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Nuevos vientos en nuestra política exterior

Diana Mondino asumirá en las próximas horas la conducción del Palacio San Martín. Tiene sobrada experiencia en gestión económica y relaciones internacionales vinculadas con aquella disciplina...

Diana Mondino asumirá en las próximas horas la conducción del Palacio San Martín. Tiene sobrada experiencia en gestión económica y relaciones internacionales vinculadas con aquella disciplina. Ya ha enunciado algunas ideas básicas sobre lo que debe ser, desde la perspectiva democrática argentina, una política exterior con fuerte acento en la promoción de las exportaciones, un aspecto de excepcional importancia que, en los tiempos que corren, va condicionado por nuevos conceptos sobre la seguridad mundial y por políticas estratégicas sobre el papel de China, de Rusia y de la India, de creciente influencia en el panorama internacional.

La situación deplorable en que dejan al país el kirchnerismo y el hombre de paja que lo presidió por cuatro años a pesar de todos los diferendos de facción determina que las aptitudes para promover hacia el exterior la venta de bienes y productos argentinos constituya, en efecto, un punto esencial para la recuperación de la Argentina. “No hay plata” es la expresión entendible que han difundido quienes en horas más asumirán los cargos claves de la conducción gubernamental.

Hacen bien. La nueva canciller sabe, además, que la política exterior debe estar fundada en la continuidad de las mejores tradiciones diplomáticas, tan abandonadas en las cuatro gestiones del kirchnerismo, y en la comprensión de los cambios que se suceden sin intermitencias en el mundo. Mondino ha comenzado, aun antes de asumir oficialmente sus funciones, por reparar los daños inferidos a nuestras relaciones exteriores por los impulsos, no pocas veces desaforados, de las campañas electorales.

Diana Mondino ha comenzado, aun antes de asumir oficialmente sus funciones, por reparar los daños inferidos a nuestras relaciones exteriores por los impulsos, no pocas veces desaforados, de las campañas electorales

Tuvo el gesto acertado de viajar a Brasil para entrevistarse con el presidente Lula. Reparó así la grave licencia que se había tomado en un momento de la campaña el presidente electo, al decir que rompería relaciones con el gran vecino de la Argentina. Logró que se cicatrizaran heridas, pero seguramente no pudo alcanzar lo que solo se sana por entero con el transcurso del tiempo y el triunfo de la confianza recíproca entre los gobernantes. Lula no habría sido, por su parte, inocente respecto de los infortunios recientes en nuestros vínculos, según fuentes diplomáticas, que han imputado a su gobierno haber allegado recursos de diversa índole a la alocada campaña electoral de Sergio Massa. Lula, entretanto, no olvidará que el superávit de Brasil en su comercio con la Argentina es de 5000 millones de dólares.

Puede en esa materia la nueva canciller ir más lejos aún. América Latina ha perdido en los últimos años la solidez que había conferido al saludable principio de no intervención en los asuntos internos de otros países. Hoy es común que jefes de Estado, y no solo jefes de partido, se pronuncien en favor de tal o cual candidato presidencial de otros países, y se sumen al coro de los manifestantes callejeros como inopinados actores en contextos ajenos. Si Mondino se empeñara en volver en tamaño asunto a las fuentes clásicas hará una labor que deberá agradecérsele en términos históricos en la región.

Gravísimos conflictos afectan hoy, en número desusado desde la última conflagración mundial, a la humanidad como para que la política exterior se ejerza con la liviandad de las políticas de agitación y lucha estudiantil. Será menester que Mondino gane en ese punto rápidamente autoridad frente a los colegas de la región. Ha procurado ya zurcir roturas inadmisibles en el tono de las relaciones con la Santa Sede y no es poco lo que ha conseguido, incluso para sorpresa del presidente electo: el llamado conciliador que el papa Francisco hizo a Milei.

Es de esperar que la nueva canciller retome los grandes temas de la agenda internacional, como el cambio climático y la tradición del país en el inveterado esfuerzo en favor de la paz mundial y contra las prácticas del terrorismo

Arriba, pues, Mondino a la Cancillería precedida de tareas de buenos oficios que permiten confiar en su tacto y eficiente profesionalismo. Cuando esté en funciones advertirá el peso descomunal de un ministerio en el que la codicia delirante de los burócratas de La Cámpora ha elevado a más de 7000 el número de personas que se enciman allí unas sobre otras. Lo han hecho sin más resultado que la dilapidación de dineros públicos para sostener requerimientos ideológicos y crematísticos de los “amigos” y ejecutar una política que ha de figurar, desde los tiempos desafortunados del ministro Héctor Timerman, entre las más nefastas que se recuerden en la cartera. La triste investidura que en estos últimos cuatro años ha encarnado el canciller Santiago Cafiero solo ha tenido como dato destacable que ha sido en relación con el intrigante vicecanciller, Pablo Tettamanti, vocero del izquierdismo kirchnerista en el Palacio San Martín, un émulo calcado del presidente Alberto Fernández en su relación también enfermiza con la vicepresidenta Cristina Kirchner.

Es de esperar que la nueva canciller retome los grandes temas de la agenda internacional, como el de la honda preocupación mundial por el cambio climático y la tradición del país en el inveterado esfuerzo en favor de la paz mundial y contra las prácticas del terrorismo. Encontrará un nuevo escenario, con un mundo en desglobalización respecto del que ha sido desde las dos últimas décadas del siglo XX, y que tal vez no será tan distinto en algún momento del futuro respecto del período que transcurrió entre Caseros y 1930. En esa época la Argentina prosperó a tasas considerables sobre la base de acuerdos preferenciales.

Esto último impone deshacer la incomprensible política de quienes han ido en contra de un acuerdo comercial entre el Mercosur y la Unión Europea. Desde luego, hay muchas cuestiones para negociar, algunas dificilísimas, como la contrariedad de Francia por el hecho de que se convengan libertades que afectarían a su subsidiado sector agropecuario. Pero tampoco la Argentina puede oponer obstáculos a la apertura de la nueva era de relaciones con Europa por culpa de una industria ineficiente a la que parecen no alcanzar los 15 años que se establecerían para abrir más nuestros mercados.

Tampoco la Argentina puede oponer obstáculos a la nueva era de relaciones con Europa

Llega Mondino a la Cancillería rodeada de un grupo de experimentados diplomáticos que no necesariamente volverán todos ellos a la función pública. La ayudarán, sí, a identificar los 15 o 20 diplomáticos de carrera que han puesto a prueba, más que otros, su capacidad diplomática en tiempos tormentosos para quienes estuvieron dispuestos a poner a salvo la dignidad personal frente a las presiones facciosas imperantes en el servicio exterior durante los mandatos kirchneristas.

Deseamos suerte a quien ha logrado, antes aun de sentarse en el despacho que tiene asignado, objetivos que merecen señalarse a la consideración pública. Lo ha hecho con prudencia, espíritu negociador abierto con todo el mundo y adscripción tácita a la comunidad de naciones donde prevalecen los valores en que se fundamentan la tolerancia y las libertades que debieron haber sido siempre irrenunciables para la Argentina.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/editoriales/nuevos-vientos-en-nuestra-politica-exterior-nid08122023/

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