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Monumento a la Bandera: el emblema rosarino que tardó casi 50 años en construirse y sufrió la inflación

“Este espacio se creó cuando nació la Organización de Estados Americanos (OEA). Vienen embajadores y cónsules a rendir homenaje las banderas”, cuenta Elsa Vicente, profesora de Historia y g...

“Este espacio se creó cuando nació la Organización de Estados Americanos (OEA). Vienen embajadores y cónsules a rendir homenaje las banderas”, cuenta Elsa Vicente, profesora de Historia y guía de sitio del Monumento a la Bandera, en la ciudad de Rosario. Tan grande es este monolito, que empezamos por la entrada que nos marca la guía, sobre la calle Santa Fe al 500. Es la Galería de las Banderas de América. Se trata de un gran salón con alfombra roja y vitrinas que exponen las insignias de los países americanos. Aquí hay un sector para nuestra bandera, con la inscripción completa de nuestro himno nacional. “Se acortó en 1880 cuando las relaciones comerciales con España se habían profundizado y el himno, que era una arenga a la Independencia, resultaba ofensivo. ‘No los ves devorando cual fieras todo pueblo que logran rendir’”, evoca Elsa sobre la versión completa de la letra de Vicente López y Planes.

Mientras avanzamos, repasa que Manuel Belgrano creó la bandera el 27 de febrero de 1812, pero recién en 1937 se estableció por ley que el 20 de junio –día de la muerte del general– se celebraría su día. “Hay un reglamento que establece cómo tiene que ser la bandera. Los colores y las características del Sol de Mayo (que se sumó en 1818) están bien estipulados, así como las medidas en función del alto del mástil”, señala y revela que la que flamea en este monumento tiene nueve metros de ancho por 15 de largo.

Luego relata cómo es que Belgrano creó la bandera. “Está bastante bien documentado, porque Manuel Belgrano escribía lo que le pasaba. Se sabe que llegó al Pago de los Arroyos –así se llamaba esta zona– en 1812. Estaba con su ejército, de paso hacia el norte, cuando le encargaron que emplace dos baterías de cañones para la defensa de la costa. A esa altura, su ejército estaba compuesto de muchos colores y él empezaba a notar que necesitaba un solo color que lo identificara en la batalla. Entonces, para empezar, el 18 de febrero de 1812, logró que el Triunvirato le autorizara el uso de una escarapela. Pero fue por más, y unos días más tarde, el 27 de febrero, a las seis y media de la tarde, creó esta bandera”, señala la guía. Agrega que la hizo sin permiso del Triunvirato, que alegaba que todavía no estábamos en condiciones de vociferar que estábamos separados de España. “No querían agigantar el conflicto. Le pidieron que la guarde un tiempo y Belgrano aceptó. De todas maneras, dijo que ni bien existiera la oportunidad y fuera cierta la idea de independencia, la haría jurar por todo el ejército. Y eso es lo que hizo en mayo del mismo año, en el norte”, agrega Elsa.

“La bandera nació puntualmente aquí, en la barranca de las ceibas, donde estaba la casa de los Tuella, que habían adoptado y criado a Vicente Echevarría, amigo de Belgrano del colegio, y a su hermana Catalina. Entonces, no se sabe bien si Catalina se ofreció o qué, pero la cuestión es que ella fue quien cosió la primera bandera nacional”, comenta. Y sigue: “Hay muchas hipótesis a cerca de los colores. Hay una romántica e ingenua que dice que Belgrano estaba a orillas del Paraná y que vio el cielo atravesado por una nube. Nada de eso. La más acertada es la que dice que el celeste viene de su devoción por la Virgen de la Concepción, que tenía un manto de ese color, como la mayoría de las vírgenes. Además, los borbones usan el celeste y blanco para representar su casa real. Y muchos dicen que fue por aquello que en historia se conoce como ‘la máscara de Fernando VII’, esa estrategia por la cual decían cuidar estas tierras en pos del rey español, que había sido tomado prisionero por Napoleón”.

Volviendo a la recorrida por el monumento, cuando salimos de la Galería de las Banderas de América, lamentamos que el Propileo Triunfal de la Patria esté en restauración. La obra es tan grande se compone de tres partes: el mencionado Propileo, la Torre y el Patio Cívico. Dentro del primero está la llama votiva, que no se apaga jamás. Y debajo, la sala que acabamos de recorrer. “La Torre representa la lucha por la Independencia. El Patio Cívico es el tránsito hasta la organización del Estado nacional. Y el Propileo habla de 1853, cuando se dictó la Constitución nacional”, cuenta Elsa y agrega que se puede subir a la torre, que tiene cuatro miradores. A los costados, hay frases de Belgrano y de San Martín. También una figura de la patria que está abrazada al pueblo, y otra embanderada y más altiva, que mira al mundo.

“El monumento es la representación de nuestro país como ‘una nave que surca los mares hacia mejores y mayores destinos’. Era la potencia mundial que alimentaría a Europa, en tiempos del ‘granero del mundo’. Este fue el proyecto ganador del concurso de 1939 y su lema fue Invicta”, dice Elsa antes de desasnarnos con los antecedentes y avatares previos al surgimiento de esta gran obra de estilo art déco, levantada en mármol travertino, que diseñó y ejecutó el arquitecto rosarino Ángel Guido.

“Originalmente se le encargó la obra a Lola Mora, en 1910, para el centenario de la Revolución de Mayo. Había esfervecencia por crear grandes monumentos. Y pensaron en hacer uno alegórico en cada ciudad en la que hubiera habido un hecho histórico trascendental”, cuenta Elsa. Pero los sucesos económicos y políticos conspiraron… “Lola Mora estaba radicada en Italia, demoró diez años en mandar sus esculturas y tuvo problemas en la aduana. En 1910, sus mecenas eran, entre otros, Carlos Pellegrini, Bartolomé Mitre y Nicolás Avellaneda –que además era su padrino de bautismo–. Diez años más tarde, ellos habían desaparecido de la escena política. Y, además, a esa altura las ideas de Lola Mora no eran compatibles con las del nacionalismo”, señala Elsa. Agrega que por todo eso a la tucumana se le rescindió el contrato y sus esculturas de mármol de Carrara quedaron tiradas por ahí.

Sin embargo, y afortuandamente, la cosa no quedó en la nada y a fines de la década del 30 entró en escena Alejandro Bustillo, que ganó un concurso para hacer el monumento junto con Guido, pero no se sabe bien por qué se bajó del plan. Así fue cómo Ángel F. Guido llevó adelante los trabajos junto con los escultores Alfredo Bigatti y José Fioravanti. Empezaron en 1942, lo terminaron en 1955 y fue inaugurado dos años más tarde. “La construcción se demoró porque en las bases del concurso se había estipulado, entre otras cosas, que se debían usar materiales autóctonos. Eligieron piedra de San Juan, pero el terremoto de Caucete complicó las cosas. Además, tuvieron serios problemas monetarios por la inflación”, acota Elsa Vicente y queda claro que no hay nada nuevo bajo el sol. Eso sí, las esculturas de Lola Mora fueron rescatadas, puestas en valor e integran el Patio Cívico del monumento. Algunas representan la libertad, la patria, el ejército de Manuel Belgrano y el pueblo que acompañó el éxodo jujeño.

Datos útiles

Monumento Nacional a la Bandera. Ícono de la ciudad, hay visitas guiadas a cargo de Elsa Vicente, que ayudará a comprender este monumento de mediados del siglo pasado que conmemora a Manuel Belgrano y la creación de la bandera. Los distintos segmentos tienen diferentes horarios. Sala de Honor de las Banderas de América: lunes de 13 a 18; martes a viernes de 9 a 18; sábados, domingos y feriados, de 9 a 18. Cripta del Gral. Belgrano: lunes a viernes de 14 a 18; sábados, domingos y feriados, de 9 a 13 y de 14 a 18 horas. Ascenso a la torre: lunes a viernes, de 14 a 18; sábados, domingos y feriados, de 9 a 13 y de 14 a 18 horas. Es gratis, menos el ascenso que cuesta $200. Santa Fe 581. T: (341) 480-2239. IG: @mnbandera

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/revista-lugares/monumento-a-la-bandera-el-emblema-rosarino-que-tardo-casi-50-anos-en-construirse-y-sufrio-la-nid08122023/

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