Robos en museos
No solo la opinión pública inglesa, sino la de todo el mundo quedó sorprendido ante la noticia de que Peter John Higgs, funcionario del Museo Británico con más de 30 años de antigüedad en su...
No solo la opinión pública inglesa, sino la de todo el mundo quedó sorprendido ante la noticia de que Peter John Higgs, funcionario del Museo Británico con más de 30 años de antigüedad en su cargo, fue identificado como responsable de la desaparición de cientos de piezas de sus colecciones, luego vendidas por él a través de distintos sitios de subastas en línea en internet. Entre los objetos desaparecidos figuran joyas de oro, piedras preciosas y cristales, algunos de los cuales datan del siglo XV y casi todos pertenecientes a la Colección Townley, donada a ese museo durante el siglo XIX.
Higgs se desempeñaba con rango de curador senior de la colección de arte clásico griego y romano. En 2021, tuvo a su cargo la organización de una muestra de arte denominada Los antiguos griegos: atletas, guerreros y héroes, que, luego de ser expuesta en Londres está siendo exhibida en museos de Australia y China. Por ello, tenía plena conciencia y clara noción del valor e importancia de las piezas hurtadas.
Las autoridades no han determinado aún cuándo comenzó su carrera delictiva ni cuántas piezas han desaparecido. Como suele ocurrir en estos casos, los objetos no desaparecieron de las vitrinas donde se los exhibía, sino de los gigantescos depósitos donde se los almacena, ante la imposibilidad física de exhibir toda la colección que, según publicita el propio Museo Británico, “cubre dos millones de años de historia a través de cinco continentes”.
Los hurtos fueron descubiertos gracias a un negociante de antigüedades que identificó los objetos ofertados en las redes como pertenecientes al Museo y realizó una primera denuncia en 2020. Una vez que Higgs fue señalado como responsable, fue despedido. Uno de los principales elementos para incriminarlo fue que el vendedor de las piezas subastadas en línea y robadas del museo usaba como seudónimo “sultan1966″, el mismo que Higgs adoptaba en sus cuentas personales en las redes sociales.
Las autoridades del Museo Británico dijeron haber iniciado una investigación con asistencia policial, incrementaron la seguridad y analizan medidas para establecer qué ocurrió y, más importante aun, qué se podría haber hecho para que ello no ocurriera ni vuelva a suceder, y cómo recuperar las piezas faltantes. Al identificarse al ladrón, el director del Museo anunció que dejaría su cargo a fines del corriente año. Pero los acontecimiento se precipitaron y el 28 del mes último renunció, junto con el vicedirector.
El Museo Británico nació en virtud de una ley sancionada en 1753 y está regido por otra posterior, más específica, dictada en 1963. Es un organismo público que opera con independencia del gobierno y sus autoridades son responsables ante el Parlamento. Sus relaciones con el gobierno están reguladas por un contrato de administración que deslinda las facultades gubernamentales y las de los funcionarios del Museo con absoluta precisión. Pero, más importante aún, el Museo está sujeto a los mismos estrictos controles que se aplican a las entidades benéficas de carácter privado para poder recibir donaciones del público.
Los hechos narrados traen a la memoria lo ocurrido en el Museo Nacional de Arte Decorativo en Buenos Aires, en febrero de 2022, cuando desaparecieron 11 piezas que, a diferencia de las faltantes en Londres, se encontraban en exhibición. No fue el primer caso, por supuesto: entre otros tristes ejemplos podemos mencionar el del reloj de Belgrano, que ya había desaparecido del Museo Histórico Nacional.
Las falencias de seguridad del Museo de Arte Decorativo eran notorias: no poseía sistemas de cámaras de circuito cerrado o abierto, alarmas o detectores de movimiento. Descubierto el hurto, en marzo de ese año y en tiempo récord, se licitó, adjudicó y compró el equipo necesario para colocar cámaras de vigilancia en ese y otros museos que se encontraban en la misma situación.
El director del museo porteño no renunció. Fue separado de su cargo luego de que formulara la denuncia policial. En declaraciones públicas posteriores se quejó de la conducta “desproporcionada, injusta, prejuiciosa e infundada” de sus superiores. Aunque aceptó su responsabilidad, la extendió a “muchas otras personas por debajo y por encima” de su cargo. Agregó que tanto la Dirección Nacional de Museos (DNM) como el Ministerio de Cultura sabían de la debilidad de los mecanismos de seguridad no solo de ese museo en particular sino “en todos los museos nacionales”. Añadió que la DNM no había hecho “las compras y contrataciones necesarias para minimizar riesgos y establecer los protocolos de seguridad en los museos nacionales de su dependencia”.
En otras palabras, eran tantos los funcionarios responsables que finalmente ninguno lo fue.
Cabe resaltar que la “debilidad de los mecanismos de seguridad” denunciada, causada por las crónicas falencias presupuestarias y la lentitud burocrática, no impidió que, antes de descubrirse el faltante de las piezas, las autoridades de esos organismos impidieran, torpemente, que la meritoria Asociación de Amigos del Museo Nacional de Arte Decorativo pudiera continuar proveyendo a este último lo que la burocracia estatal no le permite adquirir.
Lo ocurrido en Londres y en Buenos Aires revela la necesidad de mejorar los mecanismos de preservación del patrimonio cultural. Nuestra memoria colectiva está resguardada en los museos. Es imprescindible que se los dote de los medios operativos necesarios para que cumplan con sus funciones. Pero, en el caso argentino, con un acervo museístico mucho más reducido que el del Museo Británico, debería podarse la frondosa burocracia que diluye responsabilidades entre decenas de funcionarios y ata las manos de los responsables operativos. Nuestros museos no son autónomos ni autárquicos. Sus compras y contrataciones se realizan solo a través de la DNM. Ahora bien, si cualquier tienda de ropa posee alarmas que impiden que una prenda salga del local sin que se haya pagado el precio respectivo, ¿tan difícil es que algo así ocurra en un museo?
Fuente: https://www.lanacion.com.ar/editoriales/robos-en-museos-nid18092023/