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Un atentado, la Navidad lejos y nieve, así fue el nuevo comienzo en Madrid: “Siempre seremos, a pesar del esfuerzo, unos extranjeros”

Septiembre de 2001 corría, pero para Pablo Taborda Romero la primavera había quedado lejos. Junto a su familia, acaba de dejar atrás una tierra argentina que despedía sus últimos días de invi...

Septiembre de 2001 corría, pero para Pablo Taborda Romero la primavera había quedado lejos. Junto a su familia, acaba de dejar atrás una tierra argentina que despedía sus últimos días de invierno, para arribar en una España otoñal, que muy pronto mostró su costado más gélido.

Por aquella época apenas sí existía el MSN Messenger e Internet estaba en crecimiento, aunque lejos de ser el gigante actual. Sin redes sociales, las expectativas de lo que sería vivir en Madrid se construyeron a base de retazos de lo que les llegaba del boca en boca.

Pablo había viajado un año antes para preparar el escenario, pero eso no menguó el impacto de aquel invierno crudo en tiempos de su volver a empezar. Allí estaban, recibiendo las fiestas en soledad, rodeados de nieve, alejados de sus seres queridos, que habían quedado en una Argentina convulsionada.

Sin embargo, la sensación de incertidumbre se acrecentó poco después de su arribo, cuando a la vuelta de su nuevo hogar, un atentado de la ETA sacudió su presente colmado de esperanza, trayendo consigo sentimientos encontrados: “Eso sí era nuevo”, observa Pablo.

El para qué y el porqué de dejar Argentina atrás

La decisión de emigrar nació en 1999, empujada por el sueño de que sus hijas no tuvieran que padecer la inestabilidad general de una Argentina que Pablo veía impregnada de claroscuros. Pero no se trataba únicamente de un futuro mejor para su descendencia, sino del presente de la familia Taborda Romero, que atravesaba días de sacrificio constante. Él trabajaba en el universo del petróleo, lo que lo llevaba a pasar largos períodos fuera de casa, y Marcela, su mujer, se desempeñaba como médica en el Centro de Salud en la Municipalidad de Mendoza y cobraba como monotributista cada seis meses, lo que incluía buscar un cheque y hacer una cola inmensa para transformarlo en efectivo: “Entre tantas cosas y con dos niñas recién nacidas buscamos una salida a nuestra vida futura”, explica.

“Queríamos radicarnos y estudiar para poder competir de igual a igual en otro país. Homologamos nuestros títulos universitarios y en mi caso me postulé en tres escuelas de negocios. IESE en Barcelona, UCLA Anderson School of Management en California y IE Business School en Madrid”, continúa Pablo, quien como geólogo fue aceptado en las tres instituciones, pero finalmente optó por la madrileña.

Amantes de los viajes, tanto Pablo como Marcela habían dejado sus casas a los 17 años. Para ellos, la decisión de irse era tan solo un paso más y, aún así dejar su vida en Mendoza -donde nacieron sus dos hijas menores- fue duro. Allí, entre las montañas y los viñedos, vivieron años excepcionales que hasta el día de hoy llevan en su corazón.

Y aún a pesar del inmenso amor por su tierra, los años venideros se presentaron escurridizos. El destino mantuvo a Pablo y su familia lejos de la Argentina por un largo período hasta regresar por primera vez de visita: “Tardamos 18 años en volver a casa”.

Volver a empezar: “Creíamos que se replicaría nuestra vida de Argentina en España y eso estaba muy lejos de la realidad”

Con los dólares de las ventas de sus pocas pertenencias y pensando en pesos, llegaron pocos días antes del 11S a una España con la peseta a punto de cambiar a euros. Todo parecía estar revolucionado, Argentina, Europa y su vida entera. Por fortuna, la escuela de negocios donde Pablo iba a estudiar, sirvió como pilar central en su nuevo comienzo, ayudándolos a radicarse y realizar todos los trámites pertinentes.

El impacto cultural, sin embargo, se hizo notar de inmediato. Ellos eran una pareja joven con una niña de 6, otra de 1, la pequeña de apenas tres meses y sus dos perros, parte fundamental de la familia que se sumó a la travesía: “El cochecito no entraba en el ascensor del edificio. Éramos prácticamente un equipo de fútbol y eso hacía que nos miraran mucho en Madrid”, asegura Pablo.

“Hoy cambió bastante, pero en aquella época no nos consideraban iguales y nos miraban un poco por encima del hombro o eso es lo que veíamos. Tampoco se aceptaba que una madre le diera de mamar a nuestra hija en la calle, se veía mal”, continúa Pablo, quien tiempo después decidió mudarse a Valencia junto a su familia.

“En Madrid y Valencia sufrimos mucho ya que llegamos y creíamos que se replicaría nuestra vida de Argentina en España y eso estaba muy lejos de la realidad, tuvimos que pagar un duro derecho de piso. Pasamos hambre, pero siempre hubo gente y amigos que fuimos conociendo, que nos ayudaron y poco a poco salimos adelante”.

Un rincón tranquilo en Alicante, tradiciones nuevas y otras jamás olvidadas: “Hemos tratado de inculcar a nuestras hijas que esa es su procedencia y costumbres”

Madrid resultó sorprendentemente fría en todos los sentidos y en la ciudad de Valencia las cosas no mejoraron demasiado. Los años pasaban, las hijas crecían y el matrimonio aún buscaba su rincón de pertenencia en España. Este llegó finalmente en Mutxamel, Alicante, un pueblo muy pequeño dentro de la Comunidad Valenciana, a 4km del mar y sobre las montañas.

Allí, el aire del mar impactó diferente. Pablo halló un paraje tranquilo, donde tener un hogar con patio y churrasquera: “Vivir cerca del Mediterráneo a nosotros nos gusta y estamos contentos. Tenemos todo lo que necesitamos. Nos permite llevar una vida muy parecida a la que teníamos antes (en Argentina) y hemos tratado de inculcar a nuestras hijas que esa es su procedencia y costumbres. Además por estos pagos hay muchos argentinos y podemos comprar facturas, yerba, termos, mates, criollitos cordobeses o pastas caseras”, revela.

“Marcela, como trabaja para el Servicio Público de Salud, tiene contacto permanente con gente de aquí y eso le permite comunicarse en valenciano (el idioma de la Comunidad Autónoma Valencian) y tiene una red de amigos y allegados que son de aquí de toda la vida (con sus costumbres). En mi caso, me he tenido que relacionar por trabajo con otra gente, pero actualmente estoy más en casa, mi red de amigos y contactos son mis vecinos, vivimos en un barrio donde se radicaron muchos extranjeros: ingleses, irlandeses, noruegos, italianos y alemanes sobre todo. Nuestras hijas ahora viven fuera de España, por lo que tienen amigos de diferentes sitios”.

“En otro orden de las cosas, una costumbre típica aquí es que se festeja Moros y Cristianos que es una tradición de la expulsión de los árabes de España y es una fiesta que hay en casi todos los pueblos de Alicante. Se visten en los dos bandos y hay varias comparsas”, describe. “Otra tradición importante es para San Juan (Sant Joan), donde se festejan las Hogueras (algo parecido a las Fallas de Valencia), es la renovación del solsticio de verano en la que se construyen monigotes gigantes de cartón piedra y para la noche de San Juan, se queman y se bebe, baila y festeja con el fuego”.

La magia de volver y los aprendizajes: “Siempre seremos, a pesar de que nos esforzamos, unos extranjeros”

A veces, Pablo se pregunta qué habría pasado si se hubiera quedado en Argentina. Ninguna respuesta clara llega a él. Tal vez, se dice, seguiría en el mundo del petróleo, con viajes constantes, alejado de la familia y el hogar. En los últimos veintitrés años volvió una sola vez a su tierra natal. Simplemente así sucedió, la lucha diaria por construir un futuro mejor transformaron los años en arena que se escapa entre los dedos. Y aun a pesar de la distancia y el tiempo, volver, fue volver a casa.

“Reencontrarnos con la familia fue una sucesión de emociones de alegría. Pude ver a mis padres antes de morir; verlos a ellos, mi hermano, mis sobrinos y amigos se sintió como si los hubiese visto hace un mes. Creo que rejuvenecimos muchos años y nos propusimos regresar, pero la pandemia nos retrasó”, dice conmovido.

“Estuvimos en mi Entre Ríos natal casi todo el tiempo en las fiesta del pueblo, así que nos encontramos con todos los amigos y familia. Fue una de las experiencias más maravillosas, nuestras hijas menores fueron reticentes y no sabían qué se encontrarían (conocerían a toda la familia) y cuando estábamos en el aeropuerto para volver nos preguntaron cuándo volvemos: `venimos con ustedes o venimos solas´, dijeron. Quedaron maravilladas. Estuvimos dos días en Córdoba con los compañeros de la universidad, otro momento hermoso, fue como volver a tener 20 años y nuestras hijas enseguida se acoplaron a los hijos de los amigos como si nada. Y por último estuvimos en San Rafael, visitamos a la familia de Marcela”.

“En todos estos años nosotros hemos intentado vivir como españoles, pero nos hemos dado cuenta de que, en nuestro caso, nos parecemos más a un centro europeo que a un español o a un argentino, ya que por viajar y trabajar en varios países, hemos descubierto las cosas buenas de ellos y las adoptamos. También se las hemos inculcado a nuestras hijas y ellas gracias a esto decidieron estudiar fuera de España y vivir en el extranjero”.

“Creo que España y Europa generan oportunidades, pero si no se empieza con un trabajo es muy complicado levantar cabeza”, dice pensativo. “Por otro lado siempre seremos, a pesar de que nos esforzamos, unos extranjeros. Esto no es malo, pero a veces te hace sentir mal; me recuerda los apodos que se le ponía a la gente extranjera en argentina y de esa manera muchas veces nos hemos sentido. Ahora con el tiempo pasamos más desapercibidos, solo nos detectan por el mate”.

“Mi recorrido me enseñó que no hay nada ganado, que experiencias anteriores no validan el futuro y que si lográs algo acá es porque trabajás duro; que la educación para los chicos en España no es buena (nuestras hijas fueron a colegios privados y las dos pequeñas terminaron en un colegio público) y las universidades son comparables a las argentinas, salvo por la infraestructura. Entendí que la Europa de Francia para arriba hace pensar a los jóvenes y eso les facilita la vida. Que viajar te permite comparar y eso hace que poco a poco vayas cambiando. Que la familia y los amigos son pocos y que hay que cuidarlos”, concluye.

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Destinos Inesperados es una sección que invita a explorar diversos rincones del planeta para ampliar nuestra mirada sobre las culturas en el mundo. Propone ahondar en los motivos, sentimientos y las emociones de aquellos que deciden elegir un nuevo camino. Si querés compartir tu experiencia viviendo en tierras lejanas podés escribir a destinos.inesperados2019@gmail.com . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/un-atentado-la-navidad-lejos-y-nieve-asi-fue-el-nuevo-comienzo-en-madrid-siempre-seremos-a-pesar-del-nid22112023/

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