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La palabra dada

Hay dos dimensiones de la cosa pública, y son tan antiguas que los latinos ya habían acuñado una frase al respecto: Res, no verba. En los veinte siglos siguientes, más de uno la tradujo y aprov...

Hay dos dimensiones de la cosa pública, y son tan antiguas que los latinos ya habían acuñado una frase al respecto: Res, no verba. En los veinte siglos siguientes, más de uno la tradujo y aprovechó como mejor le convino. Significa “Hechos, no palabras”. La democracia tiene un punto débil, que todo populismo explota y toda visión extremista de la sociedades aprovecha. Ese punto débil es que, en el delicado equilibrio entre los hechos y las palabras, la democracia privilegia los hechos; el populismo, en cambio, pronuncia discursos de nueve horas. Como los hechos llevan mucho más tiempo que las palabras y son, por otro lado, mudos, es fácil reemplazarlos con lemas, consignas y promesas.

El caso es que las democracias occidentales están infectadas de charlatanería y bocajarro, de cháchara sin sustento y de diatribas enardecidas, y en esa mescolanza de épica y augurio, la verdad es siempre la primera víctima. No porque sí.

El chapucero sabe que la verdad es el único lugar donde el discurso se conecta con los hechos. Por eso siembra el recelo respecto de la verdad y la convierte en una caricatura de lo que siempre fue en las naciones donde el ciudadano es libre: la garantía que convierte el mero pronunciamiento en palabra dada.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/cultura/la-palabra-dada-nid26092023/

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