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La inversión en Milei está por darle resultado al kirchnerismo

Financiar en secreto la campaña de Javier Milei, cuidarle sus boletas en las primarias, armarle partidos en las provincias, ocupar sus listas con candidatos propios; todo el esfuerzo que desplegó...

Financiar en secreto la campaña de Javier Milei, cuidarle sus boletas en las primarias, armarle partidos en las provincias, ocupar sus listas con candidatos propios; todo el esfuerzo que desplegó el peronismo para extender el poder de La Libertad Avanza y dividir el voto opositor está a punto de darle grandes resultados al kirchnerismo. Es su gran alternativa para sobrevivir ante un proceso electoral que viene arrasando al peronismo, que tiene sus esperanzas centradas en la provincia de Buenos Aires.

Frente a la pregunta acerca de dónde iría el oficialismo a buscar los votos que le faltan para llegar al ballottage, Máximo Kirchner contó días pasados cómo “algunos compañeros del norte” había armado listas para Milei, pero se les había “pasado la mano”. Se refería a provincias como Formosa, Santiago del Estero, Chaco, y Salta, donde el PJ lanzó dirigentes propios con las banderas de los libertarios para quitarle votos a Juntos por el Cambio. Ahora quiere contener sus invenciones. Pero no es el único piolín que pretende recoger el peronismo para subsistir.

Sin la división del voto opositor, la suerte de Kicillof estaría perdida

Javier Milei es la apuesta principal para que Cristina Kirchner pueda retener la provincia de Buenos Aires a través de un triunfo de Axel Kicillof. El gobernador logró en las primarias unos 2.800.000 votos. Juntos por el Cambio obtuvo unos 2.600.000 con la suma de sus dos precandidatos. Y la libertaria Carolina Píparo, 1.800.000. Sin la división del voto opositor, la suerte de Kicillof estaría perdida: debería enfrentar una fuerza de cuatro millones y medio de votos. Ahora está a un paso de la reelección. Antes del auge de Milei, en el PJ bonaerense estimaban que la elección podía perderse por 20 puntos. La Libertad Avanza les renovó la ilusión. Cristina Kirchner necesita a Milei como el aire para extender su vida política. La única pregunta que todavía da vueltas en sus cabezas es si están a tiempo de frenarlo o la criatura cobró vida propia.

En principio, el PJ le quitará el apoyo logístico a La Libertad Avanza. “Esta vez se va a tener que cuidar las boletas solo”, anticipó un dirigente kirchnerista de la provincia de Buenos Aires sobre Milei. En las primarias, el grupo que lidera el kirchnerista resguardó en un galpón del conurbano unas 50.000 boletas, desde donde salían los punteros del PJ para cubrir los faltantes de La Libertad Avanza en las mesas de votación. Todo aquel galpón repleto de papeletas abastecía solo a un municipio. La escena se repitió en otros. El kirchnerismo fue el mejor guardián de las boletas de Milei en el conurbano. El esfuerzo dio resultado. La alternativa libertaria cercenó prácticamente en mitades el voto opositor bonaerense y abrió el camino para un eventual triunfo de Kicillof.

Con un triunfo de Massa, la vicepresidenta corre el riesgo de ser rehén de los amigos judiciales del tigrense

Cristina Kirchner, el gobernador y Sergio Massa necesitan que Néstor Grindetti y Carolina Píparo mantengan su caudal de votos, sin crecer en exceso. Una derrota en la provincia de Buenos Aires sería letal para el kirchnerismo, incluso peor que un descalabro nacional. Un triunfo de Kicillof, en cambio, revalida al candidato más compenetrado con el ideario de Cristina Kirchner, ofrece el reaseguro de un batallón de diputados en el Congreso y, sobre todo, permite bloquear el debate de un nuevo liderazgo en el peronismo. La división del voto opositor es vital para el peronismo.

No todos están de acuerdo en el PJ bonaerense con la estrategia de Massa, Máximo Kirchner y Martín Insaurralde de financiar profusamente la campaña de Milei. Hay intendentes que observan con alarma como La Libertad Avanza devora votos en sectores que tradicionalmente apoyaban al peronismo. Inicialmente, la proporción medida por los consultores del oficialismo era que de cada diez votos que lograba La Libertad Avanza, siete se los había quitado a Juntos por el Cambio y tres al peronismo. Los nuevos sondeos indican que crece la proporción de votos peronistas en el caudal de Milei.

En el peronismo se agita una convulsión, solo silenciada por la campaña electoral. Axel Kicillof pidió dejar de aferrarse a la liturgia tradicional de Cristina Kirchner y tocar “una canción nueva”. La metáfora musical exigía revisar el liderazgo del oficialismo. “No me dedico a la música”, le contestó Máximo Kirchner. Los intendentes peronistas prefieren abrazarse a Kicillof, que al menos evita ejecutarlos como hizo La Cámpora con Juanchi Zabaleta en Hurlingham. Y saben que, si tuviera una oportunidad, el kirchnerismo iría por sus cabezas. El camporista Facundo Tignanelli repite públicamente que apenas pueda intentará desplazar al histórico Fernando Espinoza de La Matanza. No hay disimulo. Máximo Kirchner convocó a una reunión del PJ en La Plata. Espinoza no fue. El martes siguiente, Máximo Kirchner fue a La Matanza, recorrió barrios, dialogó con dirigentes y ni se molestó en avisarle al intendente de su propio partido. Espinoza no olvida. Todo incuba un estallido en el peronismo, pero la explosión se posterga para después de las elecciones.

El hijo de Cristina Kirchner preferiría que el gobernador bonaerense no resulte en octubre el único ganador del oficialismo y confía en las promesas de Massa, aunque le comenta al ministro su inquietud porque, cada vez que recorre los barrios, los vecinos le transmiten su desesperación por la inflación, “la dispersión de precios”, en palabras del camporista. El candidato presidencial lo tranquiliza con el aire de tener todo bajo control. Por las dudas, Massa también repitió la semana pasada un comentario: “Soy el mejor y el peor alumno de Néstor Kirchner”. El mensaje oculto de la frase es inequívoco: puedo ser más cruel que el expresidente, quien ya era célebre por su carácter vengativo. La apelación al miedo intenta aplacar rebeliones. Pero su despliegue sin límite llegaría si se convierte en presidente.

A la luz de las advertencias, ¿debería Cristina Kirchner temer más un triunfo de Massa que de Milei? Es la pregunta que hacen quienes pronostican que los problemas de gobernabilidad que enfrentaría La Libertad Avanza en el Estado entregaría de lleno a Milei en los brazos del peronismo. Lo ven dependiente. Y la gobernabilidad no es el único factor. El dinero genera subordinación. Los fondos para financiar una campaña dejan cómplices de ambos lados, aquellos que entregaron y aquellos que recibieron. De esa forma, el candidato que aceptó dinero sin declarar se convierte, para siempre, en un prisionero de sus amigos generosos.

Paradójicamente, con un triunfo de Massa la actual vicepresidenta corre el riesgo de convertirse en una rehén de las amistades judiciales del eventual presidente. Su debilidad procesal se agravó en los últimos días. Alberto Fernández no mejoró la situación de la vicepresidenta en los tribunales. Pero tampoco operó para empeorarla. Es una diferencia que lo separa con el pasado de Massa. Un Milei dependiente puede resultar menos peligroso para Cristina Kirchner que un Massa sin limitaciones. Hasta ahora, el candidato viene intentando complacer a todos en el interior del oficialismo y alejar espectros. El mejor ejemplo lo exhibió su reciente afonía y dolor de garganta. Cristina Kirchner le recomendó una inyección del corticoide de marca Celestone para recuperar la voz. Máximo Kirchner, té de jengibre. Malena Galmarini comprimidos de corticoide. Y su jefe de campaña, Eduardo De Pedro, caramelos Gargaletas. Massa probó todos. Complació a unos y otros. Pero si gana, advierte, se acabó la transversalidad. Un solo jefe. Y lo dice el mejor y peor alumno de Néstor Kirchner.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/ideas/la-inversion-en-milei-esta-por-darle-resultado-al-kirchnerismo-nid23092023/

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