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Rincón Gaucho. Un misterio que persiste: ¿con quién payó Santos Vega?

En la figura del mítico Santos Vega convergen -y eso lo hace imprescindible- las tres fuentes de la poesía y el canto popular del Río de la Plata. De igual modo que en ámbitos de la teología s...

En la figura del mítico Santos Vega convergen -y eso lo hace imprescindible- las tres fuentes de la poesía y el canto popular del Río de la Plata. De igual modo que en ámbitos de la teología se habla de una Trinidad, en ámbitos del estuario existió, si bien de otro tenor, una Trinidad. De la cual la poesía gauchesca fue la hermana menor, cronológicamente hablando. Este acerbo trinitario lo conformaban, a más de quien nos ocupa, el Canto payadoril y la tradición folklórica, con sus músicas, cantos, danzas.

Este terceto, si se nos permite cierta audacia comparativa, tiene su afinidad con las nativas boleadoras. Como ellas, tienen tres piedras o bolas. Que no andan sueltas, pese a cierto juego independiente: las unen tientos que, trabajando en conjunto con ellas, supieron hacer rodar desde ñanduces y potros salvajes hasta al montado del General Paz, como se sabe. De modo que, en símiles con las ñanduceras, la tradición folklórica, el canto payadoril y la poesía gauchesca, también juegan solas y juntas. Y pialan corazones criollos, reconocidos por José Hernández nomás por el gusto con que se arriman a estos asuntos.

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Santos Vega -su figura real, su leyenda- abreva en este trío mencionado. En la gauchesca porque, a más de su propia laya de gaucho, otra trinidad, de letrados en este caso, se ocupó de él poéticamente: Mitre, Ascasubi y Obligado. Su condición de payador -de pagueador, por andar de pago en pago- alcanzó en Vega carácter de investidura, igual a la que calza un sacerdote, un rabino o un médico. Y, finalmente, el vínculo con la tradición folklórica es aportado en prosas por Eduardo Gutiérrez en su Santos Vega, con el estilo exquisitamente folletinesco de su autor.

Los versos que transcribe Gutiérrez en la obra citada, evidencian una notable continuidad hasta la fecha, ante la cual nos complacemos. Citaremos solo el primer verso de parte de lo acompañado, con sus reincidencias a la fecha. Así, las cuartetas que comienzan Si las ingratitudes… y De terciopelo negro…, a más de hallarse en las clásicas recopilaciones (Carrizo, Ventura Lynch, etc) aparecen, respectivamente, en dos zambas, una norteña, la otra altoperuana: No quiero que te vayas y La Huanchaqueña. Y entre las décimas acompañadas tenemos Eres la preciosa flor…, que supo grabar, por cifra, el finado Atilio Reynoso. Quien también grabó, por estilo, Aún cuando lejos de ti…, tema que se incluye, asimismo, en la versión cinematográfica de Don Segundo Sombra. Además, todo lo citado integra el frondoso repertorio del Archivo Hours, Música Popular, realización institucional de la Academia Nacional del Folklore, que puede consultarse en su página Web.

Santos Vega integra esa categoría de seres reales-legendarios que, trascendiendo su existencia física, devienen símbolos y convocan alegorías. Porque José Santos Castro -tal su nombre- era nieto de españoles llegados al Plata a mediados del siglo XVIII. Y fueron sus padres don José Santos y Vega y doña Asunción de Castro. Y la familia tuvo sus estancias en Dolores y el Tuyú, pagos señeros de Vega, más allá de su peregrinar de payador. Retengamos estos sitios y vayamos al interrogante del título de este artículo. Que nos lleva al cuyano Juan Gualberto Godoy. Y con él a la posibilidad de que, en verdad, fue éste quien derrotó a Vega.

Si bien Godoy fue poeta letrado, también fue, diríase vocacionalmente, cantor y guitarrero popular, amigo de fogones y almacenes. Y que, para no desentonar con la época, debió extrañarse por motivos políticos, en este caso ideas unitarias. Pero curiosamente, pese a tener la Cordillera a mano para superarla y ganar tierra chilena, Godoy parte a la provincia de Buenos Aires. Allí, incorporado a la criolla categoría de matrero, pasa algunos años sin volver a su tierra. Y hasta donde se sabe, tiene pulperías en Dolores y el Tuyú, aproximadamente entre los años 1827 a 1830. Allí, lo que además era calígrafo, vendía en cartulinas sus cielos, sus cifras y romances. Y cantaba e improvisaba, solo o en contrapunto, al compás de su guitarra.

Desde Cuyo

La tradición menta que Vega fue vencido por un joven desconocido. Y se tiene por año de su fallecimiento, aproximadamente, el de 1829. De modo que, al tiempo de ser vencido por un joven desconocido, Vega era un hombre entrado en edad. ¿Es Godoy tal joven desconocido? Mitre, que de adolescente pasó un tiempo en la estancia de Gervasio Rosas en el Tuyú, donde se inspiró en su poema a Vega, no solo asegura la existencia real del payador, sino incluso su amistad con Juan Gualberto Godoy. Y si payaron de contrapunto, ¿dónde iba a ser sino en alguna de esas pulperías de campaña, sitas por lo general en un cruce de caminos, en una esquina?

Yo tengo la convicción de que la derrota de Vega fue a manos del mendocino. Este, según tradiciones, trajo de Cuyo el alias de Juan sin Ropa con que aparece en la obra de Obligado. Reconozco la falta de una prueba cabal que confirme la hipótesis, más allá de tanto indicio conducente. La clave de mi convicción, a más de lo expuesto, está en el relato de un testigo presencial de la muerte de Vega, don Pedro Rodriguez Orcón. Su hijo Paulino, periodista del Azul, transcribió el relato de su padre. Tras mencionar la llegada atardecida de Vega a la estancia de Sáenz Valiente, cercana a la Ría del Ajó, poco antes de morir entabla un diálogo con el capataz, quien le dice: “Desde sus últimas payadas en la esquina “La Real” no volví a verlo ni a saber nada de usted.”

He aquí el faltante que nos arrimaría la seguridad: la pulpería “La Real”, sita en el Tuyú, ¿era regenteada por Juan Gualberto Godoy? Porque de estar al relato, Vega no es vuelto a ver luego de payar allí, ni se sabe nada de él por la zona. Es decir, que fue derrotado en “sus últimas payadas”, al parecer en tal boliche de campo. Y, golpeado en su prestigio, suponemos que abrazó con hidalguía a su joven amigo Godoy, triunfador en el trance. Y se retiró a continuación, yendo a esconder su bochorno por esos mundos, hasta aparecer de modo fantasmal en esa estancia, donde muere rato después, junto al fogón.

Mandinga

¿Y qué fue del Diablo, afamado vencedor de Santos Vega? Comenzaremos diciendo que en toda América el Mandinga daba en aparecer e intervenir más ostensiblemente que en estos tiempos descreídos. A más de sus Salamancas, donde compraba almas a cambio de un don, siempre se lo vinculó a farras y guitarreros. En la novela Cantaclaro del venezolano Rómulo Gallegos, al personaje Florentino Coronado -el Santos Vega de la sabana- el Diablo lo anda buscando para payar. Cantaclaro, igual que Vega, desaparece un día. Y el libro termina con la siguiente información: A Florentino se lo llevó el Diablo…

Es de conjeturar que, a tenor de esta leyenda flotante, el prestigio y el amor del criollaje por Vega hacían plausible la creencia de que solo el Diablo podía derrotarlo. Y esa convicción, que no es la mía, cundió de boca en boca. Y la sustentaría otro detalle, no menor: según el profesor Lázaro Flury en un artículo virtual La tonada y el templete del Diablo, trae, a más del sobrenombre Juan sin Ropa de Godoy en Mendoza, la teoría de que este viejo templete, modificado posteriormente por guitarreros y cantores del Sur, era oriundo de Cuyo. Y que Godoy lo desplegó en la pulpería cantando algunas trovas antes del contrapunto con Vega. Imaginemos la sugestión ante esta afinación novedosa. Y el escozor en el alma de los sureros, al ver a su héroe derrotado por alguien que afina por Temple del Diablo…

Rafael Obligado toma esta leyenda, también el sobrenombre. Y así Vega paya bajo el ombú corpulento con un Juan sin Ropa que es, también, Lucifer y el Progreso. Y muere físicamente, para volver leyenda. Ejemplo y broche final de estos párrafos, podría ser, en homenaje, traer a la finada Suma Paz y su antológico estilo El Legendario, que da cuenta de la vigencia de nuestro héroe:

Sombra que duerme en la historia/de los pampeanos cantores,/zorzales y ruiseñores/le cantan a su memoria…Que así sea…

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/economia/campo/rincon-gaucho-un-misterio-que-persiste-con-quien-payo-santos-vega-nid01072023/

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