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La otra chica negra. Las desdichas de una joven afroamericana en el mundo editorial de Nueva York

En el mundo laboral, todavía hoy, bien entrado el siglo XXI, ser negro en la sociedad estadounidense significa tener menos oportunidades que los blancos y recibir un salario menor por la misma tar...

En el mundo laboral, todavía hoy, bien entrado el siglo XXI, ser negro en la sociedad estadounidense significa tener menos oportunidades que los blancos y recibir un salario menor por la misma tarea.

Sobre el germen de una situación que lleva demasiadas décadas de atraso –el trillado tópico de las relaciones interraciales y la desigualdad en el lugar de trabajo– y usando pinceladas de comedia, crítica cultural y thriller psicológico escribió Zakiya Dalila Harris su libro La otra chica negra.

El texto nació con estrella, al punto de haber sido el objeto más deseado en una guerra de ofertas entre catorce editoriales interesadas en publicarlo –los derechos, por un millón de dólares, se los quedó finalmente el sello Atria, de Simon & Schuster–; se convirtió en best seller del New York Times; y rápidamente fue adaptado y llevado al streaming como una serie de 10 capítulos (se estrenó en la Argentina hace una semana, por Star+). Bastante bien para tratarse de la primera obra de esta mujer de 31 años, exasistente editorial de Penguin Random House, que se animó a renunciar a su trabajo para cumplir el sueño de volverse escritora.

La protagonista de La otra chica negra –informalmente OBG, “The other black girl”– es Nella, única empleada negra de la editorial Wagner Books, de Manhattan. Trabajadora, ambiciosa, alerta a lograr un ascenso, es la representación de una nueva generación de aspirantes a editores que espera conseguir diversidad y equidad en una industria históricamente vedada a las personas de color. Dócil y de carácter sencillo, siente que debe ocultar constantemente sus sentimientos y sonreír el doble que sus compañeros y jefes para no ser considerada una ingrata o “una mujer negra enojada”. Su antagonista será otra mujer de color, la moderna, atrevida, calculadora Hazie, que se incorporará a Wagner Books, también como asistente. Cuando eso suceda, la trama no sólo irá por los carriles del análisis del racismo sistémico, sino que cuestionará cómo debe lucharse contra él: ¿en silencio, con una sonrisa, como Nella, o en voz alta y con los puños apretados, como Hazie?

Desde su casa en Brooklyn, Zakiya Harris le cuenta a LA NACION: “Estaba muy interesada en mostrar la dinámica que se genera entre dos mujeres negras y cómo puede afectarle a cada una la presencia de la otra en un mismo espacio de personas en su mayoría blancas. Cuando Nella ve a Hazel se dice que podría ser su amiga: ‘Esta chica me gusta, tiene el cabello natural, tiene rastas y está en este lugar, en mi misma situación, nos vamos a llevar muy bien’. Pero eso no es lo que sucede. Las cosas van a ir más allá de las apariencias. Aunque podría suponerse que quienes somos del mismo lugar o tenemos el mismo aspecto y el mismo tono de piel vamos a coincidir en gustos y pensamiento, las minorías también tenemos nuestras opiniones o creencias personales sobre la mejor manera de ascender en la escalera corporativa. No siempre nos cuidamos unos a otros. En el contexto de Libros Wagner, ¿qué harán? ¿realmente se defenderán?”.

La autora cuenta su propia experiencia, fuente de inspiración y móvil para decidirse a patear el tablero, irse a vivir con su novio para ahorrar gastos, buscarse un trabajo de tiempo parcial en una tienda de cupcakes y sentarse a escribir la novela: “Yo misma llevaba poco más de dos años trabajando en Penguin Random House y siempre había sido la única persona negra en toda la planta. Un día estaba en el baño, lavándome las manos, y vi que entró otra mujer negra. La miré por el espejo, tratando de decirle: “Oye, ¿quién eres? Mírame, ¡somos dos!”, y ella no me prestó la menor atención, ni me saludó, simplemente salió sin decir nada. Volví a mi escritorio pensando: ‘Eso fue realmente extraño’. Sabía que los negros podían ser competitivos entre sí, pero esa fue la primera vez que lo vi de una manera tan hilarante y exagerada. Siempre, a lo largo de toda mi vida, observé a la otra persona negra en el aula del colegio, en la oficina o en fiestas. Es algo que creo que hacemos muchos de nosotros; así es como evaluamos qué tan seguro es un espacio o qué tan abiertos podemos ser. Pero, al mismo tiempo, nos preocupa que nos comparen o, peor aún, que nos confundan con el otro. Esa preocupación puede generar competencia por ser mejores y brillar más, especialmente en entornos laborales que de por sí son competitivos”.

–Vos, además, sostenés que la gente de color rica o famosa niega el racismo.

–Definitivamente, lo creo. Hay muchos ejemplos de esto, especialmente en la política, pero también en la música, en donde a medida que obtienes más éxito, más vas negando la realidad y menos te sientes atado a tus circunstancias de ser una persona negra. Mi primer pensamiento en este momento es O.J. Simpson. Es famosa su cita, dicha tras ser acusado por el asesinato de su mujer: “No soy negro, soy O.J.”. Puedes trascender porque lo has logrado, puedes codearte con famosos y vivir en una mansión enorme, pero al final del día, o cuando sales a caminar por la calle y nadie te reconoce, sigues siendo una persona negra, y todo lo material que conseguiste no significa nada. Yo tengo un sentimiento de traición por parte de algunas figuras públicas negras que se capitalizan a sí mismas negando que los Estados Unidos tienen un grave problema con el racismo. Quisiera preguntarles, ¿quién de tu raza te hirió tanto? ¿cómo te volviste de esta manera? En este país algo pasa con la policía; todavía es posible que te arresten en la calle por tu color de piel. Hemos visto casos de profesores distinguidos, como el historiador de Harvard Henry Louis Gates Jr., detenido mientras intentaba ingresar a su propia casa, y de otras personas de mucho éxito a las que llevan a la comisaría sólo por conducir un coche demasiado bonito.

-El proceso de creación de tu novela coincidió con los crímenes de George Floyd y de Breonna Taylor…

-En realidad, la escribí un año antes, en 2019. Entonces tenía en mi mente a gente como Eric Garner, un hombre negro al que en 2017 la policía mató delante de sus hijos y su pareja. Cuando sucedió lo de Floyd y Taylor –una afro estadounidense de 26 años, técnica en emergencias sanitarias, que fue asesinada por la policía en un tiroteo en marzo de 2020–, y estando yo en pleno proceso de edición del texto, me animé a volver atrás, releer y sumar partes que me parecieron mucho más profundas. La gente estaba indignada, marchaba por las calles, eso me hizo replantear todo. Nella se enfrenta al tire y afloje de querer desconectarse de las micro y macro agresiones mientras intenta encontrar su propósito y escalar profesionalmente. En los Estados Unidos hubo injusticias contra los negros antes y estoy segura de que la seguirá habiendo en el futuro. Pero el 2020 no ocurrió en vano. A la distancia, me desanima que haya sido necesario un año como ese para que los lectores busquen más libros de mujeres negras, y de autores negros en general.

La otra chica negra (la novela fue publicada en la Argentina por Ediciones Urano) comienza de forma redondeada, en el mundo tangible de lo real. Poco a poco, sin embargo, empiezan a pasar cosas extrañas. A pesar de que plantea una problemática social, Harris decidió incluir el componente thriller a la trama. “Me encanta el género de terror, el surrealismo y la ciencia ficción. Cuando se me ocurrió la idea de juntar a dos mujeres negras en un espacio de trabajo blanco supe que algo andaría mal, que algo extraño habría con una de ellas. Sinceramente, no sabía hasta dónde quería llegar. Es que una de las cosas más divertidas, pero también más difíciles y desafiantes para mí fue hacerlo a fuego lento. Es lo que me encanta de los thrillers y las historias de misterio: plantarlas como se les plantan a los niños aquí los huevos de Pascuas, para que los descubran poco a poco”.

En todo caso, lo que la autora quiso instalar con su primera novela –también con la serie, de la que es coguionista– fue una conversación que fuera más allá de la simple llamada de atención sobre lo difícil que es publicar un libro propio o ganarse la vida como persona de color en el selecto territorio de las grandes empresas editoriales. “Quiero que realmente se hable de lo que es ser joven y trabajar en un lugar que no paga muy bien, de lo que es lidiar con eso mientras descubres qué quieres para tu vida. La otra chica negra es para esa gente, para las mujeres negras de todas las edades, y espero que también sea para los hombres, para que puedan tener una idea de lo que experimentamos nosotras al sentir que debemos ser y actuar de determinadas maneras. En el mundo editorial, quisiera que esta historia sirva para que los jefes se hagan más preguntas; para que piensen más profundamente sobre las luchas que enfrentan sus asistentes, especialmente los de color; para que no sólo busquen más voces negras, sino que paguen a los autores negros lo que realmente se merecen. De eso se trata mi libro, de apoyar a las voces negras en el mundo editorial. Por último, espero que inspire a los lectores y televidentes a tener muchas más conversaciones difíciles, incluidas aquellas sobre identidad, raza y cultura laboral”.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/conversaciones-de-domingo/la-otra-chica-negra-las-desdichas-de-una-joven-afroamericana-en-el-mundo-editorial-de-nueva-york-nid02102023/

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