La zona en la que reabrió uno de los resto más caros de Buenos Aires y promete convertirse en un polo gastronómico top
Es común que cuando un local deja su huella en un barrio, los vecinos y clientes lo reconocen como un punto de referencia y aspiran a visitarlo. Eso pasó con la primera sucursal del restaurante O...
Es común que cuando un local deja su huella en un barrio, los vecinos y clientes lo reconocen como un punto de referencia y aspiran a visitarlo. Eso pasó con la primera sucursal del restaurante Osaka en la emblemática esquina de Soler y Fitz Roy, donde nació y funcionó por 17 años. Esa sensación es la que replicó en sus otros locales -en Puerto Madero, Lima, San Pablo, Santiago de Chile, Punta del Este, Quito y Bogotá- y que después de abandonar el epicentro de Palermo Hollywood muda consigo a su nuevo hogar en Colegiales.
Abanderado de la cocina nikkei -que combina elementos japoneses con peruanos-, los responsables de la cadena invirtieron aproximadamente un millón de dólares para instalarse próximo a polos gastronómicos de Palermo y Chacarita, precisamente en la esquina de Concepción Arenal y Conesa. Se trata de un área de la ciudad que desde hace algunos años comenzó un proceso de reconversión y que promete ser un punto de unión entre los barrios porteños de Colegiales con Palermo Hollywood.
Agustín Latorre, dueño de Osaka, dice que encontró en esta nueva locación un “polo de oportunidad”: “Cuando apareció la primera versión de Osaka en la esquina de Palermo, la zona no era lo que es hoy. En ese momento fuimos pioneros y ahora volvemos a apostar por una zona en reconversión”.
Nuevamente eligieron una esquina, esta vez una enmarcada en un proyecto inmobiliario ya terminado y vecina de otras propuestas gastronómicas que desde hace poco llegaron a la zona. Sostiene que el lugar donde está emplazado se caracteriza por el desarrollo de nuevas construcciones y celebra que eso va a atraer más gente que pase por el restaurante.
Cómo es el nuevo localEl cambio de lugar fue motivado por la necesidad de crecer en espacio. “El local anterior de Palermo ya había quedado chico y cualquier reforma, aun tirando abajo la propiedad para hacerla de cero, hubiese quedado obsoleta”, explica Latorre, y continúa: “Surgió entonces esta oportunidad a pocas cuadras, cerca de nuestro público, con casi el doble de metros y nuevos aires”.
A casi 10 cuadras de distancia, el restaurante cambió sus 450 m² por sus nuevos 780 m², se lavó la cara y el 17 de octubre abrió sus puertas al público. Con un diseño alargado, el frente del local llama la atención con sus 45 metros de frente sobre la calle Conesa y los 20 metros que también se anuncian sobre Concepción Arenal. Con 510 metros cuadrados cubiertos, 110 comensales llenan la capacidad del salón interior.
“Se inicia en su acceso, con una caja de recepción vidriada contenida dentro de una imponente estructura de chapa calada que diseñamos con figuras que refieren gráficamente al cóndor incaico, el animal sagrado de los Andes. A partir de allí y luego de pasar un portón de hierro con tablas de madera se accede al espacio interior, donde nos recibe el bar”, describe el arquitecto a cargo, Ariel Chemi.
En la esquina, la barra de coctelería aprovecha un funcionamiento independiente al restaurante. El bar se percibe como una gran estructura metálica que se puede avistar desde el exterior y que tiene acceso directo a la terraza, es decir que integra el gran salón con el espacio al aire libre. “El muro de fondo del bar busca reflejar el concepto de arte japonés Kintsugi aplicado a un muro de adobe avejentado oscuro. Bajo la mesada de madera de lenga del bar aplicamos un revestimiento tramado con una textura geométrica que alude a los keros, un vaso ceremonial inca”, agrega el arquitecto.
A su vez, un pórtico revestido en madera es el elemento que marca la diferencia entre el gran salón y el bar, al mismo tiempo que enlaza ambos espacios para lograr un efecto de continuidad.
Hay una fuerte presencia marítima en el restaurante. Detrás de la barra de sushi, “un plano vertical en un tono verde-azulado con una trama mallada refiere a la oxidación del cobre en el mar y hace de fondo a la barra. Una caja cobriza de chapa perforada da escala al espacio y hace las veces de caja de luz”, describe Chemi.
Por su parte, la cocina se esconde detrás de un sistema de tablillas de madera. Frente a la misma se dan lugar tres sectores de “tatamis” bajo unas esculturas tejidas manualmente que emulan el concepto de “nubes” en el techo de ocho metros de alto.
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La terraza cubierta tiene espacio para 50 comensales y, bajo un sistema de lonas plegadas, está rodeada por una frondosa vegetación. En esa línea, hay un patio descubierto con un cantero y un suelo natural que crean un pulmón verde.
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Un polo gastronómico que crece en una ciudad de 15 minutosLa nueva propuesta ocupa uno de los espacios comerciales de Concepción, un nuevo desarrollo inmobiliario. El emprendimiento de US$130 millones de inversión es el punto de conexión entre Palermo Hollywood y Colegiales, precisamente ubicado sobre Concepción Arenal entre Zapiola y Conesa.
El proyecto de casi 82.000 m² totales tiene 438 viviendas, oficinas y locales comerciales y está emplazado en una manzana de 12.700 metros cuadrados. “Es una de las obras de mayor extensión lineal de la ciudad, sobre una manzana”, dice Cristian Méndez, socio de la Fiduciaria del proyecto, sobre el edificio que se encuentra en el proceso de la entrega de posesiones, con más de 90 unidades ya entregadas. Señala que el proyecto está todo vendido y que en las unidades de reventa los precios parten desde US$3800/m², un precio que defiende los valores de los proyectos de la misma calidad en Palermo.
Dos de las caras del proyecto están conformadas en un nivel inicial por casi 20 locales con opciones que van desde gastronomía, depilación, gimnasia e indumentaria, entre otros rubros.
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Por sobre todo, la impronta más fuerte es la de bares y restaurantes, que potencian el polo gastronómico de la zona. En ese sentido, son cinco las que ya funcionan con normalidad: La Fábrica del Taco (cadena especializada en cocina mexicana), la heladería italiana Antiche y las cafeterías de especialidad Nineveh y La Bici, además de Osaka. Próximamente, llegará el Club de la Birra y “otras marcas consolidadas con perfil ABC1″, según Méndez, para completar la escena gastronómica.
La radicación de estos locales de comida se complementa y extiende el polo foodie ya instalado en un radio de cinco cuadras. A esta corta distancia se encuentran propuestas como La Mar, Aldo’s, Narda Comedor Diario, Tegui, el bar Uptown, Nucha, Pani, heladerías como Freddo, Bar du Marché, Fabric Nikkei Sushi, La Pastronería y Siamo Nel Forno.
Todos estos servicios, sumados a los amenities en el mismo complejo, hacen que se convierta en una “ciudad de 15 minutos” en sí mismo. “Son en total 21 espacios que resuelven mucho en un mismo lugar. Es una transformación para el núcleo de Colegiales”, dice Cristian Méndez sobre el proyecto que está en manos de Avalon Consultoría Urbana, la fiduciaria que él dirige junto a sus socios, Tamara Goldfarb y Gabriel Lubelski.
Entre los detalles, Méndez cuenta que en la puerta principal se destaca un hall de 200 metros cuadrados con un mural del artista Pablo Siquier. Además de tener espacios verdes que sumarán más de 6700 m², distribuidos en planta baja y el sexto piso parquizados con especies autóctonas y una pista de atletismo que recorre en forma aérea toda la manzana que ocupa el proyecto, como uno de los amenities más destacados.
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Junto a las residencias, estos locales se complementan con otros servicios importantes en la cercanía. Por ejemplo, el proyecto se encuentra a pocos pasos de instituciones educativas como los colegios León XIII y Santo Tomé de Aquino y una sucursal de la Universidad Católica Argentina y de la Fundación Sí. En este sentido, también tiene un segundo gimnasio a pocas cuadras; espacios culturales y las ferias del predio de Dorrego y el Mercado de Pulgas.