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Especial de invierno: auge, mitos y controversias de la “economía Hygge”

Con el inicio de las vacaciones de invierno, los medios de comunicación se llenan de notas desde la nieve, con reportes sobre los centros de ski y otros lugares con temperaturas bajo cero. A tono ...

Con el inicio de las vacaciones de invierno, los medios de comunicación se llenan de notas desde la nieve, con reportes sobre los centros de ski y otros lugares con temperaturas bajo cero. A tono con estos tiempos, lo que sigue es un texto para leer abrigado con ropa suave, medias de lana, al lado de la chimenea (si la hay), con café rico, olor a pastelería recién hecha y otras comodidades que a uno se le ocurran.

Al fin y al cabo, eso denota el concepto de “Hygge”, un término que se puso muy de moda a mediados de la década pasada (llegó a ser la “palabra del año” en 2017 según el diccionario de Oxford) y que remite a un tipo muy particular de felicidad escandinava, cuyas imágenes evocan las escenas del primer párrafo, con mucha madera, luces cálidas, comida rica y el acompañamiento de algún ser querido.

Hay, también, una economía Hygge que involucra negocios de todo tipo, desde decoración a estilos de viaje, gastronomía, etcétera; con millones de libros vendidos al respecto y menciones en Instagram o Pinterest que se multiplican con una imagen icónica: pies cruzados, con medias gruesas, y el fuego de una chimenea ardiendo de fondo. Para Meik Wiking, autor de uno de los best sellers sobre este tema, se trató de una “segunda invasión vikinga”.

La palabra se hizo popular en Dinamarca, pero está asociada a la riqueza y al bienestar emocional de todos los países nórdicos, que se ubican en la cima de los rankings de calidad de vida y de felicidad. De hecho, Dinamarca importó la palabra desde Noruega, se cree que en el siglo XVIII, cuando perdió territorios que hoy pertenecen a Suecia, Alemania y Noruega.

“La palabra “Hygge” está asociada a la riqueza y al bienestar emocional de los países nórdicos, que encabezan los rankings de felicidad”

“De alguna manera es la extensión íntima del estado de bienestar escandinavo”, lo resume la escritora y editora jefa de Siglo XXI Raquel San Martín, una especialista en cultura nórdica. Hay dinero para dedicar a las “actividades Hygge” y también tiempo, con una jornada laboral semanal que en Dinamarca es, por ley, de 37 horas.

En términos de riqueza, la última noticia sobre abundancia escandinava surgió días atrás con el anuncio en Noruega (país que ya tiene un fondo soberano multimillonario por sus reservas de petróleo) del descubrimiento de una reserva masiva de fosfato en roca, de 70.000 millones de toneladas, equivalentes a todo el material de este tipo que se había descubierto hasta ahora en todo el planeta. El fosfato es esencial para fabricar fertilizantes, paneles solares y otros insumos ligados a las energías alternativas. Las nuevas reservas noruegas podrían abastecer la demanda mundial de fosfato por 100 años.

La economía Hygge también tiene lecciones para la agenda senior, o de segunda mitad de la vida. Escandinavia es un lugar muy interesante para “adelantar la película del cambio demográfico”, porque al igual que Japón, Corea del Sur, Italia o España tiene una población adulta muy importante. Y muchos recursos para políticas públicas e investigaciones. ¿Cómo interactúan las variables de la segunda mitad de la vida con el concepto de Hygge? Aquí algunas claves a partir de estudios recientes que menciona San Martín:

• La soledad (y en particular la soledad extrema) es un factor que erosiona mucho el bienestar emocional de quienes tienen 50 años y más de esta región. El clima de frío extremo en muchos meses del año ayuda poco en este sentido. La baja de felicidad por la soledad llega al 28%, según un reporte oficial sobre “felicidad y adultez”.

• Los adultos muestran más resiliencia que las personas de otras edades. Tras un evento negativo (un ataque cardíaco, la muerte de una pareja), la tristeza dura un período, pero luego se vuelve a un nivel promedio de bienestar emocional. No sucede lo mismo con la soledad y la depresión (de ahí que sea más difícil volver).

• Los adultos con baja satisfacción con su vida son proporcionalmente mucho más consumidores de servicios de asistencia pública, salud y pensiones. Por eso, la felicidad en esta etapa es vista también como un factor importante en términos de su impacto en el gasto púbico. Prepararnos cono sociedades para “vidas no solo más largas, sino mejores en la nueva etapa” es clave, concluye el reporte, a riesgo de evitar un futuro incierto en esta materia.

“Los adultos con baja satisfacción con su vida son proporcionalmente mucho más consumidores de servicios de asistencia pública, salud y pensiones”

Como sucede con todo boom de alguna tendencia, tras los récords de ventas de libros sobre “la receta de la felicidad escandinava” se abrió la temporada de “disparen contra el Hygge”, relativizando el fenómeno desde distintos ensayos y artículos.

Para empezar, fue una bandera que pronto tomó la derecha más recalcitrante y xenófoba en estos países: se fortaleció la narrativa de que “los extranjeros vienen a robar el Hygge”, o sea, a arruinar el tradicional estilo de vida del estado de bienestar nórdico.

Charlotte Higgins es una escritora y periodista inglesa que dirige la sección de Cultura de The Guardian. Años atrás escribió un largo y muy interesante artículo titulado La conspiración Hygge, en el cual contó cómo la tendencia se moldeó en las editoriales inglesas, para consumo de los lectores de ese país, y con verdades a medias sobre lo maravilloso del estilo de vida escandinavo. Las encuestas de felicidad, por ejemplo, vienen siendo muy criticadas por su subjetividad: hay culturas (como la nórdica) donde está mal visto quejarse y hay un sesgo a reportar, en promedio, mayores niveles de satisfacción.

“Las encuestas de felicidad vienen siendo muy criticadas por su subjetividad: hay culturas (como la nórdica) donde está mal visto quejarse y hay un sesgo a reportar, en promedio, mayores niveles de satisfacción”

Aun así, el halo hygge se convirtió en un exitosísimo concepto de exportación: hay desde manuales y tutoriales para tener “sexo Hygge” (digamos, no contra una pared fría en la cocina) hasta tendencias en muebles o cafés de especialidad que buscan nombres que suenen a nórdico para sumar sofisticación.

En el noveno libro de la serie de Asterix se describe el mundo de los Normandos, seres feroces y ultra-violentos, que no conocen el miedo y que beben “calvados” en los cráneos de sus oponentes derrotados. Cuando pelean con otros clanes o con los romanos piden no dar golpes demasiado fuertes en las cabezas para “no arruinar la vajilla”. En algún momento, el estilo de vida de esta región cambió radicalmente, desde esta violencia extrema al Hygge.

O, tal vez, sean dos caras de la misma moneda. Los artículos críticos sobre el Hygge remarcan las dudas con las encuestas de felicidad, los récords de consumo de alcohol, de suicidio o los altos índices de “aburrimiento” (que también miden economistas del comportamiento). Raquel San Martín se especializa en el género “nordic noir”, la excelente escuela de policiales escandinavos que se puede disfrutar en libros o series. En diálogo con LA NACION, destaca que los crímenes y asesinatos en esta literatura suelen ser extremadamente cruentos (mucho más que en los policiales ingleses o de Estados Unidos), como si la violencia contenida entre mantas, almohadones, repostería danesa y calor de la chimenea al final del día tuviera que salir con toda su furia por otros canales.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/economia/especial-de-invierno-auge-mitos-y-controversias-de-la-economia-hygge-nid23072023/

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