Corrían 35 minutos de la final de la Copa Libertadores, y como era de esperar, Boca y Fluminense no podían sacarse diferencias en lo que era un partido sumamente tenso. El equipo local tenía la pelota, pero le costaba romper una ordenada defensa xeneize. Y de pronto, en una jugada fugaz y fiel al estilo del entrenador Fernando Diniz, el equipo tricolor encontró por fin el gol que le dio la ventaja, cortesía del intratable Germán Cano.

El eje de la jugada estuvo en la banda izquierda, en la que se juntaron los dos extremos del equipo brasileño. Keno leyó perfectamente el movimiento de Jhon Arias y jugó una rápida pared con el colombiano que agarró a destiempo a Valentín Barco y Frank Fabra. Luego el brasileño corrió hasta la línea de fondo y tiró el centro buscapié para la llegada de Cano, que se desmarcó de Luis Advíncula para sacar un derechazo cruzado al que no pudo llegar Sergio Romero.

Aquel tanto resultó ser histórico para la competencia continental. El delantero argentino llegó a los 13 goles en 12 partidos, con lo que se convirtió en el jugador que más veces convirtió en una edición de la Libertadores en el siglo XXI. Además, se trata de la primera vez en que Boca quedó atrás en el marcador desde la etapa de grupos, precisamente el 18 de abril, cuando caía contra Deportivo Pereira por 1-0; eventualmente dio vuelta el encuentro en el tiempo adicionado.

Antes del tanto, los primeros minutos no estuvieron caracterizados por un fútbol de alto vuelo ni un gran volumen de ocasiones de gol, sino por estudio recíproco, a sabiendas de que se puede pagar muy caro el mínimo error. En medio también hubo inevitables lapsos de tensión, ninguno tan polémico como el que protagonizaron el defensor xeneize Nahuel Valentini y el enganche tricolor Paulo Henrique Ganso.

Cuando corrían 27 minutos, el conjunto argentino dispuso de un córner, y en uno de muchos encontronazos en el área, el habilidoso volante pasó una mano por la cara del joven central. La reacción del número 15, sin embargo, fue mucho mayor: Valentini le propinó un cabezazo al cuello, con el que tumbado a Ganso.

La jugada siguió y concluyó con una falta que frenó un contraataque del equipo local. El juego se detuvo mientras los árbitros del VAR revisaban la acción, a medida que varios jugadores de Fluminense pedían la expulsión al defensor. Sin embargo, el chequeo terminó rápidamente, y la jugada se reanudó sin que se sancionara infracción. Por ende, tampoco hubo tarjeta alguna.