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Las Grutas. La localidad rionegrina que ofrece avistajes de ballena franca austral y mariscos bien frescos

“Hay olor a ballena”, asegura Agustín Sánchez, con la mirada clavada en el horizonte. Lo dice porque es verdad, pero también para despabilarnos. El mar está picado, la lancha se bambolea y ...

“Hay olor a ballena”, asegura Agustín Sánchez, con la mirada clavada en el horizonte. Lo dice porque es verdad, pero también para despabilarnos. El mar está picado, la lancha se bambolea y llevamos veinte minutos sin ver nada más que gaviotas. Estamos en la Bahía de San Antonio, en el Golfo San Matías, en la costa occidental de Río Negro. El viento y la lluvia nos dieron una ventana de dos horas para salir a buscar este mítico cetáceo que tiene el tamaño de un colectivo de línea. Atrás quedó el puerto de San Antonio Este y vamos en dirección a Las Grutas cuando finalmente las vemos, unos segundos después de que Agustín diga que sintió olor a ballena. Primero, son un chorrito de agua y vapor que sobresale entre las olas. Después, un lomo negro que casi no se distingue. Nos acercamos despacito y Agustín detiene el motor de la lancha. Las veo clarito, con sus cayos blancos. Esos que hacen de la ballena franca austral un animal único.

“Vienen hasta acá para aparearse y parir, porque las aguas son cálidas: 12 grados en invierno; 22 en verano. Llegan desde las islas subantárticas y a veces suben hasta el norte de Brasil. En verano vuelven bien al sur, dónde hay mucho alimento. Se calcula que navegan un promedio de 20 kilómetros por hora”, comenta Agustín, líder de Rupestre Experiencia Patagónica, que está en la zona desde 1999. “Este es un grupo de cópula”, agrega cuando alguien señala varias ballenas que “están jugando”. Dice que es una hembra con varios machos y cuando vemos un pene rosado, las exclamaciones son generalizadas. “Muchas veces la hembra quiere evitar la penetración y por eso se pone con el vientre hacia arriba. Entonces dos machos la sostienen y un tercero la penetra”, comenta para asombro de las mujeres que vamos en la lancha. “Después es probable que ella se aparee con todos, pero sólo será fecundada por el espermatozoide más apto. Tras un año de gestación nacerá el cachorro, que permanecerá junto a ella un año más”, dice. ¿Por qué la penetran de a tres? Por una cuestión de tamaño: la hembra es más grande que el macho. Claro que también hay cortejos –eso de “están jugando”– entre machos que están alzados.

“Las ballenas tienen apneas de 20 minutos y salen a respirar. Le decimos spray a ese vapor que largan por el espiráculo cuando expiran. Las callosidades son únicas en cada una. Son blancas porque se les adhieren crustáceos, que les transmiten sus madres. Ningún patrón se repite y eso nos permite identificarlas. De todas maneras, sabemos muy poco de las ballenas. Creemos que viven hasta 150 años”, apunta mientras la lancha sigue su bamboleo, el cielo se pone plomizo y las ballenas, lejos de escapar, se nos acercan. “Recién hace cinco décadas que se las protege. Aquí la población se está recuperando en un 7 por ciento anual. Es lento, porque tardan en reproducirse. Puedo decir que desde que estoy acá, siempre vi ballenas y cada vez más. Pero la gente grande asegura que sus abuelos les contaban que no podían tirar la red por la cantidad que había. Durante años las cazaron y vendían el aceite como combustible para prender los faroles que iluminaban Europa”, señala Agustín una vez que volvimos al puerto. Agrega que hoy vimos la ballena franca austral, porque es la que predomina. Así se llama por la traducción del nombre que le dieron quienes la capturaban: Southern Right Whale, que sería algo así como la “ballena del sur indicada”… para la caza. Agustín cuenta que en la zona hay de otros tipos, como yubarta, jorobada y minke, además de cinco especies de delfines. Se las ve de principios de julio a fines de octubre, con agosto y septiembre como meses más fuertes.

Pulpitos, vieiras y mucho más

Signada por las mareas –que en esta zona tienen muchísima amplitud–, Las Grutas y sus alrededores son también reconocidos por sus mariscos frescos, que se pescan de forma artesanal. Para empezar nuestro raid gastronómico del Golfo San Matías llegamos hasta Puerto Pirata, un bodegón del puerto de San Antonio Este. Aquí nos sirven empanada de pez gallo, pulpitos patagónicos –octopus tehuelchus–, calamares, vieiras, cholgas, rabas y almejas. Delicias que salen frescas, gratinadas y al escabeche. Aquí me cuentan que cuidan el recurso, este que los buzos marisqueros y pulperos recolectan en el golfo. “Salimos en lancha, con los primeros rayos de sol. Hacemos un rastreo y fondeamos la embarcación, a 8 o 21 metros de profundidad, dependiendo del marisco. Tras unas horas de recolección, volvemos a la costa, un flete recibe la producción y la lleva a la terminal pesquera”, comenta Gerardo Octavio Tata Aguayo, que es buzo profesional en pesca y provee de mariscos frescos a Puerto Pirata.

Al día siguiente vamos a otro de los sitios ponderados de la zona, que está en el primer piso de un complejo de torres –las únicas– de Las Grutas. El dueño de Del Azul Bistró es Leo Perazzoli, buzo marisquero y chef. Lo secunda Esteban Chirdo, que cocina detrás de la barra de este salón bonitamente ambientado con escenas de mar. Nos agasaja con un salpicón de mariscos, pulpitos patagónicos, cholga al escabeche y unos langostinos a la escandinava –crema, mayonesa, huevo y ralladura de limón– que resultan manjarosos. Para variar entre tanto fruto de mar, de principal ofrece vacío de cerdo braseado en manzana, jengibre y cerveza con puré de zapallo. Y acompaña la propuesta con vinos premiados de Río Negro.

Para despedirnos, más “bichitos de mar” para confirmar el plan gastronómico que nos trae a esta zona: “mariscos a toda hora”. Esta vez en El Rey del Marisco, un clásico familiar que abre todo el año, recibe comensales en un salón grande y propone variedad de pescados, además de pastas para acompañar con los frutos de mar. En invierno, temporada de ballenas, no hay que hacer cola y siempre hay lugar. En cambio, dicen que, en verano, hay quienes hacen fila con reposera desde las siete de la tarde para entrar a comer un plato de rabas o de langostinos apanados.

Datos útiles

Hotel Riviera. Recibe en 30 habitaciones cómodas, sirven desayuno y tienen confitería abierta las 24 horas, además de cochera. Es del grupo hotelero de la familia Salvi. Desde $24.000 la doble con desayuno. Av. Intendente Bresciano 897. T: +54 9 (2920) 57-2306. IG: @hotelrivieralg

Puerto Pirata. En zona portuaria de San Antonio Este, local chiquito que atiende la familia Ferreira-Ríos. Sirven mariscos súper frescos que se pescan de forma artesanal en la bahía. Todos los días, de 11 a 17 y de 19.30 a 24 horas. 11 de octubre s/n. T: +54 9 (2934) 46-1296

Del Azul Bistró. A cargo de Leo Perazzoli y Esteban Chirdo, tienen 8 años en la zona y es una propuesta superadora en mariscos, sushi, ceviche y pastas. La ambientación se condice con el nivel de la carta. De jueves a domingo a las 20.30 horas, con reserva. Av. Río Negro y Jacobacci. T: +54 9 (2984) 22-8811. IG: @delazulbistro

El Rey del Marisco. Sirve paellas, cazuelas y pastas con mariscos, además de minutas. Abre todo el año, todos los días de 20 a 24 horas. No toma reservas y en temporada alta conviene ir temprano. Av. Río Negro 856. T: +54 9 (2934) 49-7460

Rupestre Experiencia Patagónica. En San Antonio Este, abrió hace quince años y es una empresa familiar pionera en avistaje de fauna en la zona. En invierno, ballenas y delfines; en verano, nado con lobos. La lidera Agustín Sánchez, que es guardavidas, buzo marisquero y guía. Los valores van en función del tipo de actividad. Canal interior s/n. T: +54 9 (2934) 46-1280. IG: @rupestrepatagonia.ar

Secretaría de Turismo Las Grutas. Atienden consultas y orientan sobre actividades y prestadores. Todos los días de 8 a 19 horas. Bajada 2. T: +54 9 (2934) 49-7463. IG: @lasgrutasturismooficial

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/revista-lugares/las-grutas-la-localidad-rionegrina-que-ofrece-avistajes-de-ballena-franca-austral-y-mariscos-bien-nid03092023/

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