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Esteban Actis: “Acuerdos como el de China tienen mucha más opacidad y secretismo que los acuerdos con el FMI”

“En los acuerdos con China, se pueden llegar a comprometer intereses que tienen más impacto en el largo plazo”, advierte. “...

“En los acuerdos con China, se pueden llegar a comprometer intereses que tienen más impacto en el largo plazo”, advierte. “Es un error pensar que hay benevolencia y altruismo en la política exterior de China”, plantea. “Hay un sector del Gobierno que tiene un discurso muy fervientemente en contra del endeudamiento externo cuando en realidad China es un prestamista de última instancia”, aclara. “La idea, muy presente en sectores del Gobierno, y también en el mundo académico, de que China viene a democratizar las relaciones internacionales y a aportar a un mundo multipolar más justo y equitativo es una idea sesgada”, analiza. “Pensar que hoy los yuanes ya están reemplazando a los dólares en las transacciones internacionales responde a una mirada que va más allá de los datos y a una visión realmente ideologizada”, cuestiona. “Que la Argentina se sume a este BRICS sería introducir a la Argentina en discusiones geopolíticas que podrían ser contraproducentes”, alerta. “China se ha vuelto un proveedor de bienes públicos en América del Sur”, describe y agrega: “En los últimos años, se suma un rol más fuerte de China como prestamista de última estancia”. “China es un acreedor internacional que ha acumulado reservas internacionales y está desplegando sus recursos financieros a nivel mundial”, puntualiza y sigue: “En América del Sur, hay cuatro países, Venezuela, Surinam, Ecuador y la Argentina, donde China se transformó en un prestamista de última instancia”.

“La relación con China es la de mayor continuidad en la política exterior argentina desde la segunda década del siglo XXI”, aclara y desarrolla: “Los gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, de (Mauricio) Macri y de Alberto Fernández, todos han profundizado y ampliado la interacción con la República Popular de China”. “La agenda del crédito es central en la política exterior de la Argentina”, dice. “La agenda completa de China, todos los tipos intereses que tiene en un país, tiene algún impacto en los acuerdos”, afirma y ejemplifica: “Cuando empezó la negociación de la Argentina por el financiamiento de las centrales nucleares en 2014, había tecnología argentina pero con el paso del tiempo, por la debilidad negociadora ante una China que se convierte en prestamista de última instancia, en la última negociación, para ese proyecto, la tecnología es ciento por ciento china”.

En los acuerdos con China, se pueden llegar a comprometer intereses que tienen más impacto en el largo plazo

“La debilidad negociadora, dadas las urgencias argentinas, hace que negociar con este tipo de actores sea delicado”, reflexiona. “El objetivo es que ese vínculo, como con todo actor externo asimétrico, nos permita maximizar las oportunidades y reducir las amenazas”, propone. “Las lecturas maniqueas ideológicas llevan a una mala lectura del mundo. Uno de esos diagnósticos es pensar que el yuan va a reemplazar al dólar”, cuestiona. “Para pensar la internacionalización de la moneda, hay que pensar en el sector privado, que es el sector que recibe esa moneda. Hoy en el mundo, los actores económicos transnacionales siguen utilizando al dólar como moneda de intercambio”, aclara. “El uso de yuanes está lejos de ser una tendencia global actual”, sintetiza. “La ingeniería que implican los yuanes tiene sus costos”, señala. “En Sudamérica, las relaciones económico comerciales están muy afectadas por China. Uruguay, Perú y Chile tienen más del 30 por ciento de sus exportaciones dirigidas a China, que es su principal socio comercial”, analiza. “No hay ningún tipo de desafío a los intereses estratégicos de Washington en el plano de la seguridad ni en el plano militar”, dice. “De los diez miembros que suenan como BRICS plus, la Argentina es el único país que ha votado condenando la invasión de Rusia en Naciones Unidas. En ese BRICS plus, estaría también un país como Irán, con la situación que la Argentina tiene con Irán”, puntualiza. “La Argentina debería ser cautelosa ante esa posibilidad de ingreso a los BRICS. También sería una mala noticia que la Argentina fuera invitada a sumarse a un G7 plus”, advierte. “Esa movida sería contraria a esa estrategia, en definitiva, de intentar surfear y evitar quedar preso de presiones y estructuras de los grandes actores externos”, concluye.

El especialista en relaciones internacionales, Esteban Actis, estuvo en La Repregunta. Actis es Doctor en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional de Rosario. Fue becario doctoral y postdoctoral del Conicet. Es coautor de La disputa por el poder global. China contra Estados Unidos en la crisis de la pandemia. El foco de su trabajo de investigación es América Latina, Argentina y Brasil y la economía política en las relaciones internacionales.

Yuanes versus dólares. ¿La nueva batalla geopolítica que se libra en la Argentina kirchnerista? ¿Y también en América Latina? La Argentina, China, y las urgencias macroeconómicas. Uruguay, ¿más cerca de Estados Unidos, o no tanto? La Argentina y su ingreso a los BRICS, ¿el gran error? Actis hizo su análisis. Aquí, la entrevista completa.

-Es interesante analizar el acercamiento del gobierno kirchnerista a China. Dada una situación macroeconómica muy particular, la falta de dólares y un acuerdo con el FMI que no logra avanzar, la decisión de optar por yuanes de China, ¿es un síntoma de un cambio en la naturaleza de los vínculos de la Argentina en particular y de la región en general con China? De temas ideológicos y de seguridad a temas no sólo comerciales y económicos sino también, ahora, macroeconómicos.

-Es una muy buena pregunta. Los vínculos entre China y América Latina y especialmente con América del Sur, porque acá hay que hacer una distinción más subsistémica de Panamá hacia el sur, se viene intensificando en los últimos años, no solamente con el tradicional pilar comercial, que ha sido muy fuerte. Hay que destacar que las estrategias de desarrollo de América del Sur en relación a la especialización productiva son complementarias con el vínculo con China. América del Sur es un gran proveedor de proteínas, de minerales y energía para China. Ésa es una cuestión que hay que tener en cuenta. Pero, además, en los últimos años, China se ha vuelto un proveedor de bienes públicos. Pensemos el caso de las vacunas durante la pandemia. Otro caso: hay más de veinte países de América Latina que han firmado el memorando de entendimiento para sumarse a la iniciativa de la Franja y la Ruta, esta iniciativa global de China. La Argentina lo hizo hace dos años. Y en los últimos años, se suma un rol más fuerte de China como prestamista de última estancia: China es un acreedor internacional que ha acumulado reservas internacionales y está desplegando sus recursos financieros a nivel mundial. En América del Sur, hay cuatro países, Venezuela, Surinam, Ecuador y la Argentina, con este tipos de mecanismos financieros en los que China se transforma en un prestamista de última instancia para intentar socorrer o ayudar en situaciones de vulnerabilidad financiera. En ese marco, la Argentina viene desarrollando e intensificando los vínculos con China. Hay que decir algo importante: la relación con China es la de mayor continuidad en la política exterior argentina desde la segunda década del siglo XXI. Aún en el marco de una concepción muy pendular en nuestra política exterior, los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner, de (Mauricio) Macri y de Alberto Fernández, todos han profundizado y ampliado la interacción con la República Popular de China.

Hay un sector del Gobierno que tiene un discurso muy fervientemente en contra del endeudamiento externo cuando en realidad China es un prestamista de última instancia

-¿Más que con Estados Unidos? En ese balance de poderes en el mundo, ¿esa relación con China tiene más continuidad, es más proactiva y de signo positivo que la relación que han tenido los gobiernos respecto de Estados Unidos?

-El segundo gobierno de Cristina Kichner tuvo muchos cortocircuitos con Estados Unidos. También hubo un momento de mucho enfriamiento con Brasil, que es el otro actor central de nuestra geometría externa: en los gobiernos de Alberto Fernández y Jair Bolsonaro tuvieron un momento de enfriamiento. Pero el vínculo con China es de profundización y de ampliación. Éste es un dato a tener en cuenta porque en realidad, más allá de que pueda haber alguna visión más ideológica cercana al gobierno respecto de China, en realidad hay muchos pragmatismo. Para la Argentina, que es una economía a la que le faltan dólares y necesita fuente de financiamiento, China se ha transformado en un actor que puede proveer financiamiento a proyectos productivos o, como se da ahora a partir de la ampliación de los swap que se han firmado con Cristina Fernández, con Macri y en este gobierno, que termina siendo, a partir de una visión pragmática, un actor externo al que la Argentina recurre para evitar o intentar surfear la emergencia macroeconómica.

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-En esa comparación de cómo ha sido el vínculo con China, que viene ampliándose no importa si con gobiernos de centro izquierda o de centro derecha, tanto en el kirchnerismo como con la presidencia de Cambiemos, en realidad las motivaciones parecen distintas. El gobierno de Macri apuntaba a la expansión del comercio mientras que el kirchnerismo entra en una serie de contradicciones en relación a los yuanes, cuando cuestiona al FMI y los préstamos que otorga como prestamista de última instancia pero no duda en recurrir a China con el mismo tipo de objetivo.

-Claramente, ahí hay una cuestión discursiva contradictoria. Hay un sector del gobierno que tiene un discurso muy fervientemente en contra del endeudamiento externo cuando en realidad China es un prestamista de última instancia. Y lo que la Argentina ha hecho con el swap es justamente abrir una nueva fuente de financiamiento que tiene que ver con sus intereses económicos y en comercio. Según el economista Fernando Marull, en estos últimos dos meses, la Argentina ya ha utilizado 100 millones de dólares en yuanes para pagar al FMI y para pagar importaciones. Eso implica 100 millones de dólares más de deuda con China. En ese sentido, como prestamista de última instancia, China tiene características distintas a lo que es un organismo multilateral como el FMI. Pero sigue siendo una nueva fuente de financiamiento de la Argentina a la que recurre para sortear su asfixia, la falta de dólares, la necesidad de contar con fuente de financiamiento

-La semana pasada, fue la inauguración del primer tramo del gasoducto Néstor Kirchner. En lugar de pensarse como una política energética, se concibe más dentro de la matriz macroeconómica y de la necesidad de ahorro de divisas y no tanto como parte de una estrategia energética a futuro. Puede estar ese razonamiento, pero no tan presente. En la relación con China, ¿también está pesando más esa necesidad coyuntural de yuanes dada la situación macroeconómica que cuánto pueden condicionar los requisitos que impone China para dar un préstamo de esas características? Por ejemplo, una tasa de interés excesivamente alta comparada con la del FMI.

-Hay que pensar en los vínculos de un país como la Argentina, periférico, latinoamericano. Cuando uno se vincula como un actor asimétrico en términos de relaciones de poder, sea con Estados Unidos, sea China, esa asimetría y esa cuestión de poder se siente al máximo. Si el país que negocia está una emergencia permanente y en una emergencia coyuntural como es el caso de la Argentina, que necesita auxilio económico de los tres principales actores externos de su geometría externa, Estados Unidos, Brasil y China, la interacción principal se da dentro de la agenda del crédito: con Estados Unidos, para su mediación en el board del FMI; a Brasil, la Argentina le ha pedido ayuda y Lula ha dicho que tienen la voluntad, no la capacidad. Hace diez años, lo que la Argentina hoy tiene con China, se pensaba que iba a ser con Brasil: Brasil iba a ser el actor que nos iba a dar afianzamiento. Por la crisis brasileña y una defección brasileña, se interrumpió esa posibilidad. Pero la agenda del crédito es central en la política exterior de la Argentina. E insisto, a la hora de hacer negocios, esta situación no es gratuita porque, dentro de esa asimetría, los actores vinculan cuestiones financieras y otros temas de la agenda. En ese sentido, está claro que cualquiera negociación con este tipo de actor, por la asimetría, no es porque sea China, tiene impactos en los vínculos externos.

La idea, muy presente en sectores del Gobierno, y también en el mundo académico, de que China viene a democratizar las relaciones internacionales y a aportar a un mundo multipolar más justo y equitativo es una idea sesgada

-¿Pero no hay una preocupación mayor porque se trate efectivamente de China? El contexto de esta pregunta es el siguiente: cuando ya no se consiguió financiamiento internacional, durante el gobierno de Cristina Kirchner, la Argentina obtuvo préstamos de Venezuela, de Rusia y de China. En esos casos, las condiciones del préstamo, los requisitos, el tipo de negociación es mucho más opaco que la que se hace con el FMI. Por ejemplo, no se conocen las condiciones que puso China para este préstamo actual de yuanes; se asume que la tasa de interés es del 7 por ciento, pero no se conoce el acuerdo oficialmente mientras que con el FMI, las condiciones están muy claramente establecidas. Se pueden hacer las críticas de esas condiciones, pero son transparentes. ¿No es una diferencia importante a la hora de analizar cuando se negocia con un organismo internacional integrado por democracias liberales, entre otros regímenes, y cuando se negocia con una un régimen totalitario de partido único?

-Hay dos variables importantes, una es la transparencia. Está claro que, sobre todo China en los últimos años, ha perfeccionado su rol de acreedor internacional con distintos tipos cláusulas como, por ejemplo, el cross default para evitar que los países puedan defaultear algún tipo de deuda que, con esa cláusula, afectaría a todo el paquete de deudas. Otras son las cláusulas de confidencialidad. Como bien decías, el acuerdo con China es una situación mucho más opaca que la del acuerdo con un organismo multilateral. La contrapartida, y este es el principal argumento del oficialismo actual, es que China no impone condiciones macroeconómicas para prestar dinero, o sea, no hay un requisito de compromisos de la política macroeconómica. Sí los hay en el caso de los acuerdos con el FMI. Pero está claro que acuerdos como el de China tienen mucho más opacidad y secretismo que los acuerdos que se negocian con un organismo multilateral que responde a las cuotas de poder de sus miembros, a los miembros del Board. En esos casos, los acuerdos son más transparentes y más clara la información.

-Es cierto que China no impone condiciones al orden macroeconómico de la Argentina y a las políticas para manejar la macroeconomía pero hay muchas preguntas acerca de otro tipos de condiciones estratégicas, por ejemplo, la presencia en el 5G, en la explotación del litio, en recursos críticos en el océano con la pesca ilegal o temas de centrales nucleares. ¿No estamos perdiendo de vista esos condicionamientos? El kirchnerismo considera que China no es el FMI que le pone un pie encima a la macroeconomía argentina, ¿pero eso no oscurece otro tipo de presión que China puede ejercer en otros intereses y que van a terminar impactando más negativamente que esas condiciones racionales que el FMI intenta imponer en la macroeconomía argentina?

-Es una excelente pregunta. Y efectivamente, los sinólogos dicen que China piensa a largo plazo. Está claro que, en los acuerdos, se da la vinculación de cuestiones distintas, no son vinculaciones financieras propiamente dichas. La agenda completa de China, los intereses que tiene en un país o en una región están en juego. Esa condicionalidad tiene algún impacto. Un claro ejemplo: si se mira cómo empezó la negociación de la Argentina por el financiamiento de las centrales nucleares en 2014, cómo transcurrió y cómo está en la actualidad, más allá de que efectivamente se dio el financiamiento y empezó la construcción, se ve que había tecnología argentina y muchos elementos argentinos en esa negociación pero con el paso del tiempo, por la debilidad negociadora ante una China que se convierte en prestamista de última instancia, esos componentes argentinos se fueron diluyendo. Y en la última negociación, para ese proyecto, la tecnología es ciento por ciento china. Entonces, claramente la vinculación de cuestiones existe en la negociación y ahí es donde la debilidad negociadora, dadas las urgencias argentinas, hace que negociar con este tipo de actores sea delicado. Se pueden llegar a comprometer distintos tipos de agenda de intereses que tienen más impacto en el largo plazo. En este tablero, es ahí donde China está poniendo su mirada

¿Qué hay detrás de la retórica pro China del kirchnerismo? ¿Error conceptual y sesgo ideológico?

-Usted escribió La disputa por el poder global como resultado de los reposicionamiento que se producen durante la pandemia, cómo jugaron Estados Unidos y China. Abundan los análisis sobre cómo la Argentina kirchnerista se vinculó más fácilmente con China en el tema vacunas y fue más reticente a las vacunas de Estados Unidos. Esa manera del kirchnerismo, y de parte del peronismo en general, de concebir a China como una nación con la que se puede dialogar más fácilmente por los objetivos populares que tiene, ¿es un error de concepto? Estoy pensando en las reuniones virtuales que tuvo el entonces presidente del Partido Justicialista, José Luis Gioja, con algunos líderes del Partido Comunista chino o Gildo Insfrán, también en contacto con China, o en la compra de vacunas chinas, a pesar de que fueron cuestionadas por falta de testeos. ¿Hay un error de concepto en el modo en que el kirchnerismo concibe a China?

-En la Argentina, el debate político sobre los temas internacionales está vinculado a una cuestión muy ideologizada. Los analistas y los que estudiamos las relaciones internacionales, planteamos que hay que pensar las relaciones internacionales de manera desideologizada. En la Argentina, hay dos lecturas bastante sesgadas. Una es ésta que planteás, que está muy presente en algunos sectores de todo el gobierno, y también en el mundo académico, no es una cuestión solamente gubernamental: la idea de que China viene a democratizar las relaciones internacionales y a aportar a un mundo multipolar más justo y equitativo para todos los actores. Si uno mira la historia de las relaciones internacionales, está claro que hoy China es una potencia establecida, es un actor poderoso, es la segunda economía del mundo y va a ser asertiva cuando tenga que serlo y va a ser cooperativa cuando tenga que serlo. Pensar que hay benevolencia y altruismo por parte de China es un error. También es un error pensar que China es un actor revisionista que quiere cambiar todo el orden internacional y que quiere acabar con las empresas occidentales, con las que no quieren tener vínculos. Lo cierto es que hoy (Jake) Sullivan (NdelE: el asesor de seguridad nacional del presidente Joe Biden, de EEUU) ha ido a China; también, la secretaria del Tesoro (NdelE: Janet Yellen), los empresarios más importantes como Elon Musk están en China. Lo que hay que pensar es cómo hace la Argentina para tener una relación lo más madura y lo menos traumática posible con un actor importante que tiene intereses en la Argentina y donde la Argentina tiene intereses. El objetivo es que ese vínculo, como con todo actor externo asimétrico, nos permita maximizar las oportunidades y reducir las amenazas. Las lecturas maniqueas ideológicas llevan a una mala lectura del mundo. Eso es un problema porque se actúa con un diagnóstico totalmente fuera de lo que está aconteciendo. Uno de esos diagnósticos es pensar que el yuan va a reemplazar al dólar. El yuan se está internacionalizando en algunas transacciones comerciales. Pero hoy China está lejos de tener una moneda plenamente convertible e internacionalizada que pueda generar algún tipo de alternancia con el dólar. El dólar sigue siendo la moneda de reserva global de valor. De acá a una década, quizás podamos ver otra situación. Pero pensar que eso está aconteciendo actualmente responde a una mirada que va más allá de los datos y a una visión realmente ideologizada.

China es un acreedor internacional que ha acumulado reservas internacionales y está desplegando sus recursos financieros a nivel mundial

-En esa lectura benevolente que hace el kirchnerismo en relaciona a la ayuda que China le presta a la Argentina, la ayuda financiera con los yuanes dado la urgencia actual y la necesidad de no gastar dólares apunta a usar yuanes para pagar la actividad comercial. Sin embargo, hay empresas chinas que no aceptan yuanes.

-Sí, efectivamente. Se publicó hace poco una información sobre PetroChina, que exportó un buque de gasoil a la Argentina y hubo que utilizar la intermediación de un banco internacional occidental para la conversión a dólares, lo que también tiene un costo. Para pensar la internacionalización de la moneda, hay que pensar en el sector privado, que es el sector que recibe esa moneda. ¿Necesita esa moneda? ¿Quiere esa moneda? Hoy en el mundo, si bien en algunas partes de la geografía global hay una mayor diversificación, por ejemplo, el comercio energético entre Rusia y China, entre India y China, en realidad los actores económicos transnacionales siguen utilizando al dólar como moneda de intercambio. El uso de yuanes puede implicar alguna diversificación, pero no es la moneda de intercambio tradicional. Si bien el uso de yuanes está avanzando, lo hace a pasos pequeños y está lejos de ser una tendencia global actual.

Las lecturas maniqueas ideológicas llevan a una mala lectura del mundo. Uno de esos diagnósticos es pensar que el yuan va a reemplazar al dólar

-Usted se refiere a un acuerdo comercial entre Cammesa y PetroChina, además de dos petroleras occidentales, que salió todavía más caro porque implica pagar el préstamo de los yuanes y, después, el costo para transformarlo en dólares para poder finalmente pagarle a una empresa china que debería haber aceptado yuanes. Es el peor de los mundos posibles en relación a las expectativas que se tenían con los yuanes y los beneficios de tener yuanes.

-El beneficio existe porque, insisto, para cualquier actor económico, desde un Estado a una empresa o un individuo, que necesita financiamiento, siempre es bueno que aparezca el financiamiento. En ese sentido, es bueno porque los yuanes le han permitido a la Argentina importar un conjunto de bienes y servicios que ralentizaron el freno de la economía que se está experimentando. Sin los yuanes, tendríamos un torniquete mucho más fuerte, entonces ése es el lado positivo. Ahora, la ingeniería que implican los yuanes tiene sus costos. Otros costos que tiene es el desvío de comercio porque hay muchas empresas que no tenían proveedores chinos y que, actualmente, debido a que el grifo de yuanes se ha abierto, están reemplazando algún tipo de bien de otra procedencia por bienes chinos, a lo mejor con un costo mayor. Eso que se llama el desvío de comercio suele tener ese tipo de costos mayor al original, pero dado que por ese lado se liberan las importaciones y no se interrumpe el proceso productivo, hoy es una opción. También pensemos en esto: China utiliza los yuanes y le activa el swap a la Argentina pero también está oxigenando a muchas empresas chinas para que tengan mayor posibilidad de exportar a la Argentina. En esta vinculación comercial, para los actores chinos es muy interesante este tipo de mecanismo financiero.

Uruguay, ¿más cerca de Estados Unidos que de China… o no tanto?

-Mientras la Argentina construye este acercamiento mucho más aceitado con China, Uruguay empieza a tomar distancia cada vez más del Mercosur y avanza con un acuerdo comercial con Estados Unidos que se está tratando en el Congreso estadounidense. ¿Cómo es esto? ¿Uruguay está siendo más inteligente que la Argentina en términos de posibilidades comerciales dado que Estados Unidos sigue siendo la primera potencia económica, y además implica un alineamiento ideológico más sencillo?

-Uruguay se comporta como gran parte de los países sudamericanos. Eso es interesante: en Sudamérica en general, las relaciones económico comerciales están muy afectadas por China. Uruguay, Perú y Chile tienen más del 30 por ciento de sus exportaciones dirigidas a China, que es su principal socio comercial por lejos. Y las vinculaciones más alineadas con un diseño estratégico están con Washington. Está claro que no hay ningún tipo de desafío a los intereses estratégicos de Washington en el plano de la seguridad ni en el plano militar. Eso está muy claro. En el caso de Uruguay, es uno de los primeros que firmó el memorando de ingreso a la iniciativa china; es parte del Banco Asiático de Inversión e Infraestructura. También se ha sumado al Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS; está negociando un acuerdo de comercio con China, que está muy incipiente. El caso uruguayo muestra una política bastante pragmática. Uruguay si tiene definido que necesita una mayor liberalización de su comercio, sea con China, sea con Europa, o sea con Estados Unidos. Su inicio de diálogo con China despertó mucho interés en Estados Unidos, que ahora busca ofrecer algún tipo de alternativa comercial. El Senado norteamericano no está pensando en un Tratado de Libre Comercio (TLC) sino en un paquete unilateral de acceso al mercado, con preferencias arancelarias, al estilo del que tienen los países caribeños, para que muchos productos uruguayos ingresen sin ningún tipo de restricción al mercado norteamericano. Pero está claro que si se mira la temporalidad, ese diálogo de Uruguay con China, ese posible TLC que se enfrió porque China ha preferido un diálogo con el Mercosur, ha despertado el interés de Washington. Se dan cuenta que tienen que ofrecer algunas zanahorias, es decir, darle más preferencias a los países pequeños, sobre todo Uruguay. Hay que ver cómo se va a concretar. También hay muchos temas técnicos. Pero, claramente, los Estados Unidos ha puesto un mayor énfasis en el vínculo con Uruguay.

Argentina y los BRICS: ¿por qué sería un error ingresar al BRICS modelo 2023?

-Y finalmente, Esteban, la Argentina tiene expectativas de integrar los BRICS. ¿Cuál es el beneficio que tiene en términos concretos esa adhesión?

-Si estamos hablando del BRICS 2009, en ese contexto internacional hubiese sido muy interesante sumarse.

-¿Por qué hace esa salvedad? ¿Cómo era ese contexto?

-Porque el contexto internacional ha cambiado. En aquel momento, había una sintonía de las grandes economías emergentes en el sentido de que se iban a insertar de forma mucho más cooperativa en la economía internacional. El BRICS era pensado como un bloque de los países emergentes.

Que la Argentina se sume a este BRICS sería introducir a la Argentina en discusiones geopolíticas que podrían ser contraproducentes

-De estos países que se denominan “el Sur Global”.

-Exactamente, el Sur Global. Tenían una visión de un orden internacional con menos riesgo geopolítico y con menos tensiones. China, el país más importante de los BRICS, está pensado la ampliación como un intento de tener mayor presencia en un mundo mucho más fragmentado y con mucho más tensiones. Está visto mucho más desde una visión política que desde una visión económico comercial. A mi entender, que la Argentina se sume a este BRICS ampliado no está acorde con la estrategia que hoy discute la academia sobre el Sur Global, una estrategia de hedging, como se conoce en inglés, de cobertura. Sería introducir a la Argentina en discusiones y temas geopolíticos que podrían ser contraproducente, justamente, para ese intento de mantener una postura pragmática de equidistancia con las dos superpotencias. lo mismo

-Sobre todo porque los BRICS están integrados por Rusia, que está llevando adelante una guerra que Occidente percibe, de alguna manera, como riesgo en contra de Occidente.

-Ése es un punto interesante: de los diez miembros que suenan como BRICS plus, la Argentina es el único país que ha votado condenando la invasión de Rusia en Naciones Unidas, lo que muestra a la Argentina como un país, en ese sentido, aliado a Occidente en relación a la agresión de Rusia a Ucrania. En ese BRICS plus, estaría también un país como Irán, con la situación que la Argentina tiene con Irán.

-Arabia Saudita también está entre los otros países que se están por integrar al BRICS. ¿Qué otros países?

-Hay países africanos como Nigeria. Algunos son países más de renta media.

-Qué interesante ese dato que ninguno de esos países que se va a incorporar, condenó la invasión rusa. Es decir, que el BRICS se ha sesgado ideológicamente y a ese BRICS está entrando la Argentina o pretende entrar.

-En término de su posicionamiento en el orden internacional, de los grandes dilemas vinculados a la seguridad y de sus compromisos estratégicos, los nuevos países que están intentando ingresar a BRICS están mucho más alejados de la opción de los Estado Unidos que lo que está la Argentina. Hasta por una cuestión geográfica, América Latina sigue siendo un área donde la influencia norteamericana, sobre todo en estos temas, es muy importante. Y esto también le pasa Brasil, miembro pleno del BRICS y con otra simetría, pero que ha sido el único país del BRICS que ha condenado la invasión de Rusia en Naciones Unidas. Si la Argentina quiere potenciar los vínculos con los países de los BRICS, está el banco de los BRICS, que da una gran posibilidad de ingreso a esa trama de vínculos financieros económicos. En el marco de esta idea de maximizar las oportunidades y reducir las amenazas, ingresar a este BRICS como miembro pleno es la ecuación inversa. La Argentina puede tener mucha más amenazas que oportunidades. La Argentina debería ser cautelosa ante esa posibilidad de ingreso a los BRICS. También sería una mala noticia que la Argentina fuera invitada a sumarse a un G7 plus. En este contexto también, esa movida sería contraria a esa estrategia de hedging, de equidistancia y de no alineamiento activo, esa estrategia, en definitiva, de intentar surfear y evitar quedar preso de presiones y estructuras de los grandes actores externos.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/conversaciones-de-domingo/esteban-actis-acuerdos-como-el-de-china-tienen-mucha-mas-opacidad-y-secretismo-que-los-acuerdos-con-nid16072023/

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