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Resistencia, una ciudad donde se instaló el miedo

En Resistencia se respira miedo. Miedo a que se vayan los medios nacionales porque, repiten sus ciudadanos, “van a tapar todo”. Miedo a perder sus casas tienen quienes viven en el Barrio Emeren...

En Resistencia se respira miedo. Miedo a que se vayan los medios nacionales porque, repiten sus ciudadanos, “van a tapar todo”. Miedo a perder sus casas tienen quienes viven en el Barrio Emerenciano, miedo a que otras organizaciones intenten tomarlas, miedo a hablar, miedo a que nunca se sepa qué pasó con Cecilia.

“Por favor no se vayan, van a tapar todo”. “No nos abandonen”. Basta con pararse con una cámara para que, tarde o temprano, algún ciudadano chaqueño que camina por el centro frene para agradecer la presencia de la prensa. Es una idea que repite Gloria Romero, la madre de la joven de 28 años que fue vista por última vez el 2 de junio, cuando entró con César Sena, su pareja, a la casa de su suegros, Emerenciano Sena y Marcela Acuña. Ella está convencida de que, si el caso no hubiera llegado a los medios nacionales, nada hubiera pasado.

La escena suele darse frente a la fiscalía, donde desde hace un mes siempre hay algún camarógrafo, fotógrafo, movilero o cronista esperando conseguir información sobre el presunto femicidio de la bailarina que soñaba con ser coreógrafa, mamá, casarse en la playa o conocer el estadio de Boca. Algunos incluso acercan facturas o hasta platos de comida para las largas horas de guardia que comparten los periodistas locales con los nacionales frente a ese edificio. Una fiscalía que hace más de un mes está vallada y donde se van acumulando carteles y pañuelos rosas, su color favorito, que piden Justicia por Cecilia.

Las pocas precisiones que van apareciendo no sólo hablan sobre el macabro femicidio, sino que también desnudan cómo se manejó una familia muy vinculada con el gobernador provincial, Jorge Capitanich. Creyeron que bastaba con donar los muebles de una habitación para hacer desaparecer una prueba. Las caras de Emerenciano y Acuña estaban en las boletas de una de las listas colectoras que acompañarían al gobernador. Él se postulaba a diputado provincial y ella como intendenta de Resistencia.

“Anda a ver a casa, parece que hay un cuerpo y tengo miedo porque a César lo vi lastimado, nosotros estamos por salir con Emerenciano, nosotros nos vamos al barrio”, fue el chat que Acuña, madre de César, le envió a Gustavo Obregón, uno de sus colaboradores que hoy está preso por encubrimiento agravado. Fue el único que se quebró y confesó ante los fiscales haber colaborado para descartar el cuerpo de Cecilia. Según su relato, César le dijo: “Gusti, ayudame a sacar esto, tenemos que ir al campo”. Obregón contó que al principio se negó. Pero después accedió a cargar el “bulto” en la camioneta del joven Sena. “Yo lo ayudé a cargarlo, porque César era como mi jefe; el orden de jerarquía era primero Emerenciano, después la señora Marcela Acuña y después César”, indicó.

Las pocas precisiones hablan también de cómo funciona la Justicia provincial: hizo falta acondicionar alcaldías para que los Sena estuvieran presos o esperar a que llegue Gendarmería para hacer peritajes con luminol, un reactivo que permite identificar algo tan clave como manchas de sangre.

Acuña, por ejemplo, estuvo casi un mes presa en una oficina pública, sin rejas ni mínimas condiciones de seguridad, separada apenas por un vidrio opaco de la sala donde esperan ser atendidas víctimas de violencia machista o abuso sexual. A César recién lo separaron de su padre a los nueve días de estar detenido.

Capitanich, en tanto, “por el momento decide no dar notas”. Esa fue la respuesta ante el pedido de entrevista de LA NACION. Optó por aparecer rodeado por unos 50 funcionarios que formaban una especie de fortaleza detrás de él en una conferencia de prensa para denunciar “una campaña en su contra”. Calificó la cobertura de los medios sobre el caso como “tamaño nivel de agresión” mientras su tropa -que variaba entre miembros del gabinete, legisladores provinciales, diputados y senadores- cada tanto interrumpía con aplausos o gritos de “Vamos Coqui”. En una enumeración para responder a una extensa pregunta de un periodista local dijo “uno a cero”, como si se tratara de un partido de futbol.

La ciudad todavía está empapelada con carteles con su cara por las PASO provinciales. En algunos, la frente del gobernador está intervenida con una hoja blanca que en mayúsculas dice: “Silencio es complicidad”.

“Falta Cecilia” dice una tímida pintada en la estrella blanca en el centro del puño enorme y pintado de rojo furioso que inaugura el barrio Emerenciano. Esa intervención la completa el #Niunamenos. Allí, donde todo lo rojo lentamente se está transformando en blanco, los vecinos tienen miedo a perder sus casas, los espacios verdes o “todo lo bueno” que dejó Emerenciano: una sala maternal, un centro de salud, una biblioteca y una escuela con todos los niveles. 

Gloria también tiene miedo: a que la presión se diluya cuando se vayan los medios nacionales. A ni siquiera encontrar “un pedacito de Cecilia” para hacer el duelo.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/resistencia-una-ciudad-donde-se-instalo-el-miedo-nid08072023/

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