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Sólo quedan ruinas. Gloria y ocaso de la comunidad “igualista” fundada por un inmigrante suizo que decía ser hijo de Dios

Cuando murió, el 3 de octubre de 1916, sus seguidores lo vistieron de traje y sombrero. Lo cargaron en su carruaje y comenzaron una procesión que duró 72 horas. Lo pasearon por todo el Estableci...

Cuando murió, el 3 de octubre de 1916, sus seguidores lo vistieron de traje y sombrero. Lo cargaron en su carruaje y comenzaron una procesión que duró 72 horas. Lo pasearon por todo el Establecimiento Agrícola Industrial, su reino. Rezaron y cantaron mientras esperaban que se cumpliera su profecía. Durandó había dicho a sus discípulos, en más de una oportunidad, que al tercer día resucitaría entre los muertos. Como Cristo. Sin embargo, el carismático líder que decía hablar con Dios nunca volvió de la muerte. Su cuerpo, con traje y sombrero, fue a parar al cementerio de Colón, provincia de Entre Ríos, a una fosa común.

El “loco” Durandó

Aún están de pie, a 13 kilómetros de la ciudad de Colón, pegado a Colonia Hughes, las ruinas del “falansterio Durandó”. Son un puñado de edificaciones abandonadas, últimos vestigios de una comunidad fundada en 1887 sobre los principios del socialismo utópico del francés Charles Fourier. Fue la primera y más contundente experiencia de un sistema social igualitarista en el país, aunque estuvo regada con demasiado misticismo.

“Falansterio” es una palabra derivada de falange, que designaba en la antigüedad un cuerpo de infantería griega. Fourier la usó para dimensionar su esquema de comunidad ideal: cada “falansterio” estaría compuesto por 400 familias, alrededor de 1600 personas.

Según la teoría, un “falansterio” es una comunidad de producción, consumo y residencia. La agricultura es el eje principal para el trabajo y el abastecimiento. No existen la propiedad privada y los individuos trabajan de acuerdo con sus pasiones. Todos los integrantes de cada falange viven bajo un mismo techo, en un edificio-palacio común.

El primer falansterio fue fundado en 1832 cerca de París, pero fracasó casi inmediatamente. Sin embargo, la idea viajó por el mundo y prendió, medio siglo más tarde, en un paraje remoto de la Argentina. El creador del único falansterio nacional fue el inmigrante suizo Jean Joseph Durandó, a quien fuera de los límites de su reino muchos llamaban, simplemente, “el loco Durandó”.

“Decía que hablaba con Dios”

“Durandó fue un personaje que generó siempre mucha intriga. Algunos lo llamaban ‘El loco’ porque decía que hablaba con Dios. Otros lo tildaron de brujo. Decían que en lugar de fieles tenía esclavos, porque todos trabajaban para él”, señala Walter Maidana (56) autor, junto con Ariel Bessón, de Durandó, historia de una comunidad, primera edición publicada en 1999 y reeditada en 2022.

Jean Joseph, o simplemente Juan José, nació en Evionnaz, una comuna suiza del cantón del Valais, en 1842. “Su padre, un trabajador de la construcción, falleció cuando él era pequeño. Jean Joseph quedó a cargo de su madre, quien lo envió a un colegio católico porque quería que se convirtiera en cura. Era bastante típico en aquella época querer que un hijo siga la carrera eclesiástica, pero Juan José no quería saber nada con esa idea. A los pocos años, cuando él tenía 14, falleció también su madre”, explica el autor

-Huérfano, pudo escapar al destino de ser cura.

-Exacto. Abandonó el seminario y se dedicó a la carpintería y al cuidado de cabras. Uno de eso días, mientas pastoreaba, conoció a una mujer que era una especie de sanadora o curandera, y fue quien lo inició en la medicina. A partir de ese momento, Juan José se dedicó a hacer curaciones y adivinaciones. Se convirtió en un oráculo y recorrió varios pueblos de Francia e Italia haciendo estas prácticas. Hasta que comenzaron a perseguirlo y decidió abandonar Europa.

-¿Llegó a la Argentina huyendo?

-Sí. Abordó un barco rumbo a América. En el viaje alguien le regaló un libro de Allan Kardec, el padre del espiritismo. Llegó a la Argentina, vía Montevideo, el 18 de septiembre de 1874, y se instaló en la provincia de Entre Ríos, en Colonia Hughes, cerca de Colón.

La creación del Establecimiento Agrícola Industrial

Durandó tenía 32 años cuando llegó al país. Para ganarse la vida realizó trabajos de carpintería y fue operario en una fábrica de ladrillos de la zona. “A la par, empezó a juntarse con gente que compartía su interés por las prácticas de espiritismo. Hasta que una noche, cuando tenía 33 años, recibió un mensaje que al principio lo asustó: le habló su ángel guardián, el Creador”, explica Maidana.

En 1882, luego de recibir uno de los mensajes espirituales, Durandó tomó la decisión de regresar a Europa. “Volvió a su Suiza natal e hizo prédicas por todos los lugares que pasaba. También hacía curaciones. Tenía muchos seguidores y, cuando volvió al país, algunos lo siguieron. Fue en ese segundo desembarco en la Argentina que creó el ‘Establecimiento Agrícola Industrial de Juan José Durandó’. Con el tiempo algunos lo llamaron ‘falansterio’, porque tenía connotaciones con el socialismo utópico de Charles Fourier, pero yo creo que fue más bien un ‘familisterio’ porque él marcaba una cierta conducta moral, les daba las pautas de cómo debían comportarse, muy similar a lo que hoy sería un pastor de una iglesia. El establecimiento funcionó desde 1887 hasta luego de su muerte, en 1916. Pero hay dudas sobre cuánto tiempo después de su muerte siguió, existen registros de que hubo gente viviendo allí hasta 1965, aunque ya no como una comunidad”, dice.

-¿Cuántas personas llegaron a vivir en la comunidad?

-Se calcula que alrededor de 120 personas, que son los que están registrados, aunque hubo muchos que no fueron registrados.

-¿Qué hacían en el Establecimiento Agrícola Industrial de Juan José Durandó?

-La propiedad de Durandó llegó a tener 200 hectáreas y las familias que vivían allí hacían todo. Era una gran chacra. No les faltaba nada, entre ellos se repartían para trabajar la tierra y criar los animales. Había una fábrica de tres pisos, con un sótano, y una escuela con muchos libros. A los chicos, además de lengua y matemática, les enseñaban oficios y cómo trabajar la tierra. ¡Hasta tenían una banda de música!

-¿Cómo se hizo Durandó de esas 200 hectáreas?

-En un juicio que le hicieron, él demostró con documentación, que las hectáreas le fueron donadas por distintos integrantes. El principal fue Matías Kuttel.

-¿Cómo se ingresaba a la comunidad?

-Para formar parte del Establecimiento había que entregar los bienes a la comunidad. Durandó se reservaba el derecho de admisión y también tenía la podestá de echar a alguien. Al mismo tiempo, si alguien quería irse del lugar era libre de hacerlo. Algunos se iban, pero muchos después volvían. Los Massera, antepasados del almirante Emilio Eduardo Masera, fue uno de los que más aportó a la comunidad.

“Hijo de Dios”

-¿Hay registro de cómo era Juan José Durandó?

-Durandó era una persona de baja estatura, bigotes grandes, mirada penetrante y muy carismático. Alguien que sabía lo que quería y cómo llevarlo adelante.

-¿Durandó hablaba de su relación con Dios? ¿Cuál era la reacción de la gente?

-Él se autoproclamaba “el hijo de Dios” y la gente que vivía en la comunidad así lo veía. Juan José era el guía espiritual.

-Imagino que también habrá tenido detractores.

-Sí, fue bastante perseguido por la iglesia porque toda la gente de esa comunidad no iba a misa y estaba sin bautizar. Por eso se dijo que trataba a sus fieles como esclavos. Fue una manera de ensuciarlo. En 1904, alguien le hizo un juicio alegando que había sido estafado, pero Durandó terminó ganando el pleito, probó que todo fue de mutuo acuerdo, hasta salió publicado en los diarios de la época.

-¿Durandó formó una familia propia?

-Tuvo siete hijos, cuatro mujeres y tres varones. A su mujer, Emma, la conoció en uno de sus viajes a Europa. Según los registros, Durandó fue a un café y la dueña del lugar le pidió que cure a su hija de 19 años que estaba postrada en la cama. Juan José la curó con una bebida tibia y dulce. Al tiempo se casaron. Dicen que el padre de la chica pagó a Durandó con el equivalente al peso de su hija en oro. Con ese dinero, que Durandó trajo a la Argentina, hizo muchas obras.

-¿Durandó vivía en el pabellón, junto a sus seguidores?

-Los casados y las familias vivían en un edificio común. Algunos tenían sus propias viviendas, pero eran los menos. Los solteros ocupaban una casa menor, solo para ellos. La familia Durandó vivía en la casa principal junto a los Massera.

-¿Loco o farsante? Después de su investigación, ¿a qué conclusión llegó?

-.Hay que ver si él creía en su revelación o fue un ardid todo lo que hizo para obtener beneficios. Él decía que había que poner luz donde había oscuridad, que había muchos “chantas”, aunque algunos lo terminaron encasillando en ese lugar.

Desde 2022, se ofrecen visitas guiadas a las Ruinas del Falansterio de Durandó y el próximo 11 de agosto se estrena una obra de teatro “Durandó, el hijo de la hechicera y Dios”, en la Casa del Bicentenario, Colón, Entre Ríos.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/solo-quedan-ruinas-gloria-y-ocaso-de-la-comunidad-igualista-fundada-por-un-inmigrante-suizo-que-nid08082023/

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