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Tras un rechazo decidió irse, fue premiado en el exterior, y hoy busca fomentar la comprensión hacia la diversidad: “Sin miedo”

Desde muy temprana edad, Igor Álvarez Cugat se sumergió en el universo de la escritura y dirección teatral, una dimensión que pronto descubrió que lo liberaba de un mundo por demás agridulce....

Desde muy temprana edad, Igor Álvarez Cugat se sumergió en el universo de la escritura y dirección teatral, una dimensión que pronto descubrió que lo liberaba de un mundo por demás agridulce. Su pasión, no siempre alentada, le enseñó a lidiar con el rechazo desde los inicios, pero fue recién después de los 30 años, que decidió que era tiempo de no resignarse a una vida marcada por las negativas usuales, y en cambio, salir a explorar la Tierra más allá de las fronteras argentinas. Extender sus alas solía ser una fantasía que coqueteaba con sus pensamientos, pero el desencadenante definitivo fue un correo electrónico, donde le anunciaban que no podría llevar adelante un musical cuyo libreto ya había culminado y que se hallaba en instancias de producción: “Ante un nuevo rechazo, decidí irme en busca de otras oportunidades y ver si me seguía dedicando al teatro o no”, rememora Igor.

Con el apoyo de su entorno y el amor incondicional de sus hermanos, Igor ahorró un poco de dinero, vendió todas sus pertenencias y partió a Ámsterdam, un país que lo aguardaba para iniciar un camino en soledad, aunque acompañado por un diagnóstico, la depresión, un enemigo silencioso que aprendería - a fuerza de trabajo duro y lágrimas - a transformar en aliado, en una ciudad que había servido de inspiración para grandes artistas en la creación de algunas de las obras maestras más importantes de la historia.

Un torbellino emocional y un mito desterrado: “Las relaciones son menos dramáticas y complicadas”

Los primeros cinco meses en Ámsterdam fueron tiempos intensos, en los cuales una cascada de sentimientos se sucedieron vertiginosamente. En un comienzo dominaron el entusiasmo, la curiosidad y la felicidad provocada por lo nuevo y deslumbrante: “Me sentía como un niño al ver la nieve por primera vez en mi vida”, asegura.

Aun así, la soledad pronto empujó dándole paso al miedo, un temor dominado por su manejo del neerlandés nulo y su inglés básico. El trabajo, por otro lado, no aparecía y sus ahorros se esfumaban, poco a poco. Desalentado, la depresión que lo había acompañado gran parte de su vida emergió con fuerza, acentuada por un clima que parecía haber despedido al sol para siempre.

Y entonces, cuando creyó tocar fondo, llegó el amor, el motor vital que renovó sus esperanzas, en especial cuando él -un holandés encantador- lo llevó a conocer la Universidad de Teatro y Danza de Ámsterdam y lo aceptaron: “¡Todo esto sucedió en un lapso de cinco meses!”, asegura Igor, al recordar aquella época de su nuevo comienzo.

“Muchos dicen que los holandeses y alemanes son muy fríos, pero en realidad son objetivos al momento de tomar decisiones. La manera en la que son criados desde pequeños (en la mayor parte del país) los convierte en personas adultas a una temprana edad. Pueden lidiar con el dolor de manera diferente, mucho más clara y analítica, por lo tanto las relaciones son menos dramáticas y complicadas”, explica.

“En relación a las costumbres, al integrarme descubrí que acá la alimentación es súper saludable y las bicicletas son uno de los transportes más usados”, describe. “En otro orden de las cosas, conseguir un lugar para vivir en Ámsterdam es imposible, los alquileres son muy altos, así que todos los jóvenes comparten departamento. Para alquilar, hay que hacer una entrevista con los que viven en la casa para ver si hay compatibilidad”.

“Cenan a las seis de la tarde, y antes de dormir toman un té o comen un snack. Almuerzan casi siempre sándwiches y son súper considerados con el dinero, no derrochan ni muestran que tienen plata, pues eso es considerado vergonzoso. El humor es muy similar al británico, no se divierten con chistes negros, los encuentran rudos o agresivos; se divierten con la sátira y la autoexposición. La mayoría de las parejas que conozco son abiertas y la comunicación es primordial, yo estoy saliendo con un holandés que ya estaba de novio hace cuatro años y el novio sabe todo de mí y de lo que hacemos. Eso me parece extraño, pero si me pongo en el lugar de la pareja me parece súper saludable, y yo por mi parte disfruto”, continúa.

Trabajo, calidad de vida y estudiar en Ámsterdam: “Se educa con valores súper saludables y positivos”

Para Igor, siguieron años de esfuerzo e inspiración, donde aprendió a apreciar los matices mágicos de los inviernos crudos, como la tradición de levantarse a la madrugada y lanzarse al canal para obtener un golpe de frío revitalizante.

El verano, por otro lado, se reveló hermoso, colmado de gente en los parques compartiendo un picnic o nadando en los canales, todo enmarcado por una ciudad vibrante, entre festivales y colores vivos.

A la universidad, Igor ingresó gracias a un talento que los directivos supieron reconocer: “Las instituciones de danza y teatro son maravillosas, se dispone de infinitos materiales con los que trabajar y profesores que son reconocidos mundialmente. Es muy difícil entrar, el cupo es muy reducido. Por ejemplo, en mi carrera como director solo éramos cinco estudiantes, entonces teníamos un montón de soporte. Eso lo hacen para que no haya un número excesivo de directores y que haya suficiente trabajo para todos”, asegura. “Para el teatro hay un gran soporte económico gracias a diferentes subsidios y varían de acuerdo al artista, pero siempre hay alguno en el que entrás”.

“La calidad de vida es buena, aunque las guerras afectaron el panorama. Pero usualmente uno puede andar por la ciudad con el celular en la mano, que nadie te lo va a robar”, continúa. “No existe el concepto de comprar en cuotas porque casi siempre podés ahorrar. Los supermercados son baratos, así que podés comprar lo necesario para vivir. Lo único que es caro son los bares y los alquileres”.

“En relación a la educación, las escuelas son muy buenas, los chicos se educan con valores súper saludables y positivos, por eso la mayoría de los jóvenes adultos que conozco son muy inocentes y confían en el otro sin problema”.

Una noticia desgarradora, la depresión como aliada y una obra galardonada: “La búsqueda constante de la verdadera identidad y el amor”

Cierto día, Igor se hallaba sentado escribiendo el concepto de una nueva obra que tenía en mente, cuando recibió el llamado de un amigo, quien le informó acerca del suicidio de una mujer perteneciente a su círculo. Ante la noticia, no pudo más que llorar con desconsuelo durante las siguientes horas. Ya era la cuarta vez que escuchaba que un amigo cercano se quitaba la vida.

Aquel suceso fue determinante en su próxima obra, WFG (un show Drag honorífico), inspirada en sus amigos que habían partido y basada en la obra de Samuel Beckett, Esperando a Godot. En la misma, Igor decidió abordar la discriminación, el bullying y la pertenencia, con el fin de desmitificar la depresión y el tabú que la rodea, mostrando que es posible vivir con ella y convertirla en una aliada en lugar de un enemigo.

“La obra gira en torno a la idea de la espera eterna, como metáfora de la búsqueda constante de la verdadera identidad y el amor. Esta representación se sumerge en las profundidades de la experiencia humana, explorando el viaje cíclico hacia el autodescubrimiento y la aceptación”, explica Igor, quien busca asimismo inspirar a las personas y fomentar la comprensión y el respeto hacia la diversidad.

Finalmente, tras años de búsqueda, trabajo duro y superación, la obra de Igor se estrenó con un éxito rotundo y fue galardonada como mejor obra en el Amsterdam Fringe Festival: “Estar rodeado de tanto talento internacional y salir entre los mejores fue alucinante”, afirma.

“Desde entonces, han surgido un montón de oportunidades geniales, me han invitado a otros festivales fuera y he conectado con gente increíble en la escena artística global. Ese premio me inspiró a seguir persiguiendo mis sueños y elevar mi creatividad aún más”.

De regresos y aprendizajes: “Por más que un padre tenga miedo de ver a su hijo fracasar, debe brindarle el apoyo emocional necesario”

En aquel día del 2018, cuando Igor hizo sus valijas para iniciar una nueva vida, sabía que también llevaba consigo su diagnóstico de depresión, sufrida por años. Irse nunca implica dejar atrás las enfermedades, ni los pesos del alma, aunque la ilusión exista. Ámsterdam, sin embargo, significó la oportunidad de observar la vida desde una nueva perspectiva y reescribir la propia historia en una tierra con nuevas voces y recursos.

Argentina, mientras tanto, es sinónimo de amor incondicional en el corazón de Igor, en especial por parte de sus hermanos y sus sobrinos, que tanto le impacta ver crecer a los regresos, rodeado de cariño, lo sorprenden cada año con una comunicación más clara con los suyos, dispuestos cada uno a encontrar lo positivo en el otro.

“Yo sufrí muchos años de depresión, aprendí a lidiar con ella gracias a la buena cobertura médica que hay en Países Bajos y, por supuesto, al apoyo de mi familia, lo que me ayudó a ver la realidad de manera diferente, a lidiar con esta enfermedad y a incorporarla en mis obras teatrales”.

“Aprendí también a darle la importancia que el teatro se merece en mi vida. Cuando era pequeño, me enseñaron que cualquier tipo de arte no generaría los ingresos suficientes para vivir, debía hacerlo como un hobby. Pero acá comprendí el valor que se le debe dar al niño cuando sus cualidades y ambiciones son claras desde pequeño. Por más que un padre tenga miedo de ver a su hijo fracasar, debe brindarle el apoyo emocional necesario para que haga de su vida profesional lo que desee sin miedo e inseguridades. Cuando alguien es bueno en lo que hace y tiene el don para hacerlo, se ve desde muy joven, y debemos animarlo a hacerlo de manera saludable; él encontrará la manera de sobrevivir en el futuro. Digo esto porque yo lo tuve que aprender de grande y hubiera logrado mucho más si me hubiesen apoyado desde pequeño”, continúa.

“En estos años, aprendí a comunicarme de una manera mucho más madura emocionalmente, ya que el estar rodeado de personas tan diferentes me ayudó a hacerlo de manera más objetiva y a ver la realidad de una manera distinta a lo que estaba acostumbrado. Siempre busqué rodearme de holandeses porque considero que el intercambio cultural debe tener como objetivo el mutuo aprendizaje y desarrollo de ambas partes. Sé que mis amigos holandeses aprendieron mucho de mí, a ser menos organizados, a hacer más chistes y a ver la vida de otra manera. Eso es algo que deseo que todo aquel que viaje al exterior sepa, porque muchos tienden a juntarse solo con argentinos cuando están en el exterior, y no saben lo bello que es aprender y descubrir cosas nuevas. Salgan, atrévanse, diviértanse y aprendan, porque el mundo es más pequeño de lo que uno piensa”, concluye.

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Destinos Inesperados es una sección que invita a explorar diversos rincones del planeta para ampliar nuestra mirada sobre las culturas en el mundo. Propone ahondar en los motivos, sentimientos y las emociones de aquellos que deciden elegir un nuevo camino. Si querés compartir tu experiencia viviendo en tierras lejanas podés escribir a destinos.inesperados2019@gmail.com . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/tras-un-rechazo-decidio-irse-fue-premiado-en-el-exterior-y-hoy-busca-fomentar-la-comprension-hacia-nid08112023/

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