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Javier Milei, inesperado verdugo del PJ

Una de las funciones de la política, y sobre todo en épocas de campaña, es definir correctamente al rival. En todo caso, ejercer algún tipo de intervención sobre el escenario para que quede de...

Una de las funciones de la política, y sobre todo en épocas de campaña, es definir correctamente al rival. En todo caso, ejercer algún tipo de intervención sobre el escenario para que quede destacado aquel que a cada uno le conviene que quede destacado. Esto lo vimos muchas veces en la en la historia reciente. El caso más llamativo, por lo mal que salió, probablemente sea el de Raúl Alfonsín, que miraba desde la Casa Rosada al peronismo y temía por un candidato: por el avance de Antonio Cafiero. Alfonsín pensaba: “Cafiero es un peligro porque le abre al peronismo el techo de la clase media”. Por lo tanto, en esa interna que se había planteado en el año 87 y 88 por la candidatura presidencial del peronismo, el gobierno de Alfonsín intervenía con todas las formas, estrategias y recursos para potenciar a Carlos Menem, quien aparecía como un candidato impresentable. Era la imagen de un populismo desarrapado que venía del interior. Cafiero quedó asociado al gobierno de Alfonsín porque, como se consideraba a sí mismo el heredero, quería cuidar la economía que iba a recibir y cooperaba. Y por afuera, como un outsider, con un gran encanto popular, se impone Carlos Menem. Como diríamos vulgarmente, al gobierno radical le salió el tiro por la culata.

Hubo muchas operaciones de este tipo, de oficialismos que eligen potenciar a alguien para debilitar al verdadero adversario, aquel al que le tiene miedo. De hecho, en el 2017, el oficialismo potenciaba a través de los movimientos sociales y de Alberto Fernández la candidatura de Florencio Randazzo para debilitar la candidatura de Cristina Kirchner a la senaduría. Algo parecido, por no decir idéntico, ha venido sucediendo en los últimos dos años. Dentro de este gobierno, una figura principal como es Sergio Massa, se encargó de potenciar, de proveerle recursos de todo tipo y candidatos Javier Milei. ¿Con qué hipótesis? Con la idea razonable de que Milei, un candidato que defiende al mercado, la competencia, un candidato ultracapitalista, le iba a restar votos a Juntos por el Cambio, iba a dañar sobre todo al Pro. Y es verdad, daña al Pro. Tanto que a Mauricio Macri le cuesta ubicarse en este escenario armado con una fuerte presencia de Milei. Y, sin embargo, en esta estrategia de potenciar a Milei para dividir a esta oposición de JxC, al Gobierno -pero sobre todo a Massa- le salió también el tiro por la culata.

Unos gráficos elaborados por el Centro de Investigación y Acción Social (CIAS), que es un instituto de capacitación y de investigación política que conduce el jesuita Rodrigo Zaragaga, muestran el comportamiento del voto en el conurbano bonaerense en las últimas primarias. ¿Cómo lo estudian? Correlacionan cantidad de votos y niveles de pobreza. A partir de esas dos variables, ubican la identificación del voto, el comportamiento electoral, en los distintos circuitos del conurbano bonaerense. Así ven cómo votó la gente, a los que clasifican también de acuerdo a su situación socioeconómica. El primero de los trabajos muestra la correlación del voto de Milei con la pobreza y deja entrever que en la medida en que la población del conurbano es más rica, menos votos tiene Milei. Y va avanzando la adhesión al candidato de ultraderecha a medida que decae la situación económica de los votantes. Pero esto tiene su límite. Cuando se alcanza a los más pobres, tampoco tiene tantos votos. Lo que llama la atención es la zona de la clase media baja. Hay un atractivo de Milei no entre los indigentes, pero sí entre los pobres.

Un segundo gráfico analiza las mismas variables pero en relación con el voto hacia Unión por la Patria. El fenómeno es parecido aunque la relación entre pobreza y voto al oficialismo es más directa. A medida que avanza la pobreza, sube la cantidad de votantes de UxP. Entre más pobres, más votantes.

Un tercer gráfico se detiene solo en Sergio Massa, cuyo voto vinculado a la pobreza es mucho más parecido al de Milei que el de Unión por la Patria en su conjunto. También se concentra mucho más en la clase media baja y no en los muy pobres.

Un cuarto gráfico analiza la relación entre pobreza y el voto a Juntos por el Cambio. Y es justamente la contraria a la de Milei, Massa y Unión por la Patria. Y acá está la grieta. A mayor riqueza, más votos a JxC y, a medida que avanza el deterioro económico, decae la intención de voto.

Un quinto gráfico, combina el voto a Milei y a Juntos por el Cambio. La comparación deja entender que hay un voto de los ricos sobre el que Patricia Bullrich puede seguir indagando mientras que el voto de los pobres, donde Milei y Massa compiten, para ella es más inalcanzable.

Finalmente, un sexto y último trabajo, exhibe el voto de Milei con el de Massa, quienes tienen mayores similitudes y se cruzan en el voto de la clase media baja.

Las evidencias de los gráficos analizados dan cuenta de que Massa, al potenciar a Milei, inventó -sin que esto sea una descalificación- a un Frankenstein, alguien que después va en contra de él. Este es el problema central de la campaña de Massa y la campaña peronista. Plantea infinidad de interrogantes respecto del voto de los pobres, de la clase media-baja que termina votando a alguien que dice que la Justicia Social es un delito, alguien que está radicalmente en contra del Estado. Estamos en presencia de un cambio de mentalidad y sensibilidad en los sectores más castigados de la población. Ahí aparece este fenómeno Milei que le quita votos al peronismo y beneficia a Bullrich si es que hay un pasaje importante de votos de Massa, o del universo de votantes peronistas, a Milei. ¿Es gente que lo escucha porque habla de la escuela austríaca, porque defiende el mercado como una especie de religión, porque cita libros de autores casi filosóficos? Probablemente no. Tal vez lo vota porque lo ve enojado y dice “éste está enojado como yo”, “éste quiere prender fuego todo como yo”, “este le echa la culpa a la casta, como yo”. “La política me hace bullying y él lo entiende”. Es un fenómeno de representación importante en un momento de crisis de representación, donde hubo 11 millones de personas que no han ido a votar. Y sigue índices altos de abstención como sucedió el domingo en Santa Fe donde arrasó el candidato radical Maximiliano Pullaro.

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Esto que podemos ver a la luz de , si lo trasladamos a la provincia de Buenos Aires abre una interrogante mayor: ¿qué pasa si hubiera votos de Axel Kicillof que se transfieren a Néstor Grindetti? ¿Qué sucede si Carolina Píparo no despega? ¿Puede perder el kirchnerismo la provincia de Buenos Aires? Ahí hay una preocupación central sobre todo de Cristina Kirchner y de Máximo Kirchner, primer candidato a diputado de la lista de Massa en la provincia de Buenos Aires y que hoy apareció en el acto con la CGT a decir que la recuperación del salario era una deuda de Alberto Fernández, del Frente de Todos que simboliza el Presidente siendo ellos ahora Unión por la Patria. Hay un problema enorme en esta elección respecto de los alineamientos sociales con la política y las lealtades al peronismo, con una pregunta de fondo: ¿Qué pasa con el clientelismo? Se suponía que el peronismo manejaba con una maquinaria clientelar a los votantes, como una fuerza física, y aparentemente no es así. Todo cambió en la Argentina. Esto que sucede en el conurbano, los que comandan la campaña de Massa lo ven también en el norte. ¿Por qué Massa fue a Tucumán, al norte? Porque allí se verifica un fenómeno similar. Milei avanza no solo sobre el voto de Juntos por el Cambio si no también sobre el voto peronista y gana en provincias que parecían imposibles de ser arrebatadas a la lealtad electoral del PJ. Por eso Massa también convoca a los gobernadores del norte para que se movilicen en favor de su candidatura. Veremos si lo hacen, porque ese gobernador lo que quiere es sostenerse él. Y si el público le pide la boleta de Milei, le va a dar la boleta de Milei hasta donde pueda manejar el voto.

Es evidente que por distintas expresiones, con distinto tono, con distintos argumentos, la Iglesia se está manifestando sobre estos fenómenos. Hubo la semana pasada una misa que celebraron el conjunto de curas villeros que trabajan en la Ciudad de Buenos Aires y del conurbano bonaerense. Hubo curas que vinieron del interior que trabajan en barrios populares, muy ligados a Jorge Bergoglio. Se trató de una misa que tuvo por excusa que Milei hace dos años tuvo palabras durísimas contra el Papa. Dijo que era “la encarnación del maligno en la Tierra” y lo trató de “imbécil”. Eso pasó inadvertido y a nadie le llamó la atención porque Milei, en ese entonces, no representaba demasiado políticamente. Pero ahora que es el principal candidato surgido de las primarias, enciende una luz de alarma en la Iglesia a tal punto que, encabezados por el obispo Gustavo Carrara -que se encarga de la pastoral de las villas-, celebran una misa en la cual predicó una homilía el Padre “Pepe” Di Paola, advirtiendo sobre Milei pero, sobre todo, respecto de la puesta en tela de juicio del concepto de Justicia Social y el cuestionamiento a lo que estos curas entienden son valores evangélicos. Massa, a quien el macrismo con todo acierto llamaba “ventajita”, escucha este mensaje y trata de capturarlo para él. Dio una entrevista en la TV Pública, en la que dijo que tomó mate con los curas villeros y entre ellos estaba el Padre “Bachi”, Basilicio Britez, quien murió durante la pandemia. Todo esto por querer apropiarse del discurso de la Justicia Social, que parece adquirir más legitimidad en boca de un grupo de curas que en boca de la política.

No solo hubo una misa, sino una declaración donde uno de los sacerdotes planteó una pregunta respecto de la estabilidad emocional de Milei y su capacidad de presidir el país. Todo esto produjo una reacción en el episcopado. Por eso aparece ahora el presidente de la Conferencia Episcopal, Monseñor Oscar Ojea, que realizó una entrevista con su oficina de prensa, diciendo dos cosas importantes: rescata el diálogo y aclara que la Iglesia ni bendice ni critica a ningún candidato. Como si tuviera temor a que esta discusión por el tema de la justicia social y las utilizaciones de Massa dejen a toda la Iglesia embanderada con un sector de la política. Habla además de las agresiones al Papa Francisco, pero no se refiere solamente a Milei, sino a que muchos medios de comunicación han estado atacando a Francisco y generando ruido alrededor de su figura. Hay quien atribuye a ese ruido la reticencia del Papa a viajar a la Argentina. Y Ojea dice algo muy importante: hay que recordar que antes de que se pronuncien los curas villeros, después de que sucedieron las PASO, hubo un pronunciamiento, valioso por lo interreligioso, en donde se manifestaron la Iglesia católica y los protestantes. Esto es importante porque Milei tiene gente tratando con organizaciones religiosas. De hecho hay un dirigente de La Libertad Avanza, Santiago Santurio, que tiene el cometido de acercarse a distintas confesiones. Probablemente Ojea tenga miedo de que todo el movimiento de Milei quede en brazos de las iglesias evangélicas como quedó Jair Bolsonaro, ligado a las iglesias evangélicas que tienen un poder mucho más grande en Brasil que en la Argentina.

De golpe entra la religión en la campaña con distintas modalidades. Incluso con una inesperada: 40 economistas se pronunciaron este domingo en contra de la dolarización de Milei y él les contestó con una cita de la Biblia del libro de los Macabeos. O sea que Milei también introduce la cuestión religiosa en la campaña. Un Milei muy dominado por la creencias religiosas, y sobre todo de la ortodoxia judía.

Están pasando cosas inusuales como el voto de los pobres desenganchados de lo que parecería la fuerza política que los tenía cautivos o que los representaba monopólicamente. También esta introducción de actores y pensamientos religiosos en la campaña, y está pasando una consternación frente a la figura de Milei. Como si hubiera dos almas en Milei. Un alma ultra liberal, delirantemente liberal, que plantea que el mercado es la solución para todo, hasta para la asignación de órganos en la medicina. Llegó a preguntarse, y no se lo contestó, si en algún momento la Argentina estará preparada para establecer un mercado de hijos, de niños. Es decir, se trata de alguien que piensa al mercado como una religión y que por lo tanto despierta la crítica, y el llamado de atención de aquellos que creen que el mercado debe ser subordinado a otra idea del hombre, dominada por la solidaridad. Ahí están el padre Pepe, y los villeros.

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Desde otro ángulo, la revista The Economist, que probablemente sea la Biblia del pensamiento liberal internacional desde hace más de un siglo, el catecismo de todos aquellos que piensan en términos liberales, lo acaba de señalar a Milei por lo contrario. Por los rasgos populistas autoritarios que amenazarían la democracia. Ven en Milei reacciones temperamentales, intolerancia frente a la crítica, y cosas que son más esenciales al populismo, que no son de derecha ni de izquierda. La idea de hacer palanca sobre el resentimiento de la gente, para redireccionarlo hacia la representación política; la idea de eludir al Congreso si estuvieran bloqueada sus iniciativas, mediante una apelación directa al voto popular; la idea de relacionarse con la gente a través de las redes sociales y hablar de que los medios que lo critican son medios “ensobrados”. Todo esto forma parte de la caja de herramientas de cualquier líder populista. Es como si en Milei convivieran juntos, mirado en términos brasileños, Bolsonaro y Paulo Guedes, su ministro de Hacienda, ultraortodoxo. Esto produce un desconcierto que hace que a Milei le tiren de los dos lados, pero que tenga un voto transversal en el que puede captar adhesiones en dos peceras distintas. Estamos ante un fenómeno que no puede ser pensado con las categorías con las que pensábamos la política hasta hace poco tiempo.

El lunes, otro grupo de curas más vinculado al kirchnerismo, el de los que fueron a rodear a Cristina Kirchner al Senado luego del atentado que sufrió, cuando le quisieron volar al cabeza de un balazo, los curas de la Opción por lo Pobres, sacaron una declaración muy larga, hablando de Milei con nombre y apellido. Se podría resumir en que plantean una alarma frente a un proceso de fascistización de la política argentina que empezó con el atentado contra Cristina y terminaría con el encanto de Milei. Frente a este pronunciamiento, la misa en Nuestra Señora de Caacupé de la semana pasada quedó como un gesto supe moderado. Por si Ojea tenía algún miedo a la politización.

En todo este contexto, hay una discusión del uso que muchos adherentes y operadores de Milei hacen de las redes sociales, con niveles de agresividad que ya eran tradicionales en la política argentina antes de que llegue el líder de La Libertad Avanza. Nivel de agresividad al que ninguna de las fuerzas políticas que estuvieron polarizando durante los últimos 15 años puede decir que no contribuyó, tanto kirchneristas como macristas. Con la misma furia, en las mismas redes. Ahora eso sube un tono y empieza a haber cuestionamientos personales, información que se ventila y se empieza a ver en esa ágora pequeña pero muy estridente que es X (ex-Twitter). Es posible que se enrarezca mucho más el debate político, y quede intoxicado con rasgos autoritarios muy feos. Pasó en Brasil, en Estados Unidos y pasa en la Argentina. Nos vamos homologando a un fenómeno de pérdida de la calidad de la democracia, a 40 años de la refundación del sistema.

Este es el contexto de la lucha por el voto. Hay un estudio del Observatorio de Psicología Social Aplicada de la facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, en donde se puede ver la intención de voto a presidente. Según este instituto, Milei hoy estaría en el voto general en el 31%, Massa en 28,6% y Bullrich en 23%. En los votos válidos, que son los que cuentan para la elección general y donde no se cuenta el voto blanco, Milei estaría en 37%, Massa en 32%, y Bullrich en 26%. Además, Milei es el que tiene un techo más alto de 49%, de gente que estaría dispuesta a votarlo, por más que hoy no digan que lo vota, gente que no lo rechaza. Massa tiene un piso amplio de 28%, pero un techo bajo de 39%. En la medida en que Massa llega al 35% se le vuelve más pesada la pista para sumar votos. En cambio, Bullrich tiene un techo similar al de Milei, con mucho recorrido para hacer si tuviera una campaña correcta: 46% de techo y un piso de 23%.

En otro cuadro del mismo estudio se muestra cómo migra el voto respecto de las primarias. En el caso de Milei, el 95% de los que lo votaron lo seguirían votando. Es el que más retiene su propio voto. El poquito voto que se le va, se le va a Bullrich: 3%. En ese sentido, la candidata de Juntos por el Cambio retiene el 82% de su voto, pero hay un 14% que se le puede ir a Milei. Mientras que del universo que votó a Larreta, el 63% votaría a Bullrich, pero el 10% vota a Massa. Ahí está trabajando el ministro de Economía. Hay un voto que Massa está buscando. Y también hay un 9% que se va de Larreta a Milei. Además resta un 16% de votantes del jefe de Gobierno que no está decidido. Allí hay una pelea.

Por su parte, Massa retiene mucho: un 92%. Solo un 2% se le va a Milei. Es un voto peronista que se va a Milei desengañado de Massa. También hay un 5% que pasa a votar en blanco. Por último una rareza. Del voto a Juan Grabois la mayor parte va a Massa, pero un 2% va a Bullrich. En cuanto al gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, pierde muchísimo. Hay una gran cantera donde todos pueden ir a buscar. A Massa, le va el 21%. A Bullrich, el 15%. Y el candidato oficialista obtiene muchos votos de los otros candidatos pequeños que no obtuvieron el piso suficiente para entrar en la competencia. Asimismo, del voto en blanco, un 20% iría a Massa. Con esto estaría haciendo una buena campaña. Pero el 25% de los que no fueron a votar irían a votar a Milei, y el 24% a Massa. Hay, evidentemente, una polarización de los desencantados, lo que se traduce en un problema para Bullrich.

Por otro lado, en un hipotético escenario de ballottage entre Massa y Milei, la encuesta dice que lo ganaría ampliamente Milei: 51% - 31%. Ahora bien, en uno entre Bullrich y Milei, lo gana también Milei, pero hay un 35% que todavía no decidió. Una muy buena noticia para Bullrich, a pesar de que ganaría Milei. Y en una segunda vuelta entre Bullrich y Massa, lo gana la exministra de Seguridad con un porcentaje de 17% que no sabe. Todo esto indica que en un escenario de ballottage, Massa la pasaría mal porque hay una gran voluntad de cambio y ruptura con este Gobierno.

Otro dato de la encuesta revela los motivos por los que la gente decide votar a quien vota. A Milei la gente dice que lo vota porque les da más esperanza de salir de la decadencia, por sus propuestas económicas, y porque quieren probar con alguien nuevo que no esté contaminado por la vieja política. Y entre las razones por las que menos se lo vota, dicen que es el único que no fracasó, porque va a terminar con la ideología de género y por descarte: “Porque es el menos malo”.

En el voto a Massa la mayoría sostiene que Bullrich y Milei les dan miedo. Además, dicen que lo votarían porque es el único que asegura gobernabilidad y porque va a defender sus derechos. Todo esto lo sabe Massa en su campaña del miedo respecto a los otros candidatos. Esto no sólo muestra cómo está la sociedad sino también cómo está la cabeza de los candidatos en la estrategia por conseguir nuestro voto. En tanto, en las razones por las que menos se lo votan, están: porque va a enfrentar a la derecha, por sus propuestas económicas y porque creen que se separa del kirchnerismo.

En el caso de Bullrich, la gente dice que la vota en su mayoría porque asegura un cambio con gobernabilidad, da esperanza de salir de la decadencia, y porque va a tener respaldo en el Congreso para hacer los cambios que propone. Eso Bullrich lo sabe y a eso apunta en su campaña. Hay un enorme porcentaje de razones importantes relacionadas con la gobernabilidad. Pero en las razones por las que menos se las vota están: sus propuestas económicas, su personalidad o porque sea una nueva líder.

Esta es la demanda frente a la cual se mueve la oferta. Los candidatos tratan de sacarse de encima su mochila. Bullrich dice que Macri busque su lugar y que ella no puede estar esperando a que Macri decida qué quiere hacer. El lunes Macri volvió al país e hizo declaraciones en donde dijo que su candidata es Bullrich. Creo que ella lo que está esperando es algo que probablemente no suceda y es que Macri diga que jamás aceptaría un cargo en un gobierno de Milei. Esto no va a pasar porque hay mucho vínculo entre Milei y Macri. Inclusive muchos candidatos de Milei, sobre todo en la lista de diputados nacionales, obtuvieron el okey de Macri, porque Milei lo consultaba, le tiene confianza y quería un criterio, lo que no quiere decir que hayan sido puestos por el expresidente. Macri a sus íntimos les dice que ya está harto; que le diga ella qué es lo que quiere y que él lo hace. “Porque todo lo que hago cae mal”, agrega. Ya lo decía Felipe González: “El expresidente es un jarrón chino. Es valiosísimo pero uno no sabe dónde ponerlo”. Esto es lo que le pasa a Patricia Bullrich y a Juntos por el Cambio con Macri.

Massa ya dijo que los de la generación de él, los que tienen 50 años tienen que empezar a hacer su vida porque ya no tienen “a nadie arriba”. Cristina, teléfono. ¿Cómo no tenemos a nadie arriba, Massa? El 90% de cosas que tenés que hacer, las hace por indicación de Cristina. No puede elogiar al gobierno de Alberto Fernández en ninguna de sus facetas porque si no Cristina se ofende. Pero él le tiene que decir a su electorado: “Somos un comienzo sin Cristina”. Hay algo más divertido todavía que dijo también a la TV Pública: “Los que tenemos simpatía por el Gobierno”. ¿Cómo simpatía por el Gobierno? Es el ministro de Economía. Se supone que tiene mucho más que simpatía por el Gobierno el hombre que es prácticamente el presidente, que hoy hizo anuncios. Después Alberto Fernández tiene que ir a la televisión a decir qué el dio la orden porque nadie le cree.

Lo mismo pasa con Axel Kicillof y acá hay una novedad importante. Esto no lo esperaban en el Instituto Patria ni en La Cámpora. Probablemente haya sido, para quienes siguen la vida del peronismo y de Unión por la Patria, la declaración más importante de esta semana: “Uno dice Perón, Evita, Néstor y Cristina. No tengo duda de que son los momentos más gloriosos que vivió nuestro país. Pero creo que tenemos que ir dándole un carácter de época nuevo. Tiene ya tufillo a esas bandas de rock que tocan los viejos grandes éxitos. Uno sabe. Pero va a haber que componer muchachos. Una nueva, no una que sepamos todos”. ¿A quién le está hablando? ¿Le está hablando a Cristina Kirchner? ¿Le está hablando La Cámpora y Máximo Kirchner, que quedaron envueltos en llamas cuando escucharon estas declaraciones? ¿Nace nada menos que en la provincia de Buenos Aires alrededor de la candidatura de Kicillof un experimento post-kirchnerista? ¿Qué pasaría si Kicillof gana en la provincia de Buenos Aires y se convierte, él y el cordobés Martín Llaryora, en los dos únicos gobernadores importantes del país en representar al peronismo? ¿Va a lograr Kicillof lo que promete y no logra Massa? Jubilar a Cristina.

Interesante la declaración de Kicillof, sobre el que cayó lluvia ácida desde Estados Unidos. La jueza Loretta Preska, como todos sabemos, le concedió al fondo Burford todo lo que pidió. Probablemente, algunos expertos en derecho comercial americano dicen que ha sido la sentencia más cara que haya concedido un tribunal de Nueva York en su historia, con frases muy peyorativas contra Carlos Zannini, que es el que pensó la estrategia de estatización de YPF y es quien la tuvo que defender como Procurador del Tesoro. También hubo frases burlonas de Kicillof, sobre todo cuando Kicillof dijo en el Congreso: “No vamos a ser tan tontos de respetar el estatuto de la empresa”. El abogado Edward Scarvalone, que trabajó para el Gobierno en la discusión de este problema que es la demanda del fondo Burford, le escribió a los abogados del Gobierno para reclamar honorarios. Y en ese mail, que ese el único mail que quedó dando vueltas por el Estado porque se había destruido toda la documentación del caso YPF en el 2015, dice: “Acuérdense que yo les dije que no le reconozcan derechos a Repsol porque van a venir otros, como los Eskenazi, que le venden sus derechos a Burford, pidiendo lo mismo”. Es lo que sucedió. Nadie lo escuchó. La torpeza y mala praxis es tan grande que uno termina creyendo lo que parece imposible, y creo que lo es, que es que toda la maquinaria kirchnerista haya trabajado para que los Eskenazi puedan cobrar a través de Burford los dos mil o tres mil millones que pueden llevarse después de haber entrado a YPF sin poner un dólar. Esto no es un conflicto. Esto es un divorcio. El contador de los Kirchner, Víctor Manzanares, declaró ante la Justicia y delante del juez Claudio Bonadio, en la causa Cuadernos, que a él Daniel Muñoz, el secretario de Kirchner, le contaba que los bolsos llenos de plata de Kirchner los manejaba después Sebastián Eskenazi, del banco de la provincia de Santa Cruz, que es el que termina beneficiándose con la obtención sin plata del 25% de la compañía y que estaría detrás de Burford. Los Eskenazi, si dicen que no tienen nada que ver, tendrían una forma de demostrarlo. Podrían prometer que cualquier remuneración que reciban por esta causa la donan a YPF sin cargo.

¿Qué pasó con la estatización de YPF? No se entiende sin un divorcio de por medio. No se entiende si no se entiende que Eskenazi era clave en el manejo de dinero de los Kirchner, que justificaron su enriquecimiento ilícito delante del juez Norberto Oyarbide diciéndole que en el Banco de Santa Cruz les pagaban tasas excepcionales. Todas las versiones de quienes conocen muy bien este entramado es que la estatización de YPF se decidió cuando la familia Kirchner se enteró de que parte del patrimonio de los Eskenazi en YPF les correspondía a ellos y que los Eskenazi se los habían “fumado”. En Comodoro Py, gente que conoce a la perfección esta trama dice que Bonadio tenía a Sebastián Eskenazi como alguien que le ponía fichas en la cabeza para que le pusiera presa a Cristina Kirchner. Kicillof pide una canción nueva, algo que no hayamos escuchado. Después del fallo de Preska, la están cantando los Eskenazi.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/politica/javier-milei-inesperado-verdugo-del-pj-nid12092023/

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