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El otro Obelisco. La historia de la parrilla argentina más grande del mundo, en el corazón de Beijing: “Es como El Mirasol y Rosa Negra”

Hay un pedazo de Buenos Aires en el corazón de Beijing. Son 7 hectáreas que, por su ubicación, tienen un valor millonario en dólares o yuanes. Allí se concentran tres edificios y una réplica ...

Hay un pedazo de Buenos Aires en el corazón de Beijing. Son 7 hectáreas que, por su ubicación, tienen un valor millonario en dólares o yuanes. Allí se concentran tres edificios y una réplica (a escala) del Obelisco porteño. Se trata, por dimensión y propuesta, de una de las más increíbles parrillas argentinas que hay en el mundo.

Su dueño es el empresario chino Zhang Shao Ting, líder de un importante grupo constructor. Su relación con la gastronomía siempre fue como cliente: jamás había estado en una cocina ni conocía los detalles del negocio. Sin embargo, una serie de visitas a la Argentina, una caída de un caballo y su ojo empresario para detectar la oportunidad de un negocio lo llevaron a abrir su primer (y hasta ahora único) restaurante, al que llamó “Obelisco”.

“Me enamoré de la Argentina”

Zhang Shao Ting se reconoce como “un enamorado de la Argentina”. Estuvo en el país más de una docena de veces. Ya perdió la cuenta. Aunque recuerda con precisión su primera visita: fue en 1994, hace 29 años, cuando aterrizó en Ezeiza para una reunión de negocios. Su impresión fue muy buena. Lo sorprendió el buen clima y el trato afectuoso que recibió de los argentinos. Pero el punto de inflexión en esta historia sucede en el año 2000, en un nuevo viaje al país que comenzó accidentado. En una típica salida para extranjeros, con asado y folclore, sufrió una grave caída de un caballo. Durante el resto de su estadía no pudo hacer mucho más que pasar gran parte del día en su cuarto de hotel. Paradójicamente, y de una manera que explicará más adelante, esa caída lo llevó a enamorarse del asado y a cultivar la idea de abrir su restaurant.

Ahora, desde Beijing, a 19.255 kilómetros en línea recta de Buenos Aires, en charla con LA NACION, Zhang Shao Ting revive su historia.

-Por favor, cuénteme sobre aquella primera visita a la Argentina.

-Fue fascinante, me quedé por 3 meses. Y desde entonces, viajé periódicamente a la Argentina, cada uno o tres años, en promedio. Cada estadía me quedaba tres meses, aproximadamente. Debo haber visitado su país una docena de veces, por lo menos.

-Si pudiera definir sus primeras impresiones de nuestro país, ¿qué diría?

-Que tienen simpleza humana admirable, un clima agradable y una ciudad antigua bellísima.

-Todavía no llegamos al nudo de esta historia: ¿cuándo y cómo se enamoró del asado?

-Ocurrió durante mi viaje a Buenos Aires del año 2000. Me accidenté seriamente andando a caballo y pasé varios días en reposo en el hotel Hilton. Me quedé descansando y recuperándome en el cuarto. Todos los días cruzaba la calle e iba a comer al restaurante Mirasol. Y así fue que conocí el asado. Comía mucho, pero no engordaba. De hecho, mi panza se achicaba... Quedé maravillado por eso.

Como El Mirasol y Rosa Negra

A poco de conocer Buenos Aires, Zhang Shao Ting se sorprendió por un fenómeno único que se da en la Argentina: el 80 por ciento de los chinos que hay en el país proviene de una misma provincia (Fujian), de una misma ciudad (Fuzhou) y de un mismo condado (Fuqing). Esta rareza no se repite en otras partes del mundo.

“Yo nací en Beijing, capital de China, y fui criado por una familia común y corriente -se presenta Zhang-. Al graduarme de la secundaria, decidí ingresar en la Universidad para estudiar mi propio idioma, el chino. Mientras tanto, en paralelo, trabajé como pasante en una fábrica. Ese fue mi primer trabajo, en el que estuve unos años. Después hice de todo. En 1984 trabajé, con un equipo teatral, en una película. En 1987 abrí un local de electrodomésticos que luego cerró... Finalmente, en 1991 establecí la BETC Trading Company para dedicarme formalmente al comercio internacional. Así fue como, en 1994, conocí la Argentina: un viaje de negocios. Al volver a China abrí una nueva compañía, de negocios inmobiliarios. A partir de ahí, gradualmente, formé un grupo de empresas que mantengo funcionando hasta el día de hoy”.

A principios de 2000, Zhang Shao Ting compró el predio de 7 hectáreas en el centro de Beijing. Lo mantuvo desocupado un tiempo, esperando el momento oportuno para hacer un gran negocio inmobiliario. Hasta que tuvo la idea de volcar toda su experiencia como cliente gastronómico en su propio restaurante.

-¿Cómo nació la idea de abrir “Obelisco”?

-Se avecinaban los Juegos Olímpicos de Beijing, de 2008, y vi que no había parrillas argentinas en China en ese momento. Esa oportunidad y mi amor por la Argentina hicieron que decidiese abrir el restaurant.

-En las imágenes, “Obelisco” parece fuera de escala. ¿Cuán grande es el restaurante?

-Cubre un área total de 7 hectáreas. Su superficie cubierta es de más de 3200 metros cuadrados, repartidos en 3 edificios: la parrilla, el café y la bodega subterránea. Además, está el Obelisco, símbolo del restaurante, que lo visible a la distancia.

-¿Por qué decidió llamar “Obelisco” a su local?

-Entre los numerosos edificios históricos y emblemáticos de Buenos Aires, el Obelisco es el punto de referencia más icónico de la ciudad. Por eso, no dudamos en ponerle ese nombre.

-Sin experiencia previa en la gastronomía, imagino que contrató asesores para crear su primer restaurante argentino.

-Obelisco es un emprendimiento conjunto entre el grupo BETC y yo. Por supuesto, recurrimos a la ayuda de especialistas. En 2002 invitamos a dos diseñadores argentinos a desarrollar el complejo.

-¿Quién lo ayudó en la cocina, con la parrilla?

-Contratamos al dueño y al equipo del famoso restaurante “Rosa Negra”. Los trajimos a Beijing. Durante un tiempo, después de la apertura de 2004, en lo que nosotros llamamos “primera etapa del restaurante”, el equipo de Rosa Negra entrenó al staff del restaurante. Hoy, el 90 por ciento de nuestros trabajadores son de nacionalidad china.

Más de 40.000 vinos argentinos

La cava subterránea es uno de los grandes orgullos de Zhang Shao Ting. Tiene capacidad para 40 mil botellas. Y la gran mayoría son etiquetas argentinas.

-¿Cuál es el vino preferido por su clientela?

-Nuestro restaurant ofrece mayormente los vinos de D.V. Catena de la bodega Catena Zapata. Y los clientes generalmente prefieren el vino tinto seco.

-¿A qué clientela apunta “Obelisco”? ¿Sus comensales son, en su mayoría, chinos o extranjeros?

-La gran mayoría de los clientes son locales, gente china que aprendió a valorar nuestra propuesta.

-¿Dónde compran la carne?

-Toda la carne viene desde la Argentina. No es fácil comprarla. Y, además, es muy cara. Pero es uno de los grandes valores de nuestra propuesta: toda viene desde la Argentina.

-¿Cuáles son los cortes más vendidos?

-Cada cliente tiene sus preferencias, pero la mayoría de los chinos elige el ojo de bife, el lomo, las costillas y el chorizo.

-En China se come mucho cerdo. ¿Fue fácil incluir la carne bovina en su menú?

-No, para nada. Por el momento, el restaurante solo sirve carne de vaca. Y carne argentina. Los invitados vienen al restaurante por ella y sus sabores.

-¿Qué tanto se aprecia la cultura argentina en Beijing?

-Veinte años atrás, la cultura argentina no era muy conocida. Pero en la ultima década, como efecto de la globalización, la gente china está mucho más familiarizada con la gastronomía argentina y con la posibilidad de hacer turismo allí.

-Imagino que, junto al “Obelisco”, también ofrecen shows de tango.

-Parte de nuestro complejo se puede alquilar para eventos, casamientos o comidas empresariales. En esas ocasiones, muchas veces, ofrecemos show de tango. Los bailarines son en su mayoría chinos o japoneses.

-Por último, ¿cuánto cuesta comer en “Obelisco”?

-Los precios están dirigidos al segmento medio y alto de la base de clientes.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/el-otro-obelisco-la-historia-de-la-parrilla-argentina-mas-grande-del-mundo-en-el-corazon-de-bejing-nid19102023/

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