Hubo pompa y esplendor el domingo 10 en Estocolmo, la capital de Suecia. Ese día –y como sucede desde 1091–, se llevó a cabo la entrega de los Premios Nobel, uno de los galardones más prestigiosos del mundo. Y, en sintonía con lo que indica la tradición, ahí estuvo la familia real sueca. Enfundados con sus mejores galas y joyas, los reyes Carlos Gustavo y Silvia, acompañados por los príncipes Victoria y Daniel, y Carlos Felipe y Sofía, participaron de la esperada ceremonia en la que se condecora a las personas o instituciones que han hecho aportes a la sociedad en disciplinas como Física, Química, Literatura, Medicina y Economía, las categorías que el industrial sueco Alfred Nobel estableció en su testamento (el Nobel de la Paz se entrega en Oslo, Noruega).

En el Concert Hall, un imponente edificio ubicado en la plaza de Hötorget, la reina Silvia de Suecia impactó con la tiara Nueve Puntas, una increíble pieza de nueve diamantes, y con un diseño de los hermanos Georg et Arend, que ya había usado anteriormente. Por su parte, Victoria, la heredera del trono, brilló con la tiara napoleónica, una diadema con amatistas que ya había usado en otras ocasiones y que perteneció a la emperatriz Josefina, la mujer de Napoleón Bonaparte. Y, al igual que su madre, también repitió vestuario: lució un diseño creado por Camilla Thulin que ya había usado en octubre del año pasado.

Otra royal que dio que hablar fue la princesa Sofía, elegantísima con un traje de Andiata. Llevó, además, la tiara nupcial rematada con esmeraldas (se la regalaron en 2015 cuando se casó con Carlos Felipe, segundo hijo de los Reyes suecos) y sumó accesorios de cristal Swarovski. Ni en la entrega de premios ni en el banquete que se realizó más tarde en el Ayuntamiento de la capital sueca estuvo la princesa Magdalena. No es la primera vez que la hija menor de los reyes suecos –no representa formalmente a la familia real y vive en los Estados Unidos con su familia– falta a esta cita importante.