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El show del entretenimiento y de las risas que escondía maltratos del otro lado de la cámara

La noticia de que el programa de Jimmy Fallon era sólo un show de risas y entretenimiento delante de las cámaras al mismo tiempo que una tóxica experiencia laboral detrás de las lentes, cayó c...

La noticia de que el programa de Jimmy Fallon era sólo un show de risas y entretenimiento delante de las cámaras al mismo tiempo que una tóxica experiencia laboral detrás de las lentes, cayó como una bomba en el mundo televisivo global.

La investigación de la revista Rolling Stone recogió el testimonio de dos trabajadores actuales y de 14 exempleados de la cadena NBC, quienes en conjunto describieron un ambiente hostil, desfavorable para el trabajo creativo y perjudicial para la salud mental. Y aunque el propio Fallon se disculpó puertas adentro con sus compañeros de trabajo, muchas preguntas quedaron flotando en el aire. Una de ellas, la madre de todas: ¿cuántas veces el maltrato se disfraza de exigencia?

La investigación de la RS

The Tonight Show es toda una institución en la televisión estadounidense. Estrenado en 1954, se convirtió en una referencia obligada a la hora de hablar del formato late night, de la mano del histórico Johnny Carson, quien lo llevó adelante durante 30 años; y de Jay Leno, quien lo presentó durante 22 temporadas. Con Fallon al frente del programa desde 2014, se transformó en un show de escala global, pensado para los pocos afortunados que acceden a la grabación, pero más aún para aquellos que consumen sus secciones y contenidos en redes sociales. Sabido es que hoy no alcanza con hablar de una pantalla, porque la experiencia siempre es multipantallas.

Ya en aquel momento la llegada de Jimmy Fallon al programa no estuvo ajena a los conflictos, en una continuidad de desprolijidades que la industria televisiva parece haber hecho un método. Nadie nunca quiere bajarse del prime time, y Leno tuvo que ser casi desalojado, y otros presentadores como David Letterman y Conan O’Brien prefirieron continuar en otras pantallas antes de ceder su lugar con amabilidad cuando les llegó el momento. Fallon –joven, carismático y talentoso– estaba llamado a ser la salvación para la televisión tradicional: además de conducir y de tener la capacidad de monologar, podía cantar, bailar y actuar. El verdadero artista integral.

Los rumores de que Fallon tenía problemas con el consumo de alcohol siempre estuvieron; pero nunca dejaron de ser eso, rumores. Después de todo, tiene sangre irlandesa y nunca nadie había pretendido que sea abstemio. Pero los testimonios recogidos por Rolling Stone le pusieron nombre, apellido y ejemplos concretos a los radiopasillos del Rockefeller Center, donde cada tarde se graba el programa.

“En un ensayo había tachado algunos chistes en un papel que tenía en la mano, y un instante después miró el papel como si no se acordara de quién los había tachado”, narra un testimonio. Según la investigación, era frecuente entre los miembros del staff hacerse saber mutuamente si el conductor estaba en un “buen día Jimmy” o un “mal día Jimmy”.

De acuerdo a los 16 testimonios, The Tonight Show ha sido un lugar tóxico para trabajar desde hace varios años, lejos de lo que puede considerarse normal dentro de los estándares de presión que hay en la industria. La clave del problema está en el comportamiento errático de Fallon, y continúa con la figura de sus showrunners (algo así como el productor principal que lleva adelante el programa), que fueron 9 distintos en los últimos 9 años. Aparentemente, dicen, no saben decirle que no a Jimmy, hasta que no aguantan más y se van (o los echan).

En ese contexto, la presión para que las cosas salgan bien –hija de las audiencias más flacas y de la necesidad de sostener estructuras que sean rentables– es cada vez mayor. Siete de los empleados citados en el informe hicieron referencia a los camarines de los invitados como crying rooms (salas para llorar), el lugar que encontraban para dejar salir sus emociones. “Es una lástima, porque era el trabajo de mis sueños”, dijo uno de ellos. “Escribir para The Tonight Show es el trabajo soñado para mucha gente, pero una vez acá se convierte en una pesadilla. Es triste que sea así, sobre todo sabiendo que no tiene por qué serlo”, agregó.

Pero es. Aunque las culturas de trabajo tóxicas no tienen rubro –son conocidos casos similares en marcas deportivas, empresas de e-commerce o de comidas rápidas– la industria del entretenimiento parece tener una especial predilección por los problemas, casi siempre con todas aquellas personas que están por debajo de la figura del presentador. En una televisión con cada vez menos audiencia, la exigencia para sus trabajadores es cada vez mayor.

Gary Foster es un productor de larga carrera en Hollywood, que decidió crear una compañía llamada Humanity on Set, cuyo objetivo es enseñarles a productores y directores (generalmente, las voces de mando en las grandes producciones) cómo manejar a las personas de una forma más eficaz y respetuosa. “¿Por qué apostarías millones de dólares y cientos de puestos de trabajo a personas que tal vez no tengan capacidad de liderazgo?”, se preguntó Foster.

“Casi todas las semanas nos enteramos de un problema en alguna grabación. ¿Por qué la industria se ha decidido por la gestión de crisis posterior al evento en lugar de adelantarse a los problemas potenciales desde el principio?, dice Foster. Su socia, Eileen Coskey Fracchia, reflexiona en esa misma línea: “No sé si se puede cambiar a la persona, pero sí se pueden crear nuevos hábitos”, dice. “Si no cambian, no se les permitirá volver a trabajar en el espacio”. ¿Hay un despertar moral en la industria del entretenimiento?

A principios de este mes, los programas de entrevistas nocturnos regresaron después de cinco meses sin pantalla, debido a la huelga de guionistas. Los conductores de los cuatro principales programas –Jimmy Fallon, Jimmy Kimmel, Stephen Colbert y Seth Meyers– se dedicaron a recapitular con su humor característico las noticias relevantes del verano en los Estados Unidos. Intentaron resumir todo lo que la audiencia se había perdido, sin mención alguna a las acusaciones volcadas en la Rolling Stone.

Según ha trascendido, Fallon le pidió disculpas al staff del programa en una reunión por Zoom la misma noche en que la Rolling Stone publicó el informe. Desde la NBC dijeron estar “increíblemente orgullosos” de The Tonight Show y que “brindar un ambiente de trabajo respetuoso es una prioridad absoluta. Como en cualquier lugar de trabajo, hemos tenido empleados planteando problemas; estos han sido investigados y se han tomado medidas cuando corresponde. Alentamos a los empleados que sienten que han experimentado u observado un comportamiento inconsistente con nuestras políticas a que nos informen sus inquietudes para que podamos abordarlas en consecuencia”.

El de Fallon no es el único caso. Ellen DeGeneres, quien estuvo al frente de The Ellen DeGeneres Show durante 19 años, tuvo que terminar su programa en 2022 después de múltiples acusaciones de malos tratos, racismo e intimidaciones en el lugar de trabajo. Todo empezó en un chiste del comediante Kevin Porter, cuando publicó en Twitter que iba a donar dos dólares al banco de alimentos de Los Ángeles por cada persona que contara una historia sobre Ellen, “una de las personas vivas más malas del mundo”.

A las pocas horas, la red se llenó de respuestas, lo que originó una investigación por parte de Warner Media, el conglomerado dueño de CBS y del programa. Las disculpas públicas no alcanzaron, y la cultura de la cancelación hizo su trabajo. La presentadora a la que todos amaban y que llegó a conducir la ceremonia de los Oscar (aquella noche de la famosa selfie junto a otras celebridades) no pudo revertir su imagen. Aunque algunos productores involucrados fueron despedidos, las audiencias cayeron y tuvo que ponerle fin al programa.

The Kelly Clarkson Show también quedó en el centro de las polémicas. En este caso las quejas no estuvieron dirigidas hacia ella –ganadora del primer American Idol en 2002, vendedora de 25 millones de discos en el mundo– sino hacia su producción y la cadena NBC (la misma que emplea a Fallon). “Kelly no tiene idea de lo infeliz que es su equipo”, dijo un integrante del staff. Otras dos acusaciones involucran más a la cadena: el exceso de trabajo y los bajos salarios, que llevaron a sus empleados a tener que tomar otros empleos, como conductores de Uber o de cuidado de niños. “Descubrir que alguien se siente no escuchado y que le han faltado el respeto en este programa es inaceptable”, dijo Clarkson, que además es la productora ejecutiva.

El británico James Corden, bien conocido por el segmento “Carpool Karaoke” de su programa The Late Late Show, también recibió acusaciones, aunque en su caso por motivos diferentes. Primero, un restaurante lo acusó de ser un cliente insoportable, cosa que él negó. Segundo, se descubrió que durante la grabación del Carpool, Corden no manejaba el auto, sino que era remolcado, lo que para algunos espectadores fue una especie de estafa. “Esto es un programa de televisión, no todo es real. Nuestro programa no se graba después de la medianoche, grabamos a las 5 de la tarde y hacemos de cuenta que es tarde”, explicó Corden, quien se hizo cargo de ambas acusaciones, pero las relativizó: “Creo que es muy tonto y que (el tema) está por debajo de todos nosotros”, dijo.

Aunque la de Corden se trate de una denuncia diferente a la del resto, no parece casualidad que todos los involucrados sean conductores del mismo género de programa, el talk show. En el mismo lugar donde la complicidad con el público hace que todo parezca cierto, todo es negado o relativizado en cuanto aparecen situaciones mucho menos simpáticas. Además, es un formato en el que el minuto a minuto tiene especial importancia, sobre todo cuando se trata de programas en vivo. Y si bien es cierto que las denuncias muchas veces provienen de las redes sociales –tóxicas en sí mismas, reino de los haters y de los trolls– pocos se animaron a negarlas de manera rotunda. No pasaba nada, hasta que pasó, y el estado actual de las cosas hizo imposible que una denuncia así pueda ser desestimada, aún cuando se oculte tras un alias en X (antes, Twitter).

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/conversaciones-de-domingo/el-show-del-entretenimiento-y-de-las-risas-que-escondia-maltratos-del-otro-lado-de-la-camara-nid14102023/

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