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Era jefe de internación en un reconocido hospital y ahora tiene cinco restaurantes en una zona de moda

Gonzalo Fleire avisa que se va a tener que levantar, de vez en cuando, durante la entrevista. Hace cuatro días tuvo un accidente. Lo chocaron y cree que tiene una costilla fisurada, que no lo deja...

Gonzalo Fleire avisa que se va a tener que levantar, de vez en cuando, durante la entrevista. Hace cuatro días tuvo un accidente. Lo chocaron y cree que tiene una costilla fisurada, que no lo deja quedarse quieto mucho tiempo. “Ser médico, a veces, me hace minimizar algunas cosas. Sigo adelante, no le doy bola. Y eso no siempre es bueno”, dice y se ríe.

Pero otras veces sí. Ese “seguir adelante” ayudó a Gonzalo a ser jefe de una sala de internación, en un importante hospital de alta complejidad de la ciudad de Buenos Aires, por ejemplo. Y después lo ayudó a reenfocarse hacia el yoga y el ayurveda -para sorpresa de todo el mundo-, y a abrir un centro integral de yoga. Y después lo ayudó a volver a reenfocarse, esta vez hacia la gastronomía. Con dos socios amigos, y solo cuatro años después de la apertura de su primer local, Fleire maneja hoy cinco restaurantes en la zona de moda que conforman Chacarita, Villa Crespo y Colegiales.

Se describe a sí mismo como un “tipo intenso”. Después del colegio, empezó a estudiar medicina. “Me metí de lleno. Estudié en El Salvador y también hice una especialidad en medicina interna en la UBA. Hice la residencia en el hospital –un conocido hospital de alta complejidad- y llegué a jefe de sala de internación”, cuenta. Y, en ese momento, en la cúspide de su carrera en la medicina, descubrió el yoga.

Estaba de novio con Fernanda, y ella, una economista que trabajaba en cancillería, lo introdujo en la práctica. Al principio, Gonzalo lo tomó como un ejercicio, una alternativa al gimnasio, que nunca le gustó. Pero después se entusiasmó. Se puso a estudiar la parte teórica y llegó al ayurveda, la medicina tradicional de la India. “Ahí empecé a hacer un clic”, dice.

Lo que lo atrajo de la medicina india fueron las resonancias con su propia práctica médica. “En consultorio uno siempre recomienda comer bien, por ejemplo. ¿Pero qué significa? No le solemos muchas herramientas a los pacientes, el tema se queda ahí. Ayurveda me interesó porque ahondaba en ese aspecto”, dice.

El clic que hizo significó, en última instancia, reducir la cantidad de horas que le dedicaba al hospital. “Con el ayurveda llegó un momento de replanteo. Yo tenía un laburo de mucha carga horaria. Una vez que llegás a determinada posición pasa eso”, dice Fleire.

Entonces decidió poner, con su pareja, un centro integral de yoga. “Dejé la parte de internación, bajé la actividad médica y me dediqué al centro. Mis compañeros pensaban que estaba loco. Porque yo había accedido a un lugar muy buscado en el hospital, muy deseado por todos. Me preguntaban de qué iba a vivir”, dice.

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El médico convertido en yogui repartía su tiempo entre el centro integral y el hospital. Estaba contento con el nuevo camino que recorría, y había logrado cierto balance entre sus trabajos. Pero, para complicar las cosas un poco más, le llegó otra propuesta. Un amigo le dijo que estaba a punto de poner un local gastronómico y buscaba inversores. Freile, que paralelamente a sus estudios de medicina se había recibido de cocinero en la escuela de cocina Mausi Sebess, dijo que sí. Pero, con el centro y el hospital, advirtió que no iba a poder dedicarle mucho tiempo.

Pasó todo lo contrario. “Abrimos en agosto del 2018. Ese año fue muy intenso, SEDE Whisky era nuestro lugar. Al principio no teníamos camareros, atendíamos nosotros, más allá del bartender. Abríamos y cerrábamos. Cuando quedé yo, todavía hacia consultorio, y les dije que no esperaran tanto tiempo de mí, pero eso no pasó. Cerraba a las 2 de la mañana y a las 6 estaba en el hospital. Estuve así 6 meses hasta que reestructuré los horarios”, cuenta.

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SEDE fue la clave para que Fleire se dedique más de lleno a la gastronomía. “La medicina sigue siendo muy importante, no me fui separando de ella por descontento, sino porque la gastronomía siempre anduvo por ahí dando vueltas. Y el ayurveda, por el momento, quedó para mí”, dice. El local que abrieron, especializado en Whisky y coctelería, sirve ahora alrededor de 4.000 Old Fashioned al año, vende 120 botellas de whisky por mes y atiende a más de 22.000 personas anualmente.

Al éxito de SEDE le siguieron los bares Sifón y Sifoncito, y los restaurantes Madre rojas y Ostende. “Ahora tenemos una estructura compleja, 90 empleados entre todos los lugares”, dice Fleire, que se dedica sobre todo a la parte de recursos humanos y servicio de los locales. Aunque tampoco largó la medicina del todo. Por fuera de los cinco locales, sigue trabajando en el hospital, dirigiendo el comité de ética en investigación, que discute y aprueba investigaciones dentro de la institución. “Me permite cierta flexibilidad”, dice.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/economia/negocios/era-jefe-de-internacion-en-un-reconocido-hospital-y-ahora-tiene-cinco-restaurantes-en-una-zona-de-nid01122023/

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