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San Lorenzo vs. River, por la Liga Profesional: al Millonario lo hicieron entrar en una batalla en la que le pasó lo que nunca, no tuvo pólvora ofensiva

Camino al título, River chocó contra un frontón. Se vio en medio de un ring, lo invitaron a luchar, a fajarse de lo lindo. San Lorenzo supo desconectarlo, le quitó cualquier brillo o destello. ...

Camino al título, River chocó contra un frontón. Se vio en medio de un ring, lo invitaron a luchar, a fajarse de lo lindo. San Lorenzo supo desconectarlo, le quitó cualquier brillo o destello. El clásico fue como quiso el Ciclón: cerrado, apretado, puro músculo, de dientes apretados y miradas torvas. Un campo de minas. Fue un dolor de muelas el encuentro para el puntero. Y en el instrumental de San Lorenzo no figura la anestesia, hace doler con su rigor. “Partido durísimo entre dos equipos con estilos diferentes. Lo felicité a Insúa porque armó un equipo durísimo. Supieron defender al rival más ofensivo del torneo, que es River”, lo definió Martín Demichelis.

Lo esperó al líder con un campo reseco para que la pelota no viajara a una velocidad más rápida. Todo dispuesto para anularlo. Y lo consiguió, a punto tal que el Ciclón consiguió que River no marcara por primera vez en los 32 partidos oficiales de la era de Demichelis (39 si se cuenta el último tramo de Marcelo Gallardo). Lo dejó en cero, lo hizo verse impotente. Y San Lorenzo defendió con orgullo su imbatibilidad: es el único equipo que no recibió goles de local en la Liga. Es un mérito, es un logro, por eso algunos quites en los sus jugadores se dejan la piel son festejados como un acto de reivindicación. De eso está hecho este San Lorenzo de Rubén Insúa. El River es otra cosa, pero en el Nuevo Gasómetro no pudo demostrarlo.

Le dolerá todavía el cuerpo a River cuando el lunes se siente frente al televisor para ver si Talleres pierde con Unión, el único resultado que lo consagraría campeón con tres fechas de anticipación. Si no deberá recuperar la memoria el sábado próximo, cuando reciba Estudiantes en el Monumental.

Pierna dura y repliegue. San Lorenzo era un grupo de reclutas entregados a la causa defensiva, ejecutada con disciplina y concentración. Si River pensaba que el tercero de la Liga Profesional lo iba a salir a atorar en su cancha con una presión alta, pronto se dio cuenta de que los planes locales eran otros. El Ciclón se plantó con un 5-4-1 para interrumpir el circuito de pases rival. Un dispositivo defensivo bien aceitado y escalonado, solidario, sin desajustes. Pegajoso y listo para cortar con foul si hacía falta. Hasta el “Perrito” Barrios, al que le gusta atreverse con la pelota, se tiró en forma de guadaña para bajar a Beltrán y llevarse la tarjeta amarilla.

Lo mejor del partido

River tenía a Enzo Díaz en versión aguerrida y luchadora. De sus cruces con Leguizamón salían chispas. Al puntero se le atragantó el desarrollo, se sintió incómodo, asfixiado en los últimos 30 metros. San Lorenzo aplicaba su fórmula: espera y salida con pelotazos, inclusive con los saques de arco de Batalla. La elaboración no está entre sus prioridades. A los 10 minutos salió lesionado la “Roca” Sánchez, con síntomas de haberse desgarrado. Ingresó Campi, otro gendarme en el centro de la defensa para que nada cambiara.

No había rendijas para el toque, la descarga o las gambetas de Nacho Fernández, De la Cruz o Barco. Por momentos daba la impresión de que River se aburría de buscar y no encontrar nada, mientras el Ciclón sacaba pecho en cada cruce, tomaba cada acción como una batalla. Y en las pocas veces que salía escopetado al ataque, los centros cruzados lo obligaban a Armani a estar atento.

Sin encontrar su juego, River se fue contagiando del clima general. Enzo Pérez fue amonestado por una dura entrada sobre Barrios. Beltrán se trenzaba verbalmente con Batalla. Poco y nada de fútbol, mucha refriega y asperezas.

San Lorenzo ya tiene acostumbrado a sus hinchas a este estilo. Lo aceptan y sostienen porque viene dando buenos resultados, tanto en la Liga como en la Copa Sudamericana. No llena los ojos, pero convence con su espíritu gladiador. Desde las tribunas también había un clima belicoso contra el árbitro Facundo Tello porque consideraban que a San Lorenzo le cobraban más foules que a River.

River se fue al descanso frustrado, su propuesta no había alcanzado ni para acertar al arco alguno de sus tres remates. Una primera etapa en la que Batalla nunca vio peligrar su largo invicto de local.

Arrancó mejor San Lorenzo en el segundo tiempo. Al minuto tuvo la ocasión más favorable con un remate de Braida dentro del área que tapó Armani. Fueron unos minutos en los que el Ciclón se plantó en campo adversario como no había ocurrido antes. Quizá a River no le viniera mal que San Lorenzo adelantara un poco las líneas para encontrar espacios, pero para eso debía recuperar lejos de su área porque el Ciclón se replegaba con celeridad.

Por un momento, el partido se abrió un poco. Y el dominio era más alternado, el equipo de Insúa discutía la posesión. De la Cruz, en una noche con las luces apagadas, se fue reemplazado apenas vio la tarjeta amarilla. Entró Solari, una variante para abrir la cerrada defensa.

Pero San Lorenzo se había soltado, con chispa y quiebres de cintura, emulando al Burrito Ortega. Pero pronto se dejó llevar por el fragor y frenesí, con un foul en plancha sobre Nacho Fernández. Segunda amarilla y afuera. Iban 23 minutos y San Lorenzo debía multiplicarse un poco más para cubrir al jugador de menos.

En el nuevo escenario, Demichelis buscó más peso ofensivo con Palavecino (por Enzo Pérez) y Borja (por Casco). El partido empezó a desfilar por una cornisa, seguía en llamas. River estuvo cerca del triunfo con Nacho Fernández y Palavecino (tapó Batalla). No pudo. Su libreto quedó aplastado por el hormigón de San Lorenzo.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/deportes/futbol/san-lorenzo-vs-river-por-la-liga-profesional-al-millonario-lo-hicieron-entrar-en-una-batalla-en-la-nid08072023/

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