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Energía: frente a una gran oportunidad y al desafío de estabilizar la economía para poder aprovecharla

La Argentina vuelve a estar frente a una ventana de oportunidad que tiene que saber aprovechar si quiere ser competitiva en el plano internacional. Pese a un contexto de crisis económica, falta de...

La Argentina vuelve a estar frente a una ventana de oportunidad que tiene que saber aprovechar si quiere ser competitiva en el plano internacional. Pese a un contexto de crisis económica, falta de reservas, inflación y cepo, la industria energética está viviendo “una expansión y un grado de inversiones que no se veían desde la década del 80″, según definió Daniel Gerold, ingeniero industrial con un posgrado de Economía del Petróleo y el Gas Natural y director de G&G Energy Consultants, uno de los expertos en la temática que participaron de un encuentro organizado por LA NACION.

Para tener una noción de lo que sus palabras significan, se prevé que para 2023 las inversiones en upstream de petróleo y gas alcanzarán los US$10.901 millones, lo que significaría un pico mayor al alcanzado en 2015, cuando se registraron US$10.772 millones en inversiones, y una fuerte recuperación frente a los US$3267 millones de 2020.

Se suma otra proyección prometedora: luego de que 2022 cerró con un déficit de US$4700 millones en la balanza comercial energética, podría haber una fuerte recuperación de cara a 2025, año para el cual se habla de un superávit de entre US$6000 millones y US$7000 millones. “Para 2028, ya proyectamos unos US$12.000 positivos”, afirmó Daniel Montamat, exsecretario de Energía y director de Montamat & Asociados.

Los proyectos como Vaca Muerta y el gasoducto Néstor Kirchner apalancan el crecimiento de la productividad. Los recursos de shale gas, que representan el 43% del total de la producción nacional, marcan un progresivo aumento desde 2018 y “el desarrollo de shale oil en la cuenca neuquina va a continuar el crecimiento de esta producción”, comentó Gerold. Y hay proyectos en carpeta, como los oleoductos de Río Negro y Bahía Blanca que servirían para solucionar los problemas de transporte que, actualmente, actúan como cuellos de botella.

Es en este escenario en el cual el gas, el gas licuado y el petróleo toman tanta relevancia para pensar en los años venideros. Las energías eólica e hídrica, con su transformación en el hidrógeno verde también ponen al país en una buena posición frente al mundo, porque podría convertirse en un proveedor principal. Decir que “la Argentina puede jugar en primera”, según dijo Gerold, o que “vamos a tener energía abundante, con precios competitivos y ajustada a la transición energética”, como explicó Montamat, son conceptos palpables en la realidad del medio plazo. Sin embargo, la oportunidad no empuja por sí sola y que las condiciones sean favorables no implica necesariamente un devenir exitoso.

El impacto de la macro

Una inflación de 115,6% en 12 meses (entre julio de 2022 y junio de 2023, según el Indec), un dólar con un valor superior a los $500 y un riesgo país en 2074 puntos básicos. Esos son los números que, a muy grandes rasgos, definen el contexto económico en el que se desarrolla la actividad en la Argentina. Es difícil pensar en inversiones a gran escala y en desarrollos de infraestructura con esos índices. Por eso, muchos expertos auguran que todo lo antes mencionado podría ocurrir en “una Argentina normal”.

“Un país así no moviliza todos los capitales que se necesitan para desarrollar el potencial y hacer las obras de infraestructura, que son muy costosas. Yo no creo en las islas microeconómicas frente a los tsunamis macroeconómicos”, analizó Montamat. En su explicación, quiso separar la idea de que la energía es uno de los sectores que pueden resolver los problemas económicos a gran escala.

Es una industria en la que se “están aprovechando todas las posibilidades actuales”, afirmó Juan José Carbajales, titular de la consultora Paspartú. Pero, agregó, para sacarle el máximo provecho hace falta una estabilización macroeconómica.

Más duro fue el análisis de Nicolás Gadano, coordinador de los equipos de energía en la Fundación Pensar. “En una economía con alta inflación, un control de cambios tan severo como este y la imprevisibilidad para la importación de equipos e insumos, no hay industria que pueda funcionar normalmente. Sin escaparle a las discusiones propias del sector energético, hay que saber que con alta inflación y estas condiciones de volatilidad macroeconómica, la Argentina nunca va a poder aprovechar todo su potencial de explotación de recursos. Ni en la energía ni en ningún sector”, dijo.

En el actual contexto se buscan leyes que blinden al sector frente a los vaivenes macro, o que promocionen la producción y la exportación del gas natural licuado (GNL).

Herramientas que, en palabras de Roberto Carnicer, director del Instituto de Energía de la Universidad Austral, son “excepciones que sirven de herramientas ante la urgencia”. “Son leyes injustas, porque apoyan a un sector y no al otro. Tenés que escribirlas muy fuertemente para que se cumplan un montón de cosas, un país no puede funcionar con una ley de emergencia económica”, sostuvo.

Tarifas, en la mira

Según Montamat, entre 2003 y 2022 el Estado gastó US$167.000 millones en subsidios energéticos. “¿Cuánto salió el gasoducto Néstor Kirchner? US$2000 millones. Hubiéramos hecho 80 gasoductos”, sentenció.

La realidad en el bolsillo de los argentinos está afectada por muchos factores. Pero en lo que a la energía se refiere, se estima que se paga entre el 45% y el 50% del costo. Es decir, los consumidores abonan por la energía la mitad de lo que cuesta, mientras que el resto “se paga de otra manera”, según sintetizaron los especialistas. Es decir, las tarifas de luz y gas deberían ser más caras, exceptuando a quienes están incluidos en los precios sociales.

Según las leyes, los montos deberían ser actualizados periódicamente, más allá de las decisiones políticas que se van tomando. “Tenemos un sistema de tarifas máximas que requiere un ajuste periódico que no va con países de alta inflación”, consideró Griselda Lambertini, directora académica del Centro de Estudios de la Actividad Regulatoria Energética (Ceare) de la UBA. En sus palabras, se fusionan los dos conceptos principales de la discusión: “Hay que cambiar de sistema tarifario”; es decir, hay que modificar la ley “o tener un país normal” (léase, resolver los problemas de la macroeconomía).

Un tema a considerar, según enfatizó Gadano, es el hecho de que la gente está acostumbrada a que una boleta de gas y electricidad sea “más barata que ir a la verdulería”. Eso, al momento de reajustar los montos, hace que esas subas se sientan con más fuerza. “Tras congelar las tarifas, su actualización se percibe como tarifazo”, completó Carnicer.

Los especialistas que dialogaron en el encuentro organizado por LA NACION coincidieron en la necesidad de un aumento gradual de las tarifas para que, a fin de cuentas, se cubran los costos económicos. El porcentaje que hoy está subsidiado, según destacaron algunos, se paga con “emisión inflacionaria”.

Según Carbajales, para eficientizar el uso de los recursos se puede “ayudar a la gente a gastar menos energía manteniendo los mismos niveles de confort”. Y agregó: “A la energía hay que pagarla lo que vale”.

La agenda de las renovables

Los recursos naturales que tiene el país permiten pensar más allá de las oportunidades actuales. La Argentina se para como actor de peso en el mundo en materia de gas, GNL y petróleo, y tiene “espacio para la descarbonización, pero la transición energética es nuestra oportunidad”. Europa con la guerra, el mundo pensando en un futuro renovable, con una fuerte reducción de emisiones y con el foco puesto en lo medioambiental, abren la ventana para proyectar a largo plazo.

Sin dejar de lado el aprovechamiento de Vaca Muerta, Lambertini agregó: “Las oportunidades son en gas natural, litio para baterías y movilidad eléctrica e hidrógeno verde, cada una con sus desafíos”.

La coyuntura demanda la solución de la macroeconomía. Hay que apalancarse en los beneficios que la industria energética puede darle al país y servirse de los cambios que demanda el mundo, pero sin descuidar las posibilidades futuras. Cuando se empiece a demandar energía renovable, la Argentina también tendrá su oportunidad, porque sus recursos naturales, tal como señalan los expertos, pueden permitir que el país sea también referente en esa materia. Lo que será necesario para ese entonces es más inversión y desarrollo y un contexto propicio para ello.

Las condiciones están; las muchas tareas por hacer, también.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/economia/energia-frente-a-una-gran-oportunidad-y-al-desafio-de-estabilizar-la-economia-para-poder-nid23072023/

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