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Una reconversión inevitable, con o sin Milei

Dieron por hecho que habría un cambio, pero nunca lograron establecer que esa mutación rompería la vieja lógica de ganar o perder frente a rivales más o menos permanentes.El sistema pol...

Dieron por hecho que habría un cambio, pero nunca lograron establecer que esa mutación rompería la vieja lógica de ganar o perder frente a rivales más o menos permanentes.

El sistema político ya no es un juego de suma cero y alternancia recíproca entre dos grandes coaliciones. Gane o pierda Javier Milei, el ancestral bipartidismo (expresado en un dúo de coaliciones) sufre un nuevo desafío que lo quiebra y obliga a redefinirse. Ya se verá si quedan dos, tres o vaya a saberse cuantas fuerzas políticas.

Está por verse si el libertario pasará de fenómeno a presidente, pero es ya un hecho que la composición del actual sistema de alianzas no será la misma una vez que haya finalizado el eterno tiempo electoral de la Argentina. Todo un año consumido en una sucesión de elecciones municipales, nacionales y provinciales, primarias y generales de febrero a noviembre.

Las penas argentinas se traducen en una desesperación que parece despreciar el riesgo del salto al vacío

La Argentina está llegando a un lugar desconocido impulsada por un hartazgo que convierte a una porción significativa de votantes en individuos temerarios que desprecian los riesgos y acometen contra lo establecido. “Peor no podemos estar”, dicen en todos los escalones de la empobrecida composición social.

Recuperan sentido aquellas frases de Carlos Menem que terminaron convertidas en parodia en los días en los que el riojano hacía campaña. El candidato peronista de 1989 decía que trabajaría por “los niños ricos que tienen tristeza y por los niños pobres que tienen hambre”.

Hoy los hijos de la clase media alta (junto a sus padres) sienten la angustia de tener que irse de su país a buscar futuro mientras millones de chicos pobres padecen las penurias de la marginalidad. Las penas argentinas se traducen en una desesperación que parece despreciar el riesgo del salto al vacío.

Peronistas y cambiemitas creyeron que este año enfrentaban un cambio natural dentro de la alternancia de fracasos

Ese lugar inexplorado al que parece apuntar una parte importante del electorado se llama detonación del sistema político tal y como lo conocimos en los últimos 40 años. Lo que Milei sintetizó con la palabra “casta” es en verdad una construcción hecha a fuerza de decisiones electorales libres.

Peronistas y cambiemitas creyeron que este año enfrentaban un cambio natural dentro de la alternancia de fracasos. Es por eso que los gobernadores peronistas adelantaron en su mayoría sus elecciones y es el motivo por el cual solo el audaz Sergio Massa se convirtió en candidato presidencial. Y también la causa del apartamiento del protagonismo central de Cristina Kirchner.

La misma razón, además de una inocultable desconexión con las urgencias del electorado, empujó a Juntos por el Cambio a ensimismarse en una interna feroz por la candidatura presidencial. Cedieron así un terreno valiosísimo de representación. En ese error está comprometido Mauricio Macri que, como Cristina, descubrió que tampoco habría lugar para él. Desde entonces el expresidente deambula sin encontrar un lugar.

Ocurren cosas raras en Juntos por el Cambio. Patricia Bullrich ganó la primaria sobre Horacio Rodríguez Larreta acompañada por Macri; entre ambos expresaban la dureza que el jefe de Gobierno porteño no tiene. Pero ahora Macri se siente más cómodo con Milei, mientras Bullrich habla como Larreta de los errores que cometió Macri y lo incluye entre los fracasos que llevaron a esta situación.

El kirchnerismo paga el precio de dos décadas de desatinos y el macrismo sufre la pesadilla de no haber cumplido su promesa de erradicarlo.

El libertario simplifica el panorama anunciando que eliminará a ambos. La pureza sin pasado que muchos le compran a libro cerrado no es tal. Si llega a la presidencia será no solo inevitable sino imprescindible una negociación con la casta a la que dice despreciar. Macri es apenas el primer puente posible para un acuerdo que le permita tener apoyo político y legisladores dispuestos a levantar la mano. También el sindicalismo peronista se ofrece, galante, a canjear paz social por la conservación de sus viejos negocios.

A esa fila están dispuestos a sumarse los gobernadores de todo signo, angustiados por la hipótesis de un ajuste que les recorte los fondos que les permiten tener sus cuentas en azul y sus reinos bajo control. Hay que saberlo antes para evitar desencantos: el cambio puede terminar siendo muy parecido a la realidad que se plantea transformar.

De nuevo. Importa menos saber si ganará o no Milei que conocer de antemano que el sistema político va a hacia una gran reconfiguración. Y quizá, hacia una drástica transformación de acuerdos establecidos para reunificar al peronismo bajo el mando del kirchnerismo y de los pactos alcanzados para derrotarlo entre el PRO, el radicalismo y la Coalición Cívica.

El país se levanta todos los días esperando un estallido económico o una explosión social. En realidad, ambas cosas han estado sucediendo en forma gradual y acumulada, sin el estruendo que suelen causar los hechos contabilizados en horas y no en años.

Asistimos al blanqueo de una crisis política y de representación que torna inviable que el peronismo siga unido tal cual quedó en la versión que hizo posible la presidencia de Alberto Fernández. Por lo mismo, se hace cada vez más difícil la convivencia de halcones y palomas en el PRO, así como la conservación de la alianza con el radicalismo. Ese partido, a su vez, también se parece cada vez más a un archipiélago de gobernadores y dirigentes sueltos dispuestos a navegar por cuenta propia.

El futuro inmediato presenta dos variantes igualmente transformadoras: un sistema político detonado y un proceso de creación de un nuevo sistema a partir de un nuevo liderazgo de naturaleza y perduración impredecible con una presidencia de Milei; o el bipartidismo salva con lo justo y zafa de un triunfo de Milei, pero queda obligado a reconvertirse y a reformular las alianzas actuales.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/ideas/una-reconversion-inevitable-con-o-sin-milei-nid08092023/

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