El recuerdo de la vida de Silvina Luna en el homenaje por su muerte llevó a muchos a preguntarse quién ganó el Gran Hermano de 2001, donde la por entonces desconocida joven rosarina de 21 años fue subcampeona y accedió a una fama que no la abandonaría desde entonces.

No es lo mismo lo que ocurrió con el ganador de la segunda temporada local del reality, Roberto Parra. Nacido y criado en San Fernando, provincia de Buenos Aires, se presentaba en el casting con treinta años y tres como estudiante de la licenciatura en marketing. En el plano laboral, alternaba el trabajo en un depósito de madera con tareas como administrativo en la peluquería que explotaba su tía Tita, una de las mujeres que se presentaron como centrales en su vida, junto a su madre Cristina.

“Aparte es un morocho pintón y churro como lo veo yo y todas las chicas”, lo presentó su tía Tita en la biografía que se emitió el 4 de agosto de 2001: “Tiene condiciones y cualidades para ser el Gran Hermano”. La conductora de esa temporada, Soledad Silveyra, le preguntó a Cristina por Roberto el día en que su hijo entró a la casa: “Es un gran hombre, un gran compañero. Adora a su familia”.

Apodado El Negro, pasó 119 días aislado, el mismo tiempo que atravesaron dos de los finalistas, Gustavo Conti y Alejandra Martínez, tercer y cuarto puesto del certamen respectivamente. Silvina Luna, la subcampeona, había sido la séptima eliminada del certamen pero regresó luego de que el bailarín Pablo Heredia abandonara la casa después de 83 días. Ante el vacío, el público votó a Luna entre los otros eliminados para reemplazarlo.

La producción ya había tenido un abandono previo, el de Gonzalo Novellino, que resultó en el ingreso de dos suplentes, de los cuales uno fue finalmente escogido por los miembros de la casa para continuar. Por eso, si bien se preveían 12 aspirantes a ser ganador de Gran Hermano, acabaron siendo 14. Además de los ya mencionados, entre los participantes hubo nombres que más tarde se instalarían en la farándula local como Ximena Capristo.

La segunda temporada local de Gran Hermano, emitida poco más de un mes después de que finalizara la exitosa primera edición nacional del certamen de origen neerlandés, también convivió con las estrecheces económicas que anticipaban el fin de la convertibilidad o “uno a uno”, ley originada en el 1992, durante el gobierno de Carlos Menem, según la cual se establecía la paridad entre el peso y el dólar.

Sería el último año del gobierno de la Alianza, presidido por el radical Fernando de la Rúa, que abandonó la Casa Rosada tras dos años de gestión, en medio de importantes disturbios que terminaron con 39 muertos y centenas de heridos el 19 y 20 de diciembre.

De hecho, la gran final de Gran Hermano donde Parra se impuso a Silvina Luna ocurrió el 1 de diciembre, el mismo día en que el ministro de Economía del último período del gobierno, Domingo Cavallo, anunció la medida conocida popularmente como “Corralito”, que limitó las extracciones de los depósitos bancarios de las personas a 250 pesos/dólar.

Aunque en la última emisión de la segunda temporada Parra abrió para las cámaras un maletín con cientos de fajos de cien pesos/dólares, la imagen fue solo para la televisión y su premio también se vio afectado por la medida económica que precedió el estallido social de diciembre del 2001: “El día que salí , Cavallo estaba dando las medidas económicas. Gané 200.000 pesos que eran 200.000 dólares. Yo salí el 1° de diciembre del 2001 y mi abogado me hizo los papeles el 11 de diciembre y se cobraba a los 60 días. Para el 11 de febrero el dólar estaba $4″, Cuando tiempo después realizó la conversión con la moneda extrajera, obtuvo 50 mil dólares.

De todas formas, las ganancias le permitieron comenzar un emprendimiento de indumentaria laboral con el que vive hasta hoy, cuando su existencia transcurre lejos de los flashes, aunque siempre dentro de la historia de Gran Hermano y, por asociación, de Silvina Luna, con quien compartió aquellos días del 2001 que cambiaron sus vidas.