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Massa juega con fuego al hablar de Montoneros

Tuvo un tufillo retro de la peor calaña y fue en dos tiempos. En el primero, Sergio Massa “denunció” a Patricia Bullrich, entre otras cosas, por haber sido montonera; en el segundo hubo una p...

Tuvo un tufillo retro de la peor calaña y fue en dos tiempos. En el primero, Sergio Massa “denunció” a Patricia Bullrich, entre otras cosas, por haber sido montonera; en el segundo hubo una pegatina anónima callejera en la que se la mencionaba por su supuesto nombre de combate. Culpar a alguien de “subversivo” y, a continuación, escracharlo con brulotes pergeñados en catacumbas de los servicios de inteligencia es algo que no se veía desde hace varias décadas.

Los tres candidatos presidenciales principales para las elecciones de 2015 –Mauricio Macri, Daniel Scioli y Sergio Massa– se mostraron entonces poco interesados en tomar la bandera de los derechos humanos, tal como la agita el kirchnerismo. Hoy los dos primeros están fuera de la carrera electoral, pero el tercero es el actual ministro de Economía y candidato “de la unidad” (perdón, Grabois) del ex Frente de Todos. Massa juega con fuego al meterse en ese terreno minado de la interna oficialista.

Como ya transitamos plenamente la temporada de ingesta de voluminosos sapos en silencio, resulta muy difícil desentrañar que sienten en su fuero íntimo dirigentes del gobierno, como Wado de Pedro, hijo de montoneros desaparecidos, y hoy jefe de campaña del mal llamado “tigrense” (Massa nació en San Martín) después de que el ministro del Interior fuera bajado de un hondazo tras 24 horas de creer, y hacer creer, que él iba a ser el candidato de la “generación diezmada” (¿la de Montoneros, que mancilla Massa para provocar a Bullrich?). De Pedro tiene un lugar relevante en el spot inicial de campaña y se abraza con Massa en la Fiesta del Poncho, en Catamarca. Todo vale con tal de ganar.

¿Qué habrá pensado Fernanda Raverta, la titular de la Anses, y que debe su existencia a otra pareja de montoneros, cuando Massa también la abrazó fuerte frente a las cámaras durante el anuncio oficial/acto de campaña de generosas líneas de crédito para los jubilados?

Aducir que Patricia Bullrich fue montonera (ella solo reconoce haber sido miembro de la Juventud Peronista, brazo legal de aquella organización armada) es un disparo certero al corazón ideológico del kirchnerismo.

¿Es bueno o es malo para Massa que su competidora en las urnas haya sido montonera?

Para la versión santacruceña del peronismo, la matanza castrense fue contra jóvenes idealistas que pretendían un país mejor. No existieron para ellos –al menos no hablan nunca de eso–, terroristas que secuestraron, pusieron bombas, torturaron y asesinaron no solo a militares y personal de seguridad sino también a soldados, civiles sin compromiso político y hasta menores de edad.

Para que lo entiendan las nuevas generaciones: aquí hubo, en los 70, grupos armados mesiánicos, al estilo de Estado Islámico o Al Qaeda, que mataban sin piedad alguna. Nada justifica, desde luego, que el Estado organizara después un exterminio clandestino de esas fuerzas anómalas (aduciendo un decreto del gobierno peronista derrocado en 1976) y de muchos más que no tuvieron nada que ver o que solo adherían de palabra.

La elasticidad para unir tan contrastadas incompatibilidades ideológicas, ¿es una característica novedosa del peronismo actual o siempre fue así?

¿Acaso Juan Perón desde el exilio no fogoneó las “formaciones especiales” y cuando volvió al poder los echó de la Plaza de Mayo y le dio luz verde a José López Rega para poner en caja a los “imberbes”?

El jueves por la noche, entrevistado por Radio Mitre, Carlos Corach, el poderoso ministro del Interior del dos veces presidente Carlos Menem (que indultó tanto a represores como a jefes guerrilleros), pareció tener explicaciones para entender tan marcadas ambivalencias.

De Sergio Massa (luego de afirmar que le parecía el mejor candidato para este momento) Corach opinó, con gran diplomacia, que era devoto de los “relatos circunstanciales”. Del peronismo en general ponderó su pragmatismo para adaptarse a lo que pide cada época, con tal de conseguir o conservar el poder.

Cuando hace un par de semanas hubo un acto en Aeroparque presidido por Cristina Kirchner y Massa, con la excusa de la recuperación de uno de los aviones usados en los llamados “vuelos de la muerte” pareció que la vicepresidenta quería familiarizar al candidato con la causa de los derechos humanos de la que siempre se lo vio tan ajeno. Si esa fue la intención original, muy rápido CFK se desvío de ese objetivo y lo convirtió en un mero acto proselitista en el que la nave de tan trágica historia ofició de inútil decorado.

El argumento de Corach explica el sinsentido: para el kirchnerismo también los derechos humanos resultarían un “relato circunstancial”, como la historia demuestra que antes de 2003 no fue un tema de interés para los que arribaron a la Casa Rosada sin escala desde Río Gallegos.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/massa-juega-con-fuego-al-hablar-de-montoneros-nid16072023/

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