En duelo de argentinos, Sebastián Báez derrotó este viernes en tres sets y en casi tres horas de juego a Tomás Etcheverry y jugará la final del ATP 250 de Kitzbühel, que se disputa sobre polvo de ladrillo en Austria. Báez, que empezó la semana en el puesto 72 del ranking mundial, se impuso por 7-6 (7-5), 3-6 y 6-4 y este sábado jugará el juego decisivo contra el local Dominic Thiem, que también necesitó de tres sets para doblegar al serbio Laslo Djere por 6-7 (3-7), 7-5 y 7-6 (10-8). La definición está prevista para las 8 (hora de la Argentina), aunque dependerá de las condiciones meteorológicas, ya que hay pronóstico de lluvias en la ciudad.

“Estoy feliz. Conozco a Tommy de toda la vida. Estoy contento por la batalla. Lo felicito por todo el trabajo que vienen haciendo. Estoy contento de estar en la final. Por más que lo conozca, es dura. Cuando uno entra en la cancha, no hay amigos. En la cancha hay que diferenciar. Estoy contento de haber ganado”, dijo Báez después del triunfo, que fue un premio a su mayor constancia durante el partido. El tenista de 22 años (cumple 23 el 28 de diciembre) se asegura el puesto número 47 del ránking en vivo: un ascenso de 25 lugares.

Báez había llegado por tercera vez en esta temporada a las semifinales de un torneo. Todas fueron en la misma superficie (polvo de ladrillo). Las otras se registraron en Córdoba, donde ganó el título al derrotar a Federico Coria, y en Santiago de Chile, donde perdió ante el platense Etcheverry. Este viernes tuvo su desquite.

El primer set fue un canto a la paridad, que debió ser desempatado mediante el tie-break. Los argentinos se quebraron el servicio apenas una vez, y se pasaron todo el parcial estudiándose. Si bien se habían enfrentado apenas dos veces por el circuito ATP (una victoria por lado; Báez en Lyon 2022 y Etcheverry en las semifinales de Santiago de Chile 2023), ambos se conocen de memoria. El platense apeló a su servicio (llegó a sacar a 222 kilómetros por hora) como arma primordial de ataque; Báez, por su parte, se defendió todo lo que pudo y siempre le propuso a su rival jugar una pelota más para ganar el punto.

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En esa igualdad, prevaleció Báez en el tie-break. Consiguió el set porque tuvo más aplomo en los puntos decisivos, no se aceleró y decidió con inteligencia. Etcheverry, que en este torneo estrena el rótulo de primer preclasificado, se apuró en lugar de pensar. Procuró definir los puntos en forma prematura y eso le jugó en contra. Con dos errores, cedió el primer parcial a su rival, que mantuvo así su invicto en el torneo: hasta ese momento no había perdido ningún set en los Alpes austríacos, allí donde el último campeón argentino fue Juan Martin Del Potro (2008, con apenas 19 años). Allí donde este sábado habrá un compatriota suyo en la final. Y será Báez.

El segundo set arrancó con un guion completamente diferente. Etcheverry salió mucho más confiado en su juego y aplomado en sus decisiones. Báez, en cambio, lució más cansado tras el esfuerzo realizado en el primer set: sufrió dos quiebres seguidos y pasó a estar a remolque en el parcial (0-4). Y comenzó allí un intento de remontada, con alientos personales y puños apretados en cada punto. Llegó a ponerse 4-3 y llegó hasta allí. Porque Etcheverry confirma el set tras un drive a la red de su rival, que pierde así su primer parcial en Kitzbuhel. El partido había entrado ya en su tercera hora de juego. Y todo apuntaba a un tercer parcial sin un claro favorito.

Los pronósticos se cumplieron. El encuentro volvió a la igualdad del comienzo, cada uno con sus armas. Etcheverry volvió a ponerle peso a su derecha y a apostar a su servicio. Báez continuó con sus defensas prodigiosas y a intentar variarle los ángulos a su rival, mucho más alto. Hasta que el partido entró en etapa de definiciones, no se sacaron ventajas. Cada uno mantuvo su saque, y sus posibilidades de quedarse con el triunfo y el pasaje a la final. Entre juego y juego, ambos tenistas argentinos miraban hacia arriba. El cielo, plomizo, amenazaba con romper en lluvia y postergar la definición.

Todo se decantó en el noveno game del tercer set. Etcheverry, con su saque, se vio contra las cuerdas: 0-40. Tanto, que flaqueó con su arma favorita, el servicio. Volvió a apostar sus fichas al saque y, con una doble falta, capituló. Fue un juego para el olvido justo cuando no podía darse el lujo de coleccionar dobles faltas y errores no forzados. Báez, entonces, sacaría para quedarse con el partido y el pasaje al encuentro decisivo.. Lo hizo con su saque en cero y tras golpearse el pecho. Este sábado, jugará la quinta final de su carrera ante Thiem, que está 116 en el ranking pero llegó a ser número 3 hace tres años, cuando se adjudicó el US Open y fue finalista en el Abierto de Australia.