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Un día en La Baule, el pueblo costero a cuatro horas de París en el que se alojan los Pumas durante el Mundial

LA BAULE-ESCOUBLAC (Francia).– La llegada de los Pumas cambió sensiblemente la fisonomía de La Baule. Hay banderas argentinas desperdigadas en distintos locales, y hasta en la iglesia de Notre ...

LA BAULE-ESCOUBLAC (Francia).– La llegada de los Pumas cambió sensiblemente la fisonomía de La Baule. Hay banderas argentinas desperdigadas en distintos locales, y hasta en la iglesia de Notre Dame. Hay muestras de artistas argentinos y mucha cartelería alusiva. Los afiches con publicidades del seleccionado francés apenas superan a los de bienvenida de la Albiceleste. El hogar durante los primeros 40 días del Mundial les brinda a los Pumas una cálida acogida, pero sin traicionar a su estilo. No cambia en su esencia.

Cuenta François Leapludier, responsable de Eventos Deportivos de la ciudad, que cuando la alcaldía tuvo que organizar la gala de bienvenida y ponerle un toque autóctono, le costó encontrar un leitmotiv. Si algo define a La Baule, en realidad, es la tranquilidad, la amabilidad, la vida de playa. Podría agregarse, también, la buena gastronomía. La mentada terquedad de los franceses no tiene cabida aquí. La atención es muy buena, la gente saluda por la calle y son compresibles con el francés básico de los visitantes.

La vida en La Baule

“Esta ha sido una oportunidad formidable para mejorar las instalaciones del club, que tiene los mismos colores que la camiseta de los Pumas. Estamos felices de darles nuestro apoyo y esperamos una final entre Francia y la Argentina. Sería genial. Una pequeña revancha de la otra final, la del fútbol”, bromeó para el alcalde de esta ciudad, Franck Louvrier, durante el entrenamiento abierto de los Pumas de hace unos días. “En todo caso, es un honor para nosotros albergar a los Pumas y hemos planificado todo el año alrededor del tema de la Argentina. Estamos contentos contentos de tenerlos acá y ser partícipes de alguna forma del Mundial, así como el año que viene recibiremos a la llama olímpica”.

El inicio de las clases dos lunes atrás redujo el número de turistas en esta localidad balnearia, una de las preferidas por los franceses de clase media alta y alta para veranear. Muchos parisinos, sobre todo. Pero el verano y las buenas temperaturas continúan y La Baule no altera su ritmo, apacible pero incesante.

Una típica jornada en La Baule arranca a la mañana, no muy temprano. No importa si es miércoles o domingo, aunque los fines de semana hay más gente. A las nueve y media o diez ya empiezan a llenarse los bares y boulangeries. El olor a café, a croissants y a pan con chocolate -pain au chocolat- inunda la calle principal, unos 500 metros desde la playa a la plaza, la Place de la Victoire, hasta el mar, y sus adyacencias. La gente se sienta en la vereda uno al lado del otro (no enfrentados, como en la Argentina), mirando hacia la calle. Como observadores de lo cotidiano que se transforman, al mismo tiempo, en observados. Un desayuno completo (café con leche, croissant y jugo) roza los 10 euros.

A esa hora no se puede ir a una boulangerie sin hacer cola. Es normal: son como un imán para los transeúntes sólo de pasar por la vereda de enfrente. Después andan con la baguette bajo el brazo, picotéandola a cada paso. Es como el mate para los argentinos. La baguette sale €1,30; una croissant simple, €1,60, rellena, €2,40, lo mismo que el pain au chocolat. También hay mucha variedad de tortas. Una porción de carrot cake está a €4,60.

Una advertencia: La Baule es caro hasta para los parisinos. Salvando las distancias, aunque también hay varias similitudes, en términos de precios La Baule es a París lo que Cariló a Buenos Aires. A la cotización del blue, un euro equivale a $790 (al menos hasta ayer). Mejor no andar haciendo cuentas.

Muchos de los turistas son propietarios y tienen una segunda casa aquí. Lo mejor para hacer las compras del día es ir al mercado que está a un par de cuadras de la calle principal. Frutas, verduras, mariscos, cangrejos, pescados, fiambres, quesos, vinos, rotisería... Es muy difícil elegir. Una bandejita con un cuarto kilo de frutillas está a €4; el kilo de uvas, a €8. Una picada para dos se puede armar con 35 euros: un salame, un cuarto kilo de queso Reblonchon, otro de Comté, aceitunas y anchoas. Una ensalada en la rotisería, 12 euros; 150 gramos de calamares pelados, 7 euros.

En el centro hay tres supermercados medianos y un poco más lejos, al lado del complejo donde se entrenan los Pumas, un hipermercado. Encontrar un producto que sea más barato que en la Argentina es una tarea imposible. Por ejemplo: 10 cápsulas de café Illy salen 5,5 euros; una porción de lasagna para calentar en el microondas, 5 euros; una lata de cerveza, de 2,5 a 7 euros; un jugo de naranja, 2,8 euros; un cuarto kilo de jamón cocido, 3,5 euros; un litro de leche fresca, 1,20 euro.

A la hora de la siesta, el centro queda medio desolado. Los locales cierran y el epicentro se traslada a la playa, que se empieza a poblar por la tarde. La mayoría de sus visitantes, proporcional a la población de 20.000 personas que habita todo el año aquí, son mayores de 60 años. Quedan familias con niños pequeños, parejas de jóvenes y grupos de amigos, pero son minoría. Muchos se mudaron aquí después de la pandemia y trabajan con la modalidad home-office, cuenta François.

Para la tardecita hay múltiples opciones. Una es volver al centro y tomar café en la vereda, otra es tomarse un helado (un gusto, 4 euros) o comerse una creppe (3,50 euros con manteca, 4,50 euros con nutella, 7,50 euros con ron, cachaça y limón). Pero la opción más elegida es una copa de vino blanco (desde 5 euros) o una cerveza (de 3,5 a 9 euros) y una tabla de quesos (11 euros). Una buena opción para ese horario son los múltiples restaurantes que hay en la misma playa, separados por unos 200 metros cada uno.

Para estar en onda, sobre todo si uno es +50, hay que tener un convertible. Se ven de todas las marcas: Porsche Carrera, BMW Z4, el famoso Miata de Mazda, el Mercedes Benz C300, mucho Mini Cooper y hasta el VW Beetle. También se ven Jaguars, Bentleys y Teslas. No son la generalidad, la mayoría son autos más terrenales, pero tampoco una excepción. Hay muchos.

El sol se pone sobre uno de los extremos de la bahía. Es una de las horas preferidas para salir a correr por la costanera o, en su defecto, caminar por la playa. Recorrer los 9 kilómetros de extensión de la bahía puede ser excesivo para, por eso alquilar una bicicleta puede ser una buena opción para conocer La Baule en toda su extensión. Por €14 se puede obtener una básica por 24 horas, que puede elevarse hasta 22 euros si uno prefiere una más equipada. También hay muchos que se ve que hacen recorridos largos porque están bien equipados. El ciclismo es uno de los deportes más practicados en Francia, con 9 millones de adherentes. También hay muchos deportes acuáticos: yachting o paddle surfing, especialmente (dos horas: 20 euros).

Para cenar hay muchísimas opciones: sobre el mar, por la calle principal o en restaurantes desperdigados por distintas partes de la ciudad. La especialidad son, naturalmente, los frutos de mar. Un tartare de cangrejo de entrada, 14 euros; un plato de mariscos para compartir, 30 euros; una copa de vino blanco de Bordeaux, 7 euros; un agua mineral, 4,5 euros. Un buen plato de pescado del día con salsa de curry verde y verduras de estación, 24 euros; mejillones a la provenzal, 19 euros.

Hay que tener cuidado porque entre las 21 y las 21.30 cierran sus puertas y ya no sirven comida. Si a uno lo toman desprevenido, siempre está la opción de pedir una pizza: 17 euros la mediana, 22 euros la grande, siempre considerando que no son suntuosas como las argentinas ni exquisitas como las italianas.

Los Pumas permanecerán aquí hasta el partido con Japón, es decir, durante toda la primera rueda. Sólo se desplazaron a Marsella para el partido ante Inglaterra y harán lo propio con destino a Saint Étienne para enfrentarse a Samoa, en una semana. Los últimos dos partidos, ante Chile y Japón, son en Nantes, a una hora de aquí, por lo que no necesitarán trasladarse excepto para jugar. La Baule los adoptó como un visitante más. Tranquilidad y relax no les va a faltar.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/deportes/rugby/un-dia-en-la-baule-el-pueblo-costero-a-cuatro-horas-de-paris-en-el-que-se-alojan-los-pumas-durante-nid15092023/

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