Talleres es un buen equipo. El único conjunto del fútbol argentino, compuesto por 28 integrantes, que pelea a fondo la Liga Profesional a River casi hasta el final de la historia. Es más: le ganó por 2 a 1 al líder, en Córdoba. Segundo en la tabla de los goles en favor (39, frente a los 42 del equipo millonario), es una formación audaz, exigente, a la altura de las circunstancias. Parecía que no sabía cómo resolver los traumas de las fechas finales, allí cuando hay que pisar el acelerador hacia la gloria. A cinco minutos del final, Rodrigo Garro peleó una pelota, se la ganó a Joaquín Novillo y le cedió la celebración a José David Romero. Huracán 0, Talleres 1, al principio de la fecha 25. Ahora, River debe esperar para consagrarse.

Con algunas bajas por lesiones, como la Michael Santos, el máximo artillero del campeonato (13 tantos), Talleres sostiene la vista en las puertas del cielo, en una dilatada definición. El Globo jugó con alma y vida, pero está fuera de sintonía y se mantiene en zona de descenso, penúltimo en la tabla anual (Arsenal cierra también la de los promedios y por eso el club quemero está en la segunda plaza de pérdida de la categoría). Sufrió la ira de los hinchas, que cantaron contra los dirigentes, contra todos. Y hasta arrojaron una bomba de estruendo cerca de su propio arquero.

“El equipo tiene hambre. Me siento orgulloso, lo da todo siempre”, suele decir el DT Javier Gandolfi en las fechas finales de esta aventura doméstica. “Da gusto ver al equipo y entregarse de la manera en que lo hace. Ese sentimiento se traslada a la gente. Siempre fuimos a buscarlo y creo que la gente lo sabe. Me llena de orgullo”, comentó el joven entrenador de Talleres, íntimo amigo de Martín Demichelis, su par de River. Gandolfi recuperó a algunas figuras que habían extraviado el fuego sagrado, como Diego Valoyes, e hizo explotar a Garro, una de las revelaciones, figura en el Palacio este viernes.

Talleres jugó entre nervios contra Unión, en su casa, frente a una multitud blanca y azul. Actuó sin la soltura habitual frente a Huracán, un viernes por la noche frío, sin fútbol, con pocos tiros a los arcos. Toda una curiosidad, en ambas direcciones, ya que uno peleaba por el título, y el otro, por salir del sótano. Garro dio la cara, eso sí.

“La ansiedad juega en favor o en contra. Hizo que no estuviéramos finos a la hora de tomar decisiones determinantes”, explicó Gandolfi, el creador de un equipo que puede ser un orgullo en Córdoba y más allá. Es el único que está a la altura de River, con el que pronto se enfrentará, por los dieciseisavos de final de la Copa Argentina, este jueves a las 22 en Mendoza.