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Lionel Messi empieza a gastar las gambetas que le quedan en Miami, la tierra prometida del consumismo

En el tramo final de su carrera, cuando los tiempos son más cortos y escurridizos, Lionel Messi adelantó una jugada. El destino que él imaginaba para dentro de un par de años lo recibirá en br...

En el tramo final de su carrera, cuando los tiempos son más cortos y escurridizos, Lionel Messi adelantó una jugada. El destino que él imaginaba para dentro de un par de años lo recibirá en breve. Es algo más que un cambio de club: es una bisagra en su magnífica trayectoria.

Después de 19 años cierra un ciclo futbolístico en Europa. En la elite, con todos los récords posibles en Barcelona y un bienio sin desentonar en Paris Saint-Germain, club en el que le hicieron sentir lo contrario con un indisimulado desafecto. Messi es un hombre de lealtades, aunque alguno lo vea como rencoroso. Hace casi dos años dejó de creer en Joan Laporta, el presidente de Barcelona. No quiso volver a comprar el cuento del tiempo para que acomodara la economía ruinosa de su club.

Empiezan a caer las fichas. Tras casi dos décadas la Champions League no tendrá a Messi, su segundo goleador histórico. Tremendo vacío.

Leo no puede mentirse a sí mismo; sabe que este desembarco en la Major League Soccer no está en consonancia con su deseo de agotar los últimos cartuchos en el primer nivel futbolístico. Está bajando un par de escalones, si no alguno más. Por más que la MLS se expanda, que lleve años sosteniendo un crecimiento, todavía está lejos de la estatura de Messi.

Es mayor el provecho que la MLS sacará de Messi que lo que a él pueda redituarle ella futbolísticamente. Su presencia aumentará la cantidad de clientes en un mercado en el que todavía es embrionaria la cultura del hincha.

Es evidente también que el paso del tiempo desde la conquista de la Copa del Mundo fue dejando en Messi un sedimento de plenitud que no deja lugar para otros grandes desafíos. El capitán argentino no necesita mirar tanto hacia adelante porque ya está realizado echando la vista hacia atrás. No se siente en deuda con nadie, empezando por él mismo. El amplio margen de maniobra que consiguió es para dar prioridad a su familia. De ahí que haya desechado la mareante oferta económica de Arabia Saudita, ante la que sí sucumbió hace unos meses Cristiano Ronaldo, al igual que lo que acaba de hacer Karim Benzema.

Pasará de compartir un vestuario con Kylian Mbappé y Neymar a otro en el que más de un compañero estará tentado de pedirle una selfie apenas lo vea. Y al que seguramente deberá preguntarle cómo se llama. Verlo con la camiseta de Inter Miami pasará a ser más un entretenimiento que uno de esos platos fuertes de la agenda futbolística. Es salir de la tribuna, rebajar tensiones y tirarse en el sofá con un balde de pochoclos.

Deportivamente, su objetivo parece no ir más allá de mantener frescas las piernas para llegar a la Copa América del año próximo. Definitivamente, el seleccionado es su lugar en el mundo, donde está más cobijado y con el entorno que lo hace seguir sintiéndose futbolista. La camiseta con la que más se identifica. Los dos años en París se le hicieron más digeribles por la panzada que se dio en Qatar, le aliviaron la sensación de sentirse en un no lugar.

Dentro de pocos días cumplirá 36 años. La edad y su nueva geolocalización futbolística acercan el crepúsculo que parecía un poco más lejano en el horizonte. Messi se nos está haciendo mayor, aunque en la cancha siga engañándonos.

En sus orígenes, el soccer estadounidense, cuando todavía no existía la MLS, impactó con el Cosmos de Pelé. Ahora causa una conmoción con el Inter de Messi. En Miami, tierra prometida del consumismo, Messi empieza a gastar las gambetas que le quedan.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/deportes/futbol/lionel-messi-empieza-a-gastar-las-gambetas-que-le-quedan-en-miami-la-tierra-prometida-del-consumismo-nid08062023/

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