrán? El trabajo periodístico consiste en recorrer esos terrenos, comprenderlos, extraer significados, entender sus contradicciones, detectar voces con diferentes miradas y transformar datos, experiencias y conocimientos en la crónica que revele los secretos del eterno retorno de Gildo. La mirada y las fuentes alimentan la crónica. Las voces del oficialismo formoseño enmudecieron. Los mensajes de WhatsApp enviados a Insfrán, a su vicegobernador o a sus ministros quedaron sin respuesta. Quien tiene el 70 por ciento de los votos no necesita explicar nada. La oposición, en cambio -dividida y perdedora- buscó persuadir a la prensa de que ahora era posible vencer a Insfrán, aunque sea en la ciudad. Ilusiones.

Esta vez fue un viaje de ida y vuelta de manera literal, donde el periodista es un forastero. El sociólogo y filósofo austríaco Alfred Schütz describe al forastero como “el hombre que debe cuestionar casi todo lo que parece incuestionable a los miembros del grupo al que se incorpora”, ya que no comparte el “pensar habitual” de ese entorno. Como el periodista.

Recorrer el terreno, sin otra guía que la observación, permitió documentar otras camionetas, -naturalizadas para los locales- que circulaban por caminos polvorientos de la comunidad aborigen La Primavera a 130 kilómetros de Formosa. En sus casas de adobe con piso de tierra, los aborígenes subidos a las cajas de las Hilux. Los llevaban a votar a la escuela. Otros esperaban encerrados en Trafics. Un puntero de Insfrán contrató 30 solo para La Primavera. Cada chofer –dijo- cobró $10.000 cash y $5000 en vales de comida por el traslado de los aborígenes con la boleta en el bolsillo. Aunque lleva consigo ideas sobre el formoseño al que se aproxima, al forastero no le sirven para interactuar.

El periodista necesita superar la mirada externa y alcanzar una comprensión de esa realidad desde adentro, lograr empatía, entender códigos y creencias. La noche del domingo Insfrán convocó a las 21 a una conferencia de prensa y festejos en el hotel Howard Johnson. Llegó la militancia y algunos funcionarios, que se comieron el catering VIP. Esperaban un centenar de periodistas. Insfrán nunca llegó. A las 23.30 suspendió todo. El que gana por el 70 por ciento de los votos no necesita explicar nada.

Insfrán tiene un multimedia: radio, tele y agencia de noticias. Sus periodistas alababan su gobierno y entrevistaban a periodistas porteños y kirchneristas. Elogiaban las obras de Gildo que “los medios de Buenos Aires ocultan” y uno se sacó una selfie con el gobernador haciendo la V de la victoria. Fervor peronista.

El único mapa para el “periodista nómade” incluye una dosis de escepticismo, de espíritu crítico y curiosidad, una mirada que se deje sorprender sin ser ingenua: un equilibrio entre la sensibilidad y la sorpresa, basado en la honestidad. Esta máxima para el periodismo militante no se verifica.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/el-feudo-de-insfran-con-ojos-de-forastero-nid01072023/

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