Es tucumano, emigró a Londres y puso un local de empanadas que es un éxito
El tucumano Bernardo Neville estaba acostumbrado a comer empanadas, pero no a hacerlas. En su primera estadía en Londres, en el 2004, mientras trabajaba cuidando caballos de polo, pensó que ese p...
El tucumano Bernardo Neville estaba acostumbrado a comer empanadas, pero no a hacerlas. En su primera estadía en Londres, en el 2004, mientras trabajaba cuidando caballos de polo, pensó que ese producto gastronómico argentino podía tener futuro como negocio en Inglaterra. En 2013, con unas 20.000 libras de sus ahorros, abrió el primer local de Chango. Este año cerrará con diez, ubicados en diferentes zonas de la capital inglesa.
Chango fabrica unas 70.000 empanadas mensuales -Neville recuerda que, al inicio, eran unas 1800, 2000- y emplea a 45 personas. En los locales también se venden otros productos tradicionales argentinos, como dulce de leche y chimichurri.
Antes de llegar a Londres esta segunda vez, el tucumano se había ido de la Argentina a Estados Unidos. Cuando regresó al país, decidió que no se quedaría mucho tiempo. “Terminé viajando a Londres otra vez, sin una idea clara de qué hacer”, cuenta Neville a LA NACION.
En su primer desembarco en el Reino Unido, había trabajado en una empresa que importaba fruta desde Latinoamérica. Después de renunciar, se quedó unos meses más cuidando caballos de polo.
“Fue el mundo del polo el que me estimuló a volcarme después al negocio de la gastronomía -señala-. Vi cómo los ingleses disfrutaban del asado argentino, de los productos argentinos. En esa actividad ven al país con glamour, lo que se vende a través del polo funciona”.
Después de medio año en esa actividad, volvió a la Argentina, y regresó a Londres en 2009. Unos meses más tarde empezó a hacer empanadas en su casa y a venderlas “a los argentinos radicados”. Le siguió la participación en mercados locales, y en 2013 abrió el primer local exclusivo de empanadas.
Neville indica que “no tenía idea” de cómo hacer empanadas. Fue aprendiendo con la ayuda de un primo y de algunos conocidos. “Fui armando la receta. En un viaje a Tucumán, un amigo me ayudó con la receta de la masa, que era lo más difícil, al comienzo no lograba hacerla pareja”. En los inicios arrancó con cuatro sabores, carne, pollo, jamón y queso y caprese. Hoy ofrece diez variedades.
El primer local fue en Richmond, un distrito residencial en el suroeste de Londres, a donde Neville solía ir los fines de semana: “Encontré un local chico en una calle linda, típica inglesa; estaba a la altura de mis posibilidades. Cuando uno es nuevo hay que buscar no solo por la economía, sino porque también los que alquilan grandes prefieren a empresas consolidadas”.
En esa calle se grabó la serie estadounidense Ted Lasso, “lo que le dio mucha popularidad, está repleta de los que vienen a hacer turismo, ahora hay toda una movida en la zona”, señala el tucumano.
En los primeros cinco años abrió tres locales. En el 2021, dos más, y este año cerrará con cinco nuevos. “Del primero al quinto fue todo con ahorros. Ahora buscamos financiamiento. Todavía no tenemos franquicias, todas las locaciones las gestionamos nosotros, pero está en los planes franquiciar”, precisa.
Comenta que antes de la primera apertura prefirió tener “todo pensado, hacer un crecimiento orgánico. No fue una evolución muy acelerada, en los años no tan buenos me quedé quieto y en los mejores, sumamos locales”.
A los 47 años está casado con Henrietta y tienen dos hijos. Eligió bautizar a su empresa como Chango, una expresión “tradicional del norte argentino, como las empanadas, que son típicas de nuestra cultura. Es una palabra corta, fácil de pronunciar para los ingleses. Me pareció perfecta”. Admite que después de una década todavía tiene que explicar a muchos de sus clientes qué es una empanada. Las de carne siguen siendo las más vendidas.
A la hora de hacer negocios, Neville sostiene que en la Argentina tenía la ventaja de los contactos, de conocer la cultura: “Acá uno no es nadie, es un número, pero por otro lado se ayuda al emprendedor, las condiciones son más estables, los productos mantienen su precio más allá de que en estos meses hubo inflación. Las condiciones son claras y hay muchas posibilidades para la gastronomía, se puede empezar vendiendo en puestos callejeros hasta que se arma un volumen de facturación y se conoce el mercado”.