Y una noche, el Independiente de Carlos Tevez se pareció más al del resto del año que al que le devolvió la ilusión a su gente. Más voluntarioso que eficaz, más insistente que lúcido, el 0 a 0 frente al descendido Arsenal apagó el entusiasmo general y dejó con sabor a nada a los hinchas.

“Este es un partido fundamental, para el equipo, para reforzar el grupo después de un tropiezo y para demostrar que lo de los nueve partidos anteriores no fue chamuyo”, decía el técnico en una entrevista grabada minutos antes del encuentro. Más allá de los tres puntos en juego, cada cita del Rojo se ha transformado en un test. Ya sea de personalidad (visita al Cilindro académico), de protagonismo (Barracas Central), para conocer su auténtico nivel dos meses después del cambio de entrenador (River), o como en este caso, su capacidad de reacción tras un golpe contundente.

Para recuperar el tono perdido, porque es su dibujo táctico predilecto -o para darles la razón a quienes criticaron su afán de plantearle un partido de igual a igual en el Monumental-, el Apache volvió al 5-3-2. El planteo, ante un rival que previsiblemente entregaría campo, pelota y responsabilidades al local, precisa tanto de un funcionamiento aceitado como de buenas dosis de justeza a la hora de concretar los movimientos en acciones de peligro.

Durante toda la primera mitad, Independiente dio muestras de conocer bastante bien la teoría, pero también de fallar más de lo debido en la práctica. Con los laterales -Mauricio Isla y Damián Pérez- reconvertidos en volantes o punteros, dos delanteros sin posición fija, mediocampistas como Lucas González y Federico Mancuello con libertad para pisar el área adversaria y permanentes cambios de frente para encontrar jugadores destapados por el lado contrario al que comenzó la maniobra, al Rojo le faltaron paciencia e inventiva para terminar de desacomodar a Arsenal y le sobraron centros sin destino y pases fallidos.

En ese lapso, el conjunto de Sarandí cumplió a la perfección su papel de rival-trampa. Descendido por el arrastre de un promedio calamitoso, alejado de los puestos de arriba en la zona A de la Copa de la Liga y con muchos pibes en la formación, aunque a la vez ostentando una racha interesante de cuatro partidos sin perder, los dirigidos por Darío Espínola se las fueron ingeniando para calmar el entusiasmo inicial del público y de los locales. Incluso para asustar, cuando a los 19 Iván Marcone perdió un balón en mitad de cancha, Leandro Moreira llevó la contra hacia la izquierda, y Juan Bautista Cejas cruzó el disparo más de la cuenta.

En cambio, a Independiente le llevó más tiempo inquietar a Alejandro Medina. Recién a los 33, Saltita González filtró una cortada exacta para el pique de Isla que, mano a mano con el arquero, decidió gambetear hacia el centro en lugar de definir de primera y dilapidó la ocasión. Un minuto más tarde, el chileno volvió a llegar al fondo y puso un centro atrás que Alexis Canelo remató débil a las manos de Medina.

Tevez tomó nota de los déficits propios y decidió incorporar velocidad y habilidad para activar un ataque hasta ahí demasiado plano. Antes de los 10 del segundo tiempo ingresaron Braian Martínez y el atrevido Javier Ruiz. Por entonces, Rodrigo Rey había cumplido con su tarea desviando al córner un zurdazo de Lautaro Guzmán y un cabezazo de Braian Rivero, pero a partir de ese momento la cancha se fue inclinando hacia el área visitante.

A los 14, Medina rechazó un disparo abajo de Pérez y le ahogó el grito a Canelo en el rebote. Enseguida, Matías Giménez probó sin suerte una chilena desde cerca y Martínez no encontró el arco desde media distancia. La ráfaga duró menos de lo pensado, aunque fue suficiente para que Arsenal se tentara con embotellarse cada vez más alrededor de su arquero al mismo tiempo que el Rojo empezaba a jugar contra el reloj, y una combinación entre Canelo, Ruiz y Giménez que el delantero sanjuanino volvió a definir mal fue el último cartucho que gastó el local a los 37. No hubo más y el final fue con algunos silbidos.

Tevez buscó una recuperación que no llegó ni en el resultado ni en el juego. La única buena noticia de la noche para Independiente  fue que mantiene su sitio en la tabla de la zona A. El resto se pareció peligrosamente los primeros ocho meses del año.