Estaban decididos a todos para dominar el territorio para desarrollar con sus propias reglas sus operaciones ilegales. Aterrorizaban a los vecinos, a los que amenazaban con desalojarlos o cortarles internet. Hacían rondas intimidatorias sin dejar de exhibir impunemente sus armas, cortas y largas. Y para mostrar que iban en serio, una noche ametrallaron el frente del jardín de infantes “La Tortuga Manuelita”. Eran el azote del Barrio Cildáñez y tenían a las familias en un puño, hasta ahora.

En las últimas horas, la Policía de la Ciudad detuvo a uno de los líderes de la banda que hostigaba a los habitantes de la exvilla 6, en el barrio porteño de Parque Avellaneda. En los allanamientos se secuestró un importante arsenal que incluía una pistola ametralladora FMK3, una pistola con silenciador (usada por sicarios para “trabajos especiales”), cargadores cortos y largos y otras armas de puño.

“Quiero destacar y felicitar el arduo trabajo realizado por la División Investigaciones de Organizaciones Criminales de la Policía de la Ciudad en la detención de este peligroso delincuente y la desarticulación de esta banda criminal que atemorizaba a los vecinos del barrio Cildáñez. Seguiremos trabajando para garantizar la seguridad de nuestros vecinos y construir una sociedad en la que prime la paz, la justicia y el respeto por la ley. No daremos tregua a los delincuentes”, afirmó el ministro de Justicia y Seguridad porteño, Eugenio Burzaco.

El fiscal penal, contravencional y de faltas Hernán Gustavo Biglino había encomendado a detectives de la DIOC que se abocaran a desentrañar la autoría y los motivos detrás de la balacera del 18 de octubre pasado contra el centro de primera infancia Tortuga Manuelita, situado en White al 2200, donde también funciona un comedor comunitario al que acuden unas 1600 familias humildes de la zona. Hubo tiros, destrozos, instalaciones vandalizadas y objetos robados del lugar.

Aquel episodio, grabado con celulares por los propios vecinos de la zona, dejó al descubierto la existencia de una organización que buscaba hacerse fuerte en el lugar y que, eventualmente, tenía “infiltrado” el comedor para usarlo como fachada de sus operaciones ilegales. El tiroteo nocturno provocó reacciones vecinales, acusaciones cruzadas (de coacciones y de “negocios turbios”) y la intervención de la Infantería de la Policía de la Ciudad para contener a los que llevaban adelante las airadas protestas.

Según informaron fuentes policiales, “tras el trabajo de varios meses desde aquel ataque al centro comunitario, los oficiales con tareas encubiertas detectaron los lugares donde los delincuentes se movían”.

La pesquisa reveló que, tras el ataque al centro comunitario, los delincuentes “desfilaban” por la noche con esa ametralladora “para mostrar poder” ante los vecinos, a los que amedrentaban y amenazaban “con sacarles viviendas y hasta impedirles acceso a cable o internet, siempre con el objetivo de tener dominio para el comercio de la droga”, explicaron fuentes de la causa.

Sobre la base de la información recogida por los investigadores policiales y el fiscal Biglino, la jueza María Carolina De Paoli ordenó los allanamientos, que se concretaron este fin de semana largo, días después de que fuera arrestado un sospechoso señalado como otro de los líderes de la banda.

Los efectivos de la DIOC y grupos de contención de la Policía de la Ciudad detuvieron al delincuente, de 42 años. En uno de los domicilios allanados secuestraron una pistola ametralladora FMK3 con cargador y 23 cartuchos a bala, una pistola calibre 11.25 con cargador y cuatro 4 cartuchos, un revólver calibre .32 largo y una pistola calibre .380 con numeración suprimida y silenciador.